¿Cuánto valen realmente tus datos?

Las plataformas de streaming recolectan nuestros datos
El valor comercial de tus datos
El año pasado en una clase en Digital House nos preguntaron quien preferíamos que nos eligiera un libro como regalo: Nuestra pareja, amigos, familia, o Jeff Bezos. Yo prefiero a Amazon. La gran mayoría de los otros alumnos, no.
Al igual que Netflix, Amazon cuenta con una inimaginable base de datos y un poder de análisis tan potente que considera muchísimos parámetros y variables imposibles de equiparar con un cerebro humano. Si bien estamos lejos de la Inteligencia Artificial general (o fuerte), la aplicada (débil) ya supera a la humana en muchísimos aspectos. El Big Data es uno de ellos. Y esa capacidad de análisis está creciendo: a más información, mejores serán sus predicciones.
Tanto Amazon y Netflix, así como Facebook, Twitter e Instagram, por mencionar algunos, reciben muchísimos datos, personales o no, por los cuales, según muchos, no pagan nada. Yo no creo que eso sea necesariamente cierto, pero las tendencias en relación a este tema siguen la primera tesis: las grandes empresas tecnológicas deberían pagar por el contenido y datos que reciben.
En esta instancia se tendrían que clasifican aquellos datos que uno “entrega” en forma más o menos inconsciente (actividad en la red, cookies, historial de compras), del contenido que se deriva del propio uso de la red (subir una foto a Instagram) y de aquel que implica un servicio adicional no obligatorio para el uso de la tecnología (calificar un hotel).
Existen ya numerosas iniciativas dirigidas a intentar lo que se llama “Human-Centric Data Economy”(1), y cómo podría distribuirse una ganancia obtenida, por ejemplo, cuando un producto es vendido incluyendo, entre otros factores, por una recomendación del usuario. Los economistas plantean el uso de teoría de juegos, específicamente Shapley(2), para calcular cuánto correspondería que cobre cada uno de los proveedores de datos.
Personalmente considero que es errado intentar forzar a redistribuir los ingresos generados por las ventas online a través de las grandes compañías tecnológicas. Si bien Facebook no vende nuestros datos, sí genera ingresos vendiendo acceso a tu “feed”, ya sea en Facebook, Instagram u otros. Con tus datos personales, se generan perfiles que luego se utilizan venderte productos en forma más personalizada.
Otro de los ejemplos que se usan en relación al pago de los usos es el de Waze o Google Maps: si yo incluyo una información sobre el tráfico, debería ser recompensado. El uso de estas apps es gratis, y generan un valor a la economía particular y general enorme. Ahorro de tiempo y mejor fluidez del tráfico, por nombrar algunas.
Pero si bien el uso de la app es gratuita, su creación y su mantenimiento posterior no lo es. Tampoco se pagan regalías a sus creadores por la idea y los complicados algoritmos que la manejan. En este sentido, ya sabemos, nada es gratis. El pago por los datos de sus usuarios implicaría un encarecimiento de toda la cadena de valor. Existen publicaciones periodísticas que mencionan potenciales cobros de hasta 20.000 euros por año(3).- ¿En serio creemos que los servicios seguirán siendo gratis? ¿O que, de continuar siéndolos, ello no implicaría un desincentivo para los futuros desarrollos?
Si bien existen quejas generalizadas y se tiende a demonizar a las grandes empresas de tecnología, nosotros optamos por usar o no un servicio determinado. Nadie nos obliga a usar Twitter, Facebook o Instagram. Y también optamos por permitir el uso de nuestros datos, su extensión, uso y destinos. El problema radica en que nunca leemos las políticas de privacidad de un sitio. Pero están ahí.
Obviamente si luego las políticas de privacidad son violadas e incumplidas, sí la justicia deberá tomar cartas en el asunto.
La protección de los datos y el rol del Estado
A propósito del 28 de enero, día internacional de la Privacidad, pudimos leer en diversos medios notas sobre la protección de datos personales, los modos de cuidarlos y los peligros a los que une se expone al utilizar, particularmente, redes sociales.
