51 años de discontinuidad
El libro ‘’Los que mandan’’ de José Luis de Imaz es una clara muestra de lo que debe ser un análisis sociológico y objetivo, intentando no entrometer juicios críticos si no más bien de describir la realidad argentina en base a la observación de sus hechos.
Su análisis se ubica en la Argentina de 1950, y el mismo es publicado en 1964. Según el autor tres son las causas del problema en Argentina de no haber vuelto nunca a tener una ‘’clase dirigente’’, la cual significaría una unidad de objetivos y valores o normas compartidos por los distintos sectores e instituciones que detentan el poder. Anteriormente las clases dirigentes correctamente llamadas, estaban compuestas por hombres formados con capacidad de cumplir varias acciones en distintos ámbitos del servicio al país (economistas, militares, políticos, historiadores, escritores, etc.), las mismas compartían una formación común, la cual destaca la capacidad de comunicación que entre ellos se desempeñaba. Compartían valores, familias, clubes e instituciones donde formarse mutuamente en un nivel parejo. En cambio luego en el proceso de transición a las nuevas generaciones de dirigentes, es decir los hijos de éstos próceres y nuevos inmigrantes, comienza el problema de la incomunicación, por la cual cada juventud según su status social, los valores que la misma representaba y brindaba una formación, crecieron en su ámbito particular de poder con un pensamiento y mentalidades inquebrantables e imposibles de conciliar con las otras tan distintas. Esto se debió a la falta de clubes o instituciones que contuvieran y relacionaran a estos distintos dirigentes provenientes de tan diversos ámbitos. Del mismo modo, y con relación a la comunicación, como segunda causa se menciona a la educación. Siendo ésta un ámbito donde se pudieran intercambiar ideas y opiniones entre sí contenidos en un espacio de diálogo. Y como tercer causa el autor menciona al Peronismo, en el sentido en que éste instala en la sociedad los valores de lealtad y obsecuencia con el valor máximo, en detrimento de las calidades intelectuales o los valores de las personalidades. Por estas razones considero muy interesante la capacidad de actualidad y contemporaneidad del texto ‘’Los que mandan’’ en la sociedad argentina del siglo XXI.
El autor detalla ciertas características de la sociedad argentina que analiza, las cuales encuentro sorprendentemente similares y aplicables a la realidad política que transitamos actualmente, luego de 51 años de su publicación.
A causa de los grandes cambios que se produjeron en el tránsito de una minoría dirigente aristocrática u oligárquica hacia una mas democráticamente amplia, detalla como la diversificación de orígenes de los diferentes grupos dirigentes influye en su funcionamiento en conjunto, siendo la sociedad la que debe pagar el alto precio por no lograr la dirigencia tener objetivos en común. Menciona ‘’Es decir, si el problema actual de los dirigentes es su radical incomunicación, esta incomunicación es fruto de algo cuyas raíces hay que buscar en el pasado.
Si hoy no hay comunicación, es porque los dirigentes no se conocen…’’Se puede observar el parecido con la actualidad, donde los grandes dirigentes y en medio de un contexto político de elecciones presidenciales, las diferencias sociales y de valores que cada uno de ellos representan son muy marcadas. La polarización en la sociedad misma se produce en base a lo que cada partido o grupo de poder que lo identifica, representa. Se divide la misma ciudadanía bajo iguales reglas o códigos que los referentes o dirigentes proponen. No es una sociedad ni menos aún unos dirigentes que busquen justamente conocerse, dialogar, desarrollar un programa o proceso para el futuro del país donde todos participen. Se juega una batalla en el cual deberá triunfar una sola ideología, irreconciliable con el resto de los ámbitos de poder que no piensen de forma similar. Lo más sorprendente es que la sociedad sea quien aún hoy, luego de tanto tiempo se encuentra en la misma postura y donde su demanda electoral sea alimentada con esa necesidad de diferenciarse simplemente del resto de los opositores, y no basada en la necesidad de tener un concepto de país como objetivo, comprendiendo que una coordinación con el resto de los grupos de poder influyentes es necesaria para cumplirlo.
Por otro lado en cuanto a la calidad de dirigencia política, el autor menciona ‘’Casi todos eran abogados: profesión poco apta para la conducción. La conducción moderna requiere mentes inductivas en lugar de deductivas, la elaboración de un plan a partir de los datos del ser y no extraído de un orden normativo(…)’’. Se podría decir que la descripción del mando necesario en la actualidad, requiere las mismas características, una capacidad inductiva por medio del diálogo con el resto de los dirigentes para lograr un objetivo común para el futuro del país. Es importante volver a centrarse en el ‘’ser’’ y en qué clase de sociedad decidimos ser, para de ese modo ser representados correcta y abarcativamente, y no por inclusión dentro de un concepto de país cerrado en los valores propios de un grupo de representantes de manera subjetiva, dejando fuera otro gran porcentaje del país excluido de ser representado por pensar distinto.
