Conflicto palestino-israelí: carta abierta a Pedro Brieger

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Pedro, vengo siguiéndote desde hace tiempo y, a decir verdad, ésta es la primera carta abierta que escribo. Me gustaría creer que llegarás a leerla, pero me confieso escéptico. Yo no tengo renombre, no salgo en radio o televisión, y tampoco convoco a las multitudes que vos reunís en eventos y congresos. Sin embargo, espero que me entiendas, tenía que escribir. Muchas veces te escuché decir cosas sobre el conflicto palestino-israelí, que a mi criterio tergiversas o presentas de modo tendencioso. Bien, desde ya podríamos acordar, con justa razón, que no existe tal cosa como la neutralidad o la absoluta parcialidad. Cada quién tiene su opinión, su libro, sus certidumbres, sus puntos de vista; y eso, en sí, está perfecto. Pero el problema que veo y, al caso, el motivo por el cual escribo, pasa por que vos no sos –como dice la expresión– un simple mortal. Tenés al servicio de tus ponencias medios masivos y por ello, casi automáticamente que digamos, ostentas la capacidad de influenciar a miles de personas, sobre temas que no necesariamente conocen. No obstante, particularmente con lo que hace a Israel y a Medio Oriente, estás obsesionado. Creo que te pasaste de la raya y, desde mi lugar, quería explicarte por qué.

Verás, no te escribo para cuestionar tu formación o intelecto. Si estás en donde estás es porque tenés talento, porque sos un tipo culto en muchas cosas, y no menos importante, porque te expresas bien, de un modo que cualquiera puede entender. En función de esto último, te escuché hacer analogías quisquillosas entre el conflicto palestino-israelí, el Pac-Man y el T.E.G. Israel –le explicas a la gente– es la hambrienta bola amarilla que para pasar de nivel tiene que seguir comiendo puntitos de a poquito, pues nunca queda satisfecha. Claro, también das a entender que si uno quiere apreciar en qué consiste la geopolítica y particularmente las maquinaciones de Israel en el conflicto, uno tiene que jugar al T.E.G, el imbatible juego de estrategia argentino. Pero, ¿sabes que pasa, Pedro? La tele y la radio no son, o mejor dicho, no deberían ser, una charla de café; especialmente, cuando se habla de temas tan complicados y polémicos. Dada tu privilegiada posición como referente público sobre Medio Oriente, alguien medianamente informado se esperaría que tu análisis del conflicto palestino-israelí fuera algo más profundo que el Pac-Man o el T.E.G. Tengo 26 años, y evidentemente no tengo tu trayectoria, pero, para serte honesto, aspiro a tenerla. Hace varios años vengo invirtiendo mi tiempo leyendo de todas las fuentes posibles a mi alcance para nutrirme con múltiples líneas editoriales, tomándome la cuestión del conflicto bastante en serio. Vos sos una de esas fuentes, mas hoy día te escucho hablar de Israel y Palestina, tan sucintamente y simplificadamente, que si no me hubieran dicho que sos un prestigioso analista –por algo contratado por la CNN– pensaría que sos un charlatán que habla en base a lo que leyó en Wikipedia.

El otro día, mientras se transmitía tu breve comentario por la TV Pública acerca de la actual ola de violencia en la convulsionada Tierra Santa, un rótulo leía “Israel ataca a Palestina”. Me vino un calambre. Quizás hay algo de lo que no te percatas. Con tus analogías lúdicas –y yo agregaría cháchara panfletista– desprestigias la profesión de periodista y, sobre todo, la de analista. Ahora resulta que, incitados por el liderazgo palestino, jóvenes árabes, expuestos a afiches y videos virales que exhortan a matar judíos a cuchillazos, salen a la calle a asesinar a cualquiera –ancianos, hombres, mujeres, niños. Y no obstante, en tu escueto análisis de pocos minutos, Israel es el agresor, pues lisa y llanamente, mientras que apoyados por Estados Unidos los israelíes tienen aviones y tanques, los desamparados palestinos tienen poco más que rocas. ¿Es acaso este el examen de un analista experimentado? Podemos disentir en muchas cosas, pero esto es apología del terrorismo.

No es mi intención cuestionar tu educación, tu capacidad, o tu instrucción –pero de Medio Oriente sabes poco y nada. Estás enfrascado en un enfoque específico como universal, que empleas para explicar todo lo que sucede en el mundo, sea en África, en América Latina, o en Medio Oriente. Déjame tomarme el atrevimiento de retrucarte que, a diferencia de un verdadero analista, parece que no te tomaste suficiente tiempo para explorar perspectivas desde otros ángulos y coyunturas. Cuando te escucho hablar, por lo general, cargas axiomáticamente contra Estados Unidos y su academia, grosso modo, tildando a sus integrantes de engreídos y arrogantes. Entonces asocias a Israel con todo aquello que no te gusta. Ves colonialismo en la historia europea, y ves a los estadounidenses como sucesores de esta epopeya imperialista. Paralelamente, como Jerusalén es cercana a Washington, sentencias que son la misma cosa. Padeces de lo que Raymond Aron llamaba “el opio de los intelectuales”. Hiciste de tu punto de vista marxista un dogma insalvable, que ajustas para explicarlo todo en función de tus preferencias.