Es recomendable la nota de Mauro Berchi, del 12 de febrero, en Ámbito Financiero(4). Allí profundiza en un aspecto que no todos tenemos claro: cómo se generan los perfiles digitales de las personas, para personalizar la publicidad que recibimos, entre otros fines. (También este periodista entrevistó a un emprendedor que quiere generar un sistema para que los usuarios cobren por sus datos)(5)
Argentina tiene una regulación de datos personales que en su momento de dictado del año 2000 estaba equiparada a los más altos estándares mundiales. A punto tal que en el año 2003 la Comisión Europea declaró que la Argentina contaba con legislación adecuada para la protección de datos (algo que no es trivial, ya que permite la transferencia de datos hacia y desde el país sin mayores trabas)(6).
Sin embargo, y más allá de las posteriores reglamentaciones, la ley no se ha actualizado en casi 20 años. La nueva ley europea, dictada en el año 2018, pone en riesgo que perdamos ese estatus como adecuados, y eso, entre otros, motivó al poder ejecutivo en ese mismo año a enviar un proyecto que aún hoy no fue transformado en ley.
Prácticamente todos los países democráticos tienen el desafío de generar un modo de legislar que permita tratar y dictar leyes modernas, flexibles y en poco tiempo. En esta década que empieza se generarán cambios muy profundos en todos los aspectos de la vida pública y privada, y a intervalos cada vez más cortos. Es un problema que entiendo generalizado en todos los aspectos. Pero en el caso de la información y su transmisión, es particularmente sensible, por los bienes jurídicos afectados pero también por su dinamismo y cambio constante. En ese contexto, más de 2 años de proyecto parecen por demás excesivos.
¿Hasta dónde debe intervenir el Estado? Considero que el Estado no debe inmiscuirse en las relaciones de derecho privado más que para proteger abusos y posiciones dominantes. Pero es importante que los Estados en general entiendan ese rol limitado, que no debería exceder la imposición de reglas claras de información al usuario y el cumplimiento de esas políticas. No adoptar una posición de proteccionismo extremo.
Está en nosotros leer las políticas de privacidad y configurar adecuadamente y conforme a nuestras necesidades nuestra protección de datos. Y eventualmente también podemos no tener Facebook, Waze, Twitter, Amazon, Netflix o Instagram. Ante todo, la libertad.
Internet of Things y el mundo hiperconectado.
Internet of things y un mundo hiperconectado
Este es otro capítulo pero que es una industria que crece a pasos agigantados. Cada vez más dispositivos se encuentran interconectados, enviándose información y aprendiendo con el uso. Son varios los casos de usuarios que se quejan porque Alexa “los escucha”(7) o, por caso, la propia televisión(8).
La explosión de cosas que se conectarán cambiará el mundo para siempre, de nuevo. No sólo las asistentes personales o las televisiones escucharán. También los autos, las heladeras, y nuestros teléfonos/relojes/fitbits. Todos se hablaran entre sí.
Preparémonos también para sensores en nuestro cuerpo que permitan pasar a una medicina preventiva diciéndonos qué minerales o vitaminas nos faltan. Y que el medidor de sueño pueda avisarle al auto autónomo que dormimos mal y por lo tanto ponga en Spotify música que nos permita dormir mientras nos lleva a trabajar.
Todo, sin intervención humana. De un lado del mostrador se piensa que datos como la salud son ciertamente más sensible y requieren una mayor protección. Y es cierto. Pero por otra parte, mayores son los beneficios para nosotros si compartir los datos redunda en un mejor cuidado de mi salud, o de la salud general de todos los humanos. Recuerden, a mayor cantidad de datos, más potente es la IA
(1) http://laoutaris.info/wp-content/uploads/2019/12/HCDE-editorial.pdf
(2) https://christophm.github.io/interpretable-ml-book/shapley.html
(3) https://www.elconfidencial.com/tecnologia/2020-02-19/ganar-dinero-datos-internet-micropagos_2460216/
(6) Decisión de la Comisión C (2003)1731 de fecha 30 de junio de 2003 con arreglo a la Directiva 95/46/CE del Parlamento Europeo y del Consejo sobre la adecuación de la protección de los datos personales en Argentina
(7) https://www.thesun.co.uk/tech/9658182/amazon-echo-spying-alexa-how-to-stop-listening/