El mayor escándalo de corrupción en Brasil, la causa Petrolaô, genera estupor en las altas esferas del gobierno de Dilma. Si bien ella no se encuentra directamente implicada, si lo está por asociación y por posible entorpecimiento de la causa. Quien sí se muestra cada día más complicado es Luiz Ignacio Lula Da Silva, su predecesor en la presidencia.

Todo Brasil, no sólo los jueces, intenta vislumbrar supuestos sobornos en la petrolera por una cantidad de u$s 2.000 millones de dólares, que aparentemente el ex presidente Lula Da Silva habría hecho en sus dos gestiones consecutivas (2003- 2010).

El pasado viernes 4 de marzo, el juez federal de Brasil, Sergio Moro, solicitó allanar tanto el domicilio particular de Lula (en la ciudad de Sao Bernardo do Campo, San Pablo) como la sede del Instituto Lula, dirigida por él, además de una finca de la localidad paulista de Atibaia y un apartamento en el balneario de Guarujá. Luego de declarar ante la justicia, el ex mandatario manifestó sentirse prisionero en su propio país.

Después de este colapso, se acrecientan las dudas sobre un juicio político a Dilma y se profundizan los interrogantes sobre el rendimiento de la economía. El Bovespa finalizó el viernes con una suba del 4,15%, y la cotización del Real de Brasil subió ese mismo día más del 3%. Además, las propias acciones de Petrobras subieron un 13% en la última semana.

Alexandre Cabral, especialista en Finanzas del NeoValue Investimentos dijo: «La reacción del mercado es causada totalmente por Lula y por Dilma. El mercado cree que todo el mundo va a caer y que un posible nuevo gobierno daría gas a la economía del país». Cabe destacar que la causa más grande de toda la historia de Brasil, que comenzó en 2014 cuando la Policía Federal arrestó al ex director de refinación y suministro de Petrobras, Paulo Roberto Costa, tras descubrir que había recibido un auto Range Rover de parte de Alberto Youssef (cambista del mercado negro), aún no llega a su fin. Bajo el lema “Fora Dilma”, nuevas manifestaciones son convocadas para el domingo 13 del presente mes.

La corrupcion de Brasil más allá de sus fronteras

Dicha causa ha llegado más allá de lo esperado. Durante el gobierno de Néstor Kirchner (cuando las relaciones bilaterales con Brasil eran fructíferas), el ex ministro de Planificación Julio De Vido, había logrado -según declaraciones del ex director del área internacional de Petrobras, Néstor Cerveró-, que la empresa petrolera brasileña le vendiera a las argentinas Enarsa y Electroingeniería sus acciones en la empresa de transmisión de energía Transener, adquirida por Petrobras en el año 2002.

El ex Secretario de Transporte Ricardo Jaime, es otro de los que se encuentran manchados con petróleo. En los expedientes figura un cobro de coimas de US$ 80.0000 de parte del mismo y de su asesor, Manuel Vázquez, por parte de la compañía Odebrecht, la que fuera elegida para hacerse cargo de las obras para el soterramiento del ferrocarril Sarmiento.

La causa, conocida como Lava-Jato, es investigada en Argentina por el fiscal de Investigaciones Administrativas (FIA) Sergio Rodríguez, quien viajó a Brasil para reunirse en Curitiba con los fiscales del caso que investiga toda la policía brasileña.

En los años 2003 y 2004, Argentina se encontraba apenas emergiendo de la famosa crisis del 2001 que provocó la salida del ex presidente Fernando De La Rúa. El gobierno no tenía acceso al financiamiento para proyectos de infraestructura, y desde Brasil llegaron suculentas propuestas de empresas privadas como Odebrecht (principal constructora de Brasil), que participaban en licitaciones públicas o ofrecían fondos con financiamiento de la banca de desarrollo brasileña.

Otro de estos casos de soborno y sobreprecio lo tuvo Argentina en el año 2005. El caso Skanska fue pionero en la operatoria. El banco de desarrollo de Brasil fue el financista de la obra, que tuvo un costo de alrededor de 310 millones de dólares, y por el que se investigó un sobreprecio de alrededor de 17 millones.

La cantidad de causas de corrupción que afronta el ex secretario de Transporte, Ricardo Jaime, carece de comparativa alguna. Desde Once, pasando por enriquecimiento ilícito, mal desempeño de deberes de funcionario, y ahora la causa Petrolaô de Brasil, no hay funcionario que se le asemeje. No hay ninguno cómo él.

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