En efecto, dado que tu perspectiva del conflicto palestino-israelí es tan acotada, siguiendo tu ejemplo, podríamos definir tu dogma de la siguiente manera: Israel es aliado de los yanquis, ergo es parte de sus designios capitalistas-imperiales. Israel está manejado por extremistas que quieren dividir a los palestinos para conquistarlos y, por eso, nunca se interesaron en un compromiso sincero. Mientras que los palestinos quieren la paz, los israelíes, dado que “tienen todas las fichas o posiciones” (como si el conflicto fuera una partida de T.E.G), pueden hacer lo que quieren con sus rivales, desde denigrarlos hasta matarlos. De dichos alegatos estriba todo tu análisis. Voilá ¿Para qué estudiar la complejidad de Medio Oriente, cuando uno tiene a Pedro Brieger que se lo explica así nomás y fácil?

Por ello, de analista a analista, yo amateur y vos canchero, te pregunto lo siguiente -en una de esas, a partir de estos disparadores, te movilizo a dar respuestas un poco mejor elaboradas durante tu próxima intervención en televisión, o en el próximo prólogo o libro que publiques sobre el conflicto:

  1. ¿Por qué se da ahora esta intifada u ola de violencia? Tu respuesta apunta a que el quid de la cuestión es la ocupación israelí. Lo mismo decías años atrás, cuando no había intifada. Consecuentemente,

 

  1. ¿Por qué no hablaste del contexto regional y la incidencia de las guerras sectarias en Irak, en Siria y en Yemen, en está conflagración palestino-israelí?

 

  1. ¿Por qué si bien Mahmud Abás y compañía son seculares –según lo sugerís, otro movimiento de liberación a secas que lucha por terminar con una ocupación– apelan constantemente a la religión para dar legitimidad y trascendencia al asesinato casi ritual de judíos? Me imagino que sos consciente de que un terrorista ve a un israelí y no hace distinción alguna; busca acuchillarlo en el acto, sin mediar palabra.

 

  1. Me parece bárbaro que hables del extremismo judío como barrera a la paz. ¿Pero qué hay, entonces, del terrorismo palestino? En tu mente, el único factor religioso que gravita sobre el conflicto es el complejo de “pueblo elegido” de los judíos duros. ¿Acaso Hamas no quiere desaparecer a Israel de la faz de la tierra? ¿Qué hay de la educación que reciben los niños palestinos, que son instruidos a odiar a Israel desde que nacen? ¿El hecho de que Abás congratule los actos de terrorismo no te significa nada? Abás está en el poder hace una década, está empantanado en casos de corrupción y hay perseguidos políticos palestinos; ¿esto te hace algo de ruido? ¿Vale recalcar que los militantes de Al-Fatah se matan con los milicianos de Hamas, o es eso un mero detalle circunstancial que no pincha ni corta?

 

  1. ¿Podrías explicitar por qué Yasir Arafat se rehusó a firmar la paz en el 2000, cuando Ehud Barak le ofreció autonomía palestina sobre casi la totalidad de Cisjordania y Gaza? En 2008 Ehud Olmert mejoró la propuesta y ofreció la creación de un corredor que uniera físicamente a estos territorios. ¿Por qué no compartís estos “detalles” en tus alocuciones?

 

  1. Por último, ¿por qué la sangre palestina es la única que te importa? ¿La sangre israelí no cuenta? ¿Tener aviones y tanques convierten a los israelíes en asesinos ipso facto?

 

La verdad Pedro, dejas demasiado que desear. No me malinterpretes. Estás en todo tu derecho de fantasear con que sos una suerte de Baruch Spinoza contemporáneo, algo que sugeriste alguna que otra vez. Sin embargo, hay algo que me parece que no entendiste. Si sos vapuleado, especialmente por un segmento de la comunidad judía, esto no se debe a que pensas diferente y tenes un espíritu crítico sino todo lo contrario. El problema de fondo no son tus opiniones. El problema es que sos el único a quien los medios estatales convocan para hablar del conflicto. No hay debate, y vos, la única voz cantante, te presentas como un tipo centrado, cuando la realidad es que estás empecinado en dar beneplácito al terrorismo.

Pedro, pobre del estudiante de relaciones internacionales que se base enteramente en tu ejemplo. Tu libro sobre el conflicto no es académico, es un folleto. Medio Oriente tampoco se explica con analogías al Pac-Man o al T.E.G. Hablando más seriamente, tampoco se entiende en los términos -inflexiblemente marxistas- que ajustas a tu análisis de la coyuntura latinoamericana.

Cuando quieras debatimos. Si no es conmigo, que sea con alguien que se haya tomado la cuestión con la seriedad que se merece. Encontrarás que hay gente muchísimo mejor preparada que yo para tratar y debatir esta cuestión. Por lo pronto, si no te beneficiaras de dicha instancia, por lo menos permitirías a los radioescuchas o televidentes que sí lo hicieran, dándoles la oportunidad de informarse con más opiniones.

Saludos,

Federico Martín Gaon.

DNI. 34.497.892.

 

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