Donald John Trump y la crisis de los limones argentinos que no fueron

El 2016 dio a luz dos hechos que transformaron el escenario internacional actual y de los próximos años: el BREXIT y la victoria de Donald John Trump.

Ambos proyectos promueven las reinvindicaciones nacionalistas, orientadas a reforzar los principios e ideas de los Estados Nacionales y su soberanía por encima de acuerdos multilaterales y diseños supranacionales, como es el caso de la Unión Europea.

La victoria de Donald John Trump, mas allá de los intentos de la diplomacia argentina de sostener la existencia de canales de comunicación amenos, cayó fuera de los cálculos y previsiones de la administración de Cambiemos que acumula hasta el momento constantes desaciertos en lo que hace a Relaciones Exteriores.

La tan mentada intención de “insertarse al mundo”, premisa tradicional de los liberales argentinos, vuelve a chocar con el muro de la inexperiencia en lo que hace a materia internacional del macrismo.

Argentina se encuentra hoy en una posición contradictoria y sin un rumbo claro ante una administración Republicana que, en escasos siete días de gestión ya envió señales de sus intereses y agenda.

Nuestro país experimentó las primeras agrias reacciones de la nueva política reinante en el Ala Oeste; la tan mentada posibilidad de exportación de citrus (que fuera una victoria anunciada por el Oficialismo) a territorio norteamericano fue cancelada.

Ahora bien, esta “crisis de los limones”, lejos de ser una medida caprichosa por parte de Mr. Donald John Trump, responde a una serie de comportamientos que el macrismo tuvo a lo largo del 2016, y que no han pasado desapercibidos por el Republicano y su equipo.

Hechos que valen más que palabras en los EE.UU. de Donald John Trump

Ya durante la campaña el macrismo, fiel a su estilo de “muestreo” y resultados por encuestas, mostró veleidades, no muy solapadas, en favor de la candidata Demócrata que, a priori, se imponía por leve márgen al actual Presidente.

Las declaraciones del Embajador Argentino, Martín Lousteau, en favor de Hillary Clinton; la foto de la Canciller Malcorra días antes de las elecciones con la Ex-Primera Dama y las jocosas declaraciones de Mauricio Macri a Bill Clinton comenzaron por marcar un camino nada fácil para un gobierno argentino que requerirá, mas temprano que tarde, del visto bueno de la Casa Blanca para continuar con su agenda económica demante de créditos e inversiónes.

El Magnate Donald John Trump, ahora devenido Presidente, sabe de la necesidad e interés del actual Gobierno Argentino por establecer relaciones cercanas con el País del Norte, y por ello no dejó pasar la oportunidad para marcar límites y cobrar los apoyos no recibidos.

Mención aparte requiere lo acontecido con el Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TTP por sus siglas en inglés).

Este acuerdo desarrollado por la Administración Obama, y con apoyo de los Demócratas, no contaba con el visto bueno de Donald John Trump y los Republicanos. Sin embargo, en sus primeras semanas, Macri impulsó el ingreso de Argentina al mismo.

Esta apuesta de Cambiemos, deseoso entonces como hoy de aprobación y apoyo por parte de la EE.UU. resultó tóxica. El flamante Presidente norteamericano se había manifestado contrario a este acuerdo y, en consecuencia, entre sus primeras decisiones ejecutivas decretó retirar al gigante del norte de dicho acuerdo.

Ante esta situación Argentina nuevamente debió retroceder y redefinir su postura, cambiando el discurso y quedando nuevamente, como lo hizo tras la derrota Demócrata, en un lugar incómodo que dificulta el acercamiento con los Republicanos o alguno de sus interlocutores.

Al nuevo escenario deben sumarse las próximas definiciones que Donald John Trump tomará con respecto a la tasa de interés, y que como muchos analistas prevén, afectará los valores e índices para la toma de deuda, lo cual, en el actual esquema económico del oficialimo argentino traerá un impacto negativo.

La inexperiencia y caprichoso infantilismo con la cual se condujo el Gobierno Nacional durante su primer año de gestión en cuanto a los vínculos con la diplomacia norteamericana se hizo sentir en estos días cuando Donald John Trump, hombre de negocios primariamente, no olvidó la falta de neutralidad de la administración de Cambiemos durante el pasado año y decidió dar de baja los acuerdo para exportación de citrus argentino.

Esta clara muestra de poder, marcó los alcances y posibilidades inmediatas que pueden esperarse de la nueva relación con la Casa Blanca.

Frente a este complejo escenario el macrismo va perdiendo interlocutores, dado que también ha tensado relaciones con otro actor de peso como es China.

El hundimiento del pesquero allá por marzo de 2016 (mas allá de la legítima acción realizada por el gobierno argentino) y el freno para obras públicas que realizaría el Gigante Asiático en nuestro país han enfriado las relaciones bilaterales de lo que supone será el gran actor internacional de la próxima década, tal como lo muestra la estrategia del actual asesor en cuestiones internacionales de Donald John Trump, el eterno Henry Kissinger.

Dada así las cosas, parece ser que la inexperiencia y las veleidades de la administración macrista están siendo onerosas para los intereses Argentinos, reduciendo la tan pregonada inserción en el mundo a tomar deuda y créditos mas que a la implementación de políticas que favorezcan el desarrollo del país y fortalezcan su rol actoral en el concierto de naciones.

Se sabe que la diplomacia como las relaciones entre los países depenumden mucho de la imagen, mensajes e intereses comunes que puedan construirse; el realismo y posturas con las que pretende gestionar y llevar adelante las relaciones internacionales Donald John Trump, anteponiendo los intereses nacionales, fortaleciendo fronteras internas (económicas y geográficas) significará un desafío para la administración argentina que parece tener otra mirada con respecto al futuro cercano que se aproxima.

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