Otra de las cuestiones comparables a la sociedad de hoy en día es la cuestión de la calidad de la dirigencia que detenta el poder. Explica el autor, como en aquella época cuando el futuro de la Argentina se veía repleto de riqueza por ser el llamado ‘’granero del mundo’’ se dejaron guiar por esa confianza en el futuro a tal punto que llegó a ser imperceptible e indiferente la calidad o preparación del ejercicio del poder. Ante la ceguera en aquella confianza, no fue fundamental la capacidad de previsión ni la prudencia en el ejercicio del poder ante cualquier complicación o imprevisto. ‘’(…) el futuro era ajeno e independiente al esfuerzo, al sacrificio o a la responsabilidad personal de cada uno de los argentinos.’’ ‘’(…) es cierto que la valía de un hombre o de un grupo se prueba cuando se enfrenta con un obstáculo, aquí toda una sociedad madura se encontró con que ni siquiera había sido preparada para imaginar la posibilidad del obstáculo.’’ Similar a experiencias actuales más cercanas, como podría ser la crisis del 2001 y la incapacidad de acción o idoneidad de los dirigentes políticos en su momento por ejemplo. Es imprescindible comprender que el futuro del país no es ilimitado, ni sus recursos, ni su capacidad de corregir los errores. Hay toda una sociedad que luego debe cargar con la solución de los problemas realizados en una gestión, a lo largo de varias generaciones. Pero es también la sociedad quien debe comprender que tal cual dice el autor, el futuro si depende del esfuerzo, sacrificio o responsabilidad personal de cada uno de los argentinos, tanto al momento de delegar la responsabilidad de gobernar, como así también en aquellos que asumen la misma. Hoy en día cargamos con grandes problemas sociales de atrasos en cuestiones de pobreza y educación, como así también en relación a la economía y la inflación que afecta la capacidad de consumo de la población y cada vez se encuentra mas desvalorizada la capacidad de compra de un sueldo, al no ser suficiente el ingreso con relación al consumo.
En cuanto a los partidos políticos y quienes los conforman, encontramos características de alienación a los mismos, sin capacidad de observar la realidad objetiva y abiertamente receptiva a recibir críticas o puntos de vista distintos, fuera del esquema sostenido por el propio partido. Tal como indica el texto ‘’poco a poco el peronismo identificó la lealtad y la obsecuencia como valores máximos. Las calidades intelectuales, los valores del espíritu y la capacidad investigativa comenzaron a visualizarse como indicadores de una independencia de criterio más que sospechosa. Se modificaron los criterios de selección y concluyó por generalizarse una mentalidad que reputaba poco conveniente el esfuerzo personal, el triunfo por méritos exclusivos y el lucimiento en cualquier campo de la actividad’’ ‘’Así fueran oficialistas u opositores. Y si eran oficialistas, con mayor razón; una propaganda que nos convencía de nuestra suficiencia y que nos presentaba como rectores en todos los órdenes, incluida la investigación nuclear, tendía a alejarnos de los grandes centros de formación mundial a los que realmente hubiéramos debido acudir-‘’ la política pasó al centro, a convertirse en una mera lucha y por ende a bajar los niveles colectivos de exigencia personal. Actualmente es el partido el que moldea las opiniones de sus integrantes y silencia sus voces u opiniones bajo un libreto formado.
‘’ Entendieron la política como exclusión y a sus relaciones, siempre dicotómicas, o amigo o enemigo’’ Esa vivencia de la dirigencia política desde aquellos años, tiene relación directa con la dirigencia actual, ya que representa una característica muy marcada en nuestra sociedad. Se trata en mi opinión de una concepción de la política, un modus operandi de un paradigma antiguo, de un contexto político muy distinto al del siglo XXI, pero que sin embargo se mantiene vigente a la hora de construir el poder y la distribución y organización de la sociedad misma. Es un código común establecido y aceptado el cual debe cambiar. ‘’Así, finalmente la historia argentina pasó a ser una sucesión de discontinuidades (…) solo se han producido varias quiebras con fractura.’’
