El ajuste macrista que venís pagando hace años
No soy economista. Lo único que aprendí en la facultad es qué es la oferta, qué es la demanda, cómo se relacionan y cuáles bienes son elásticos y cuáles no. Los únicos conocimientos reales que tengo sobre el tema son los que adquirí producto de vivir toda mi vida en este país de locos, donde el ajuste es moneda corriente.
Para mí, una inflación de dos dígitos es normal, mientras que en Europa, si es mayor al 1%, ya se habla de crisis. Por lógica, cuando hay poca oferta de un producto, su precio aumenta. Y por lógica, cuando se estabiliza la ratio oferta/demanda, el precio debería bajar. ¿Pero cuándo fue la última vez que en este país pagamos algo más barato que antes? Jamás. Y para los argentinos, eso que es ilógico, es lógico y nadie dice nada.
Tenemos una visión distinta respecto a la economía que el resto del mundo. Nos es incomprensible cómo en EEUU se pueden sacar créditos a 50 años, porque acá no conocemos las palabras estabilidad y planificación. Ni hablar de si mañana vamos a tener trabajo o no.
Eso es lo que sé. No esperen una catarata de números, porque no me interesan. Mi objetivo es cuestionar todo lo que nos han dicho que es verdad y aceptamos sin chistar.
Hace más de dos semanas, nuestro ya ex gobierno y sus seguidores acusaron a Mauricio Macri de haber aplicado aumentos a la nafta, cuando ni siquiera había tomado las riendas del país. Lo que sí es cierto es que, durante su campaña, su gabinete económico anunció que iba a haber una quita de subsidios, lo cual obviamente causará un aumento de tarifas.
Lo que les quiero contar hoy es esto: Ya estamos pagando el ajuste que se anuncia hace años. Lo pagamos con las reservas del Banco Central que, al día de hoy, supongo, no son muy abundantes.
Investigando un poco, me enteré que el resto del mundo alude a nosotros como un país “adicto a la ayuda estatal”. Dicha ayuda estatal está tan mal administrada que termina siendo una ayuda en favor de los ricos.
¿Qué quiere decir esto? Básicamente que el 20% de la parte más rica de la población se beneficia del 30% de los subsidios, mientras que al 20% más pobre sólo le llega el 12%.
Soy casi ingeniera, no economista, pero ¿no se supone que los subsidios son para ayudar a los que menos tienen? ¿Por qué mi familia de clase media tiene la opción de pagar servicios básicos con descuento, si estamos en perfectas condiciones de pagar la tarifa completa?
En 2013 el gobierno K gastaba 112 millones de pesos por día en subsidios sólo teniendo en cuenta aquellos destinados a agua y luz. Si a los 11 millones por día destinados a Aerolíneas le sumamos los 160 millones diarios al transporte… hagan la cuenta. Y no me vengan con que no es un gasto, porque la plata de algún lado sale y no creo que haya sido de un árbol creador de billetes.
Salió de tu bolsillo y del mío.
Conozcamos a Juan: 45 años, soltero, un hijo, residente en un barrio de clase media en la casa que heredó de sus padres…
Juan trabaja de lunes a viernes de 7 a 16 hs. en una fábrica de repuestos para maquinaria agrícola. Su trabajo consiste en levantar fierro… poner fierro en la maquina, tornear, bajar fierro convertido en engranaje, enviar engranaje al próximo proceso y empezar de nuevo.
Juan está encerrado todo el día en un taller, engrasando, levantando peso, haciendo un trabajo bastante monótono, pero a su vez importante, porque es un oficio que ya casi no existe, y por eso es bien pago y valorado.
Por esta labor, Juan gana $20.000 brutos mensuales.
De esos 20 mil pesos, además de los aportes por obra social, ANSES (esto tendrá un articulo aparte algún día), sindicato, que rondan los $3100 (gracias a nuestro ex gobierno que se hacía llamar “populista”), a Juan también le descuentan $1.000 por mes de impuesto a las ganancias.
