Desarrollo político, pos-verdad y salud de la República Argentina

Tal vez más que construcciones políticas hoy en día tenemos que «aprovechar» el desarrollo político y darle una orientación al crecimiento en «conocimientos» de democracia funcional.

Tal vez, la tendencia cultural es a saber mucho con mucho miedo a equivocarse y muchas ganas de obedecer. Parecería ser que lo que legitima todo en última instancia son los denominados «procesos políticos», como construcciones explicativas, más que liberar a la opinión pública para que sea artífice de su propio destino.

Tal vez, la salud de las personas ante construcciones políticas, que parecerían ser «justificaciones» de porque las cosas están como están, viene en deterioro desde hace décadas.

Tal vez uno si no fuera argentino diría, «¿Pero cómo puede ser que no se desarrollen en una sana democracia?». La realidad y la cultura están, y van y vienen en «construcciones». Tal vez, la opinión pública se sostiene por la gran riqueza que tenemos con los referentes que nos insinúan explicaciones al estilo «aprendalo usted mismo».

Tal vez la gran apuesta es tener ciudadanos libres y respetuosos de no un proceso político, sino de muchísimos procesos políticos, y muchas veces «personales», sabiendo que lo peor que nos puede pasar es que un ciudadano caiga en el «fatalismo», «la D».

Tal vez la salud de nuestra democracia tenga que ver con la salud de personas concretas que puedan escuchar, pensar y hablar y que cuando lo hagan puedan hacer coincidir su cultura con la realidad. Con menos enemigos, reales o imaginarios.

Tal vez la información con la cual contamos para pensar algunas veces es imprecisa u obsoleta. Son riesgos que no podemos permitirnos asumir (sin brújula ningún navegante sale a navegar). Tal vez por eso nos confiamos de quienes toman el mando y después impiadosamente protestamos.

Tal vez la pos verdad es un fenómeno que versa sobre las imprecisiones y carencias de información, que hacen que lo malo conocido sea mejor que lo bueno por conocer. La verdad es que uno está más seguro, cuando puede preveer qué pasa y qué va a pasar. La incertidumbre podría tener sin embargo una virtud: la humildad. Si yo sé que no lo sé todo, puedo intuir que «el otro» tampoco lo sabe todo. Esto exige cooperación y colaboración. Tal vez la mejor construcción política de todas se da cuando se desarrolla un diálogo para «entender la realidad».
Tal vez el respeto de dos ciudadanos al desarrollo político, bendice las construcciones de todos los demás ciudadanos. Tal vez las apuestas políticas que vendrán no van a ser de un sólo candidato contra otro, tal vez las elecciones masivas van a tener más relación con los equipos (y a que o quienes están asociados consciente o inconscientemente).

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