‘’En efecto, el peronismo, nuevo Rey Midas, convirtió todo lo que tocó en tres materiales distintos: los que lo rechazan todo sin reconocimiento alguno, los que en el peronismo lo admiten todo sin beneficio de inventario, y más alla de las posiciones irreductibles, los pocos que desean ser objetivos’’. Sin mucho que agregar, la sociedad Argentina actual se encuentra exactamente en este estado, completamente polarizada con una ideología o pensamiento dominante con gran capacidad de convencimiento que busca aglutinar opiniones únicamente a favor, o de lo contrario se utiliza nuevamente el concepto amigo o enemigo. Y urgente es su necesidad de transformación y de intentar reconstruir o mediar entre tan antagonistas visiones de un mismo país. ‘’Porque éste es el hecho básico que enmarca una generación. Que es y seguirá siendo vieja en la medida en que no transponga la dicotomía en que vivió. La salida solo puede entreverse a través de una ‘’generación nueva’’. En la que casi todos deben ser nuevos –nuevos por su actitud- y en la que también habrá los viejos nuevos que hayan podido a tiempo asumir e internalizar las experiencias’’. En el contexto electoral en el que vivimos, las opciones son variadas y varias de ellas consideran ésta posición, la cuestión central será si es efectiva y real su capacidad de mantenerse en ese estado y no recaer una vez en el poder (si es que existiese la posibilidad) de repetir una vez mas los errores para lograr finalmente un cambio generacional del modus operandi de la política generalmente aceptado a lo largo de tantos años. ¿Estará la sociedad finalmente, luego de tantas experiencias y años, en el momento histórico donde se encuentre la búsqueda de éste cambio?.
Finalmente el autor termina el capítulo haciendo mención a ‘’una perspectiva para lo inmediato’’. Desarrolla la importancia de una auténtica nueva generación cuando la misma se convierta en reconstructiva ‘’-(…) las nuevas elites estarán formadas por elites reconstructivas; es decir, de los distintos sectores que convergen funcionalmente en la cúspide. (…) deberán ser no solo funcionalmente, sino también ideológicamente reconstructivas y aun históricamente reconstructivas, que será lo más difícil.-’’ Coincido con el autor, a pesar de la diferencia de épocas, que continúa siendo el desafío principal del país el logro de una clase dirigente de este tipo, la cual aún no ha surgido y sigue vacante el lugar para ser ocupado. Pero éste cambio tal cual explica Imaz, no debe ser realizado por un sector social, sino por varios quienes deberán comenzar la reconversión, y este cambio luego obrará sobre el resto como un ‘’efecto de demostración’’ sobre los demás. En el contexto actual, luego de las elecciones presidenciales quedará definido que tipo de país buscamos, y si la alternativa es optar por una visión distinta de la misma, será necesaria la convergencia de todos los sectores interesados en participar en la política del país. Afirma también el autor que ‘’-hay un vacío generacional en los partidos políticos, no existe la generación de recambio-’’ y en cuanto a los partidos políticos dice ‘’-(…) nacen, crecen y mueren con rapidez.’’. Creo que es otro fenómeno que se puede observar en la realidad argentina actual, en la cual partidos políticos nacen y al poco tiempo se rompen, luego se generan uniones, desaparecen, cambian de aliado, de nombre y de ideología, olvidando la importancia que la Constitución Nacional misma les da como representantes del pueblo para detentar por medio de los mismos el poder y participar en la toma de decisiones.
Por último el autor finaliza con optimismo hacia el futuro, haciendo referencia a la crisis como un lugar donde los que han crecido en ella, han madurado y lleva a una toma de conciencia íntima y personal, acercando a los jóvenes, favoreciendo el diálogo, el espíritu crítico y la racionalidad, lo cual considero, debería ser el tipo de interpretación que deberíamos darle las generaciones actuales a la realidad y a la historia argentina, ya que los hechos ocurren en un medio temporal, pero somos quienes vivimos en el presente quienes podemos hacer algo positivo o negativo con la historia y las experiencias pasadas. Lamentablemente luego de más de cincuenta años de su publicación, aún no se ha logrado el resultado deseado si no mas bien, repetir los errores. Y me es inevitable pensar si realmente habrá llegado el momento, si será ésta junto con la generación futura la que realmente transforme y encarne el cambio que todos o muchos buscamos, siempre y cuando signifique un cambio que incluya, que deje de lado los binomios, y con las diferencias incluidas prepare a una verdadera clase dirigente por un futuro de continuidades y con recambios y alternancias entre los gobernantes, pero finalizando con las discontinuidades de nuestra historia que tanto nos ha hecho retroceder y estancarnos. ¿Serán finalmente 51 años suficientes para tomar conciencia? ¿volveremos a generar una clase dirigente como merecemos?