El Bio liberalismo: ¿Puritanismo (represión) o Evolucionismo (pasión)?

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«y aquellos que danzaban fueron considerados locos por los que no podían escuchar la música». NIETZSCHE.

Soy liberal, me siento liberal, digamos, me pienso liberal. ¿Pero qué es ser liberal? Para responder esto, primero tenemos que responder una pregunta anterior: ¿Qué es el hombre?

Somos seres pasionales, primero. Que se normalizan, que incluyen pautas de. Pautas que son represión del instinto, de la fuerza vital. Animales domesticados. Foucault echará luz al tema acercando las nociones de la disciplina al individuo(como mecanismo normalizador) y de la biopolítica (como mecanismo de control de masas).

Desde el liberalismo hablamos de la praxeología (que es el estudio de la acción humana). Esta es, a mi entender, la idea central de la economía austríaca y de cualquier pretensión científica del tema. Pero de qué modelo de hombre hablamos? Aplicamos las categorías praxeológicas a fondo? Cuando pensamos en «el hombre», de qué hombre hablamos?

Del hombre liberado, pasional, des-estructurado, auténtico. O acaso hablamos de cierto producto social con normas internalizadas: un buen salvaje, diríamos.

El liberalismo puritano, el clásico, presupone a un hombre contractualista. Es libre en tanto renuncia a ciertos deseos, a ciertas pulsiones. Es un modelo, un esquema, que funciona con hombres normalizados. Tan libres como el caballo que trota en su corral. Un otro predefinido, económicamente funcional, previsible. Instituciones que nos van quitando el «alea», lo «random», lo original, lo individual, lo único… homogeneización.

La producción en masa es, por lógica, en un modelo de escala, la forma más económica de producir algo. Sean personas, sean zapatillas, sean valores. El capitalismo ha logrado perfeccionar estas instituciones de normalización (esto no es ni bueno ni malo, es precondición para su sostenimiento). Pero esto es un contractualismo falaz, un contractualismo ex post. Gente que viene con visiones predefinidas que juega a debatir entre alternativas… democracia. Sistema germánico, formal, que borra a los excesos, que los reprime. Modelo de hombre fragmentado. Modelo normativista donde la ley, primero, es precondición para el funcionamiento del esquema. The Rule of Law. El esquema deductivo-dogmático. Desde esta visión existe EL liberalismo.

Pero hay otro liberalismo, un liberalismo que parte no de un esquema deductivo de leyes que deben ser cumplidas, matemáticamente, como una fórmula mágica, si no como evolución de las tensiones sociales con una finalidad determinada: postulado de la tendencia lo llamaba Álvaro Alsogaray. En un análisis casi olvidado, al liberalismo se lo ponía como una escuela de pensamiento «evolucionista» en contraposición al «estructuralismo» de las izquierdas o los totalitarismos. Cuál era la diferencia? que mientras que el estructuralismo consideraba que podía «pensar» soluciones e implantarlas en la sociedad (esquema lógico-deductivo) el evolucionismo procuraba crear una síntesis partiendo de lo que pasaba, es decir, de los giros de la sociedad.

No se pretendía que el hombre fuese más bueno, ni más lindo, ni más limpio… las instituciones se iban creando porque resultaban convenientes y se consensuaban (de una forma u otra) en un momento político determinado. Esto nos enseñaba Hayek en un par de obras jurídico-sociológicas medio ignoradas como  «Leyes, Mandatos y Orden Social». Así nos enseña que institución no es sinónimo de ley, por ejemplo. La institución es algo dinámico, vivo, ascendente. La ley es palabra muerta, un tótem.

Ahora, si aceptamos esta visión de hombre pasional, no-normalizado… cuál es la conducta esperable? será económicamente beneficiosa para los otros? Acaso su organización individual será óptima? Ya no tenemos raíz, ya no tenemos dogma o norma. No hay apriorismos. Cada cual se organizaría como puede-quiere. Desde esta óptica de hombre, de hombre libre o de normalizaciones incompletas, parciales o fragmentarias. Si inclusive establecemos la tesis que el proceso de normalización no es homogeneo y que, por el contrario, obtenemos una dispersión de niveles de normalización, entonces tenemos que repensar algunas cosas.

Si abogamos por este hombre liberado, pasional, gozoso, des-encajado, difícilmente podemos pensar en soluciones desde un laboratorio de ideas. Nos vemos obligados a bajar al llano, a hablar con Juan, Pedro y Laura. Ver qué acuerdos podemos establecer para que no se lleven a los porrazos (recordemos que la política es la dimensión opacada del conflicto y, en última instancia, de la guerra).

El bioliberalismo se piensa desde ese ser humano con pasiones, al que le gusta el sexo, el ocio, el poder. Ese ser humano que no necesariamente internalizó a la productividad como un valor. Que sus parámetros de éxito no son cuantificables. Un liberalismo proletario, desclasado, a medida. Un liberalismo que se construye a partir de las tensiones sociales existentes, de los deseos, con una tendencia clara: el respeto por los proyectos de vida de los otros. Instituciones como la libertad, la propiedad privada y el respeto por la vida de las personas constituyen pilares fundamentales para poder llevar adelante a este principio. Pero sólo pueden ser producto de una biografía, de una historia, de un relato. No existen en abstracto. Nuestra propuesta es mejorarlos, perfeccionarlos, refinarlos, construirlos.

Para el Bioliberalismo no existe EL liberalismo, existen tendencias, existen circunstancias y existen posibilidades. El liberalismo, si se plantea como una genuina propuesta política y realiza un análisis praxeológico, deberá dar cuenta de sus circunstancias, de la historia de su tierra, de su herencia, de su idiosincrasia.

Por un liberalismo latino, lleno de vida, de pasión, de seres humanos imprevisibles. Por un liberalismo que canalice pasiones y no que pretenda castrar, que potencie las individualidades, los proyectos de vida alternativos. Por ese liberalismo argentino que hace pie en las orgías de Sarmiento, en la calle de Echeverría, en la pasión de Moreno y la rebeldía de