Si recuerdan los porcentajes que les presenté antes con referencia a la distribución de subsidios, queda claro que Juan no pertenece al 20% más rico de la población que recibe un 30% de los beneficios. Aún así, él tiene que pagar casi el 5% de su sueldo neto para que el Estado pueda afrontar ese gasto. A mí no me cierra el balance. No es justo.
Como esto no es suficiente, el Gobierno K también le había metido la mano en el bolsillo a Juan indirectamente, ya que desde que aplicaron las retenciones a la venta de soja y otros productos primarios, cayeron las ventas de repuestos. Por lo tanto, no existía la posibilidad de que para recuperar ese 5% de impuesto a las ganancias, él pudiera trabajar horas extras.
Yo soy Juan. Vos sos Juan. Todos en tu familia son Juan. Pagando ganancias, sufriendo la disminución de horas laborables o pagando un 35% extra cuando comprábamos algo en el exterior, de alguna u otra manera, ya estábamos pagando el ajuste.
Lo único que cambiará durante la gestión de Macri es que a partir de ahora pagaremos ese ajuste por lo que es, y no con algún nombre de impuesto inventado para que no nos demos cuenta de que el país tiene problemas. No se ustedes, pero prefiero pagar algo sabiendo qué es lo que estoy pagando, para, de esa manera, saber a dónde va mi dinero.
¿Recuerdan cómo protestaron cuando el gobierno de la ciudad aumentó el subte? Lo que casi nadie se puso a pensar es que la ridiculez no es que hoy paguemos $6 (U$D 0,4) el boleto. La ridiculez es que alguna vez lo hayamos pagado $1,10 (0,3 U$D, en el 2010). ¿Dónde está el aumento? En 5 años el subte aumentó 0,10 centavos de dólar.
En este país, si queremos hablar de aumentos, hay que buscar la cotización histórica del dólar, porque con el ritmo de la devaluación que tenemos es imposible comparar precios en pesos.
¿Saben cuánto cuesta viajar en subte en otras ciudades o cuánto cuesta el Kilowatt/hora? Mis amigos que viven en el exterior me ayudaron a averiguarlo:
Queda clarísimo que los que estamos en la vereda equivocada somos nosotros. Y encima tenemos el tupé de quejarnos cuando sobrevienen los apagones, cuando viajamos mal, cuando las cosas no funcionan.
No se ustedes, pero yo estoy cansada de que me mientan.
Estoy cansada de vivir en un país en el que todo funciona mal. Estoy cansada de que creamos que tenemos derecho a demandar mejores servicios, cuando en realidad estamos pagando por lo que tenemos: servicios mediocres con tarifas acorde a ellos.
Durante la “campaña del miedo” me harté de que me quieran convencer de que Macri no me va a dejar con plata ni para comer, por todos los aumentos que va a haber.
Me estoy quedando sin excusas para justificar la ceguera de la gente que cree que la plata de los subsidios aparecía por obra y gracia santa de Cristina Kirchner. No se dan cuenta de que los pagaron y a un precio caro. No se dan cuenta del ajuste.
El día que se sepa cuántas reservas quedaron en el Banco Central, espero que recuerden haber leído esto. Espero que se pregunten si la mayor parte no se habrá gastado en crear una Argentina artificial, mediante subsidios mal asignados, y planes sociales que no han ayudado a la gente a progresar y que sólo han servido para obtener el aplauso, carente de sentido, que todos escuchábamos en cadena nacional una y otra vez.
Ya pasaron las elecciones. No me hablen de devaluación o de ajuste. Háblenme de la realidad que no nos dejaron ver por 12 años.
Seguramente el primer año todos tengamos que prescindir de algunas cosas. Pero cuando las exportaciones se liberen, cuando los agricultores vuelvan a sembrar, porque el dólar a 15 les permite tener ganancias, vamos a estar mejor.
Cuando negociemos con ‘los buitres’, el mundo verá la seriedad de este país, y las inversiones que nos proporcionen servicios de calidad, vendrán. Y lo mejor es que vamos a poder pagar lo que realmente cuestan esos servicios.
El primer paso para solucionar un problema es admitir su existencia. Doce años escondiendo lo que va mal, nos llevó a donde estamos ahora.
Basta de mentiras. Yo quiero realidad.