El 24 de marzo, el 1A y la herida que no cierra en Argentina

Las consecuencias de la llamada marcha de la democracia pusieron nuevamente en boga la palabra “grieta”.

La polarización de la sociedad argentina es innegable. Ya no se trata de confrontar nada más y solamente con el kirchnerismo duro que se vio representado en la marcha del 24 de marzo, un nuevo actor se ha sumado a esa confrontación, se trata del sindicalismo en su vertiente peronista por un lado, y aquel sindicalismo no tan partidario o al menos con matices  como la CTA como quedó demostrado durante la movilización obrera.

La marcha del 24 de marzo conmemorando el aniversario del golpe más cruento del país dejó en evidencia que el antagonismo está más vivo que nunca, y como contrapartida la marcha del sábado, donde reunió a gran cantidad de sectores medios confirmó lo dicho.

¿Cuáles son las razones de unos y otros para justificar y argumentar las quejas contra el gobierno por un lado y el apoyo con recelos en muchos casos de otros?

La oposición más crítica argumenta que el gobierno de Cambiemos representa a los sectores más acomodados de la sociedad en detrimento de los más vulnerables, por otro lado los adherentes al proyecto macrista sostienen que las medidas impopulares tomadas (tarifazos), responden a más de una década de una economía estancada y que lamentablemente para ponerla en marcha había que actuar con cirugía mayor, más allá que algunos sectores oficialistas digan que las decisiones más difíciles se hicieron gradualmente.

El cambio de época y de giro político nos lleva a una situación de confrontación permanente y en muchos casos de violencia casi extrema, tanto en los dichos como en los hechos.

Desde la oposición los discursos de alto voltaje que se pudieron escuchar en la concentración del 24 de marzo dejaron en evidencia que hay un ánimo por demás exaltado que creo en nada contribuyen a la convivencia y sólo profundizan la llamada “grieta”. Desde el oficialismo los mensajes muchas veces no son demasiado alentadores como para ayudar a cerrar las diferencias, más allá del recurrente llamado al dialogo de parte del Presidente.

Es verdad que estamos en tiempos electorales y está claro que la radicalización de posiciones antagónicas se verá a medida que nos acerquemos a las elecciones mucho más exacerbadas, pero más allá de las especulaciones electorales, las ambiciones políticas, los antagonismos declarados, el cotillón provocador, etc. Lo que la sociedad necesita son básicas respuestas y urgentes soluciones.

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