Educación: fuimos, no somos, podemos ser
Pensar la educación pública o privada de un país es una responsabilidad enorme, y así lo entendió el Ministro Esteban Bullrich cuando enunció en una charla las estadísticas de acceso y culminación a la escuela secundaria a lo largo y ancho del país y las tasas de ingreso y egreso de la Universidad.
En esa misma charla, que brindara en una Universidad privada, le decía a sus ocasionales oyentes que si él no cumpla con la legislación vigente, debía ser enjuiciado por no haber cumplido con su responsabilidad. Sin lugar a dudas que es un paso adelante en un país en donde ni Dios ni la Patria nunca demandan nada, pese al incumplimiento de los juramentos.
Sin dudas que su reacción tras la masiva marcha en defensa de la educación pública es un aliciente para creer que esta vez será diferente y que no se limitará tan solo a anuncios pero la educación requiere acciones, no reacciones.
Desde el Segundo Congreso Pedagógico Nacional realizado hace ya 28 años, no hay un debate educativo profundo en el país que involucre a todos los procesos del sistema detrás del modelo de educación que queremos.
Tras la desarticulación educativa de la década del 90 del siglo pasado, las diferentes circunscripciones han hecho marchas y contramarchas en sus modelos de educación pública, importando modelos perimidos y ya en desuso en el resto del mundo, y tras sus reiterados fracasos es preciso entonces cambiar la forma de actuar.
La Ley Federal de Educación, aún con enormes falencias, es el marco normativo desde el cual partir, y es a la que se refirió Bullrich al pedir que le exijan hacer bien su trabajo. No se debe tomar esta como un limitante sino como un punto de partida a partir del cual comenzar a reconstruir el sistema educativo que, no hace tanto tiempo atrás, fue faro de referencia para América Latina y el mundo.
Para ello es necesario volver a trabajar en la igualdad de posibilidades, y la igualdad pasa por la igualdad de recursos puestos a disposición, igualdad de herramientas, igualdad de posibilidades sin distinción de clases ni zonas. No se trata de igualar notas, de negar la posibilidad de reprobar, de eternizar posibilidades para alcanzar los objetivos y que finalmente lograrlos en la primera o en decimonovena sea lo mismo.
Tampoco el abrir Universidades alcanza, lo que debemos acercar a los ciudadanos es educación, no sólo instituciones educativas, sólo las podremos avanzar en serio y sin dobles discursos en pos de lo que todos los dirigentes mencionan como una de sus prioridades, una educación de calidad para todos.
Sólo si volvemos a caminar este camino conseguiremos que quienes hoy se están formando en nuestras aulas adquieran las herramientas para poder desenvolverse en el futuro de manera tal de volver a situar al país como una referencia y un modelo a seguir en el ámbito educativo.
En el pasado lo fuimos, hoy no lo somos, podemos volverlo a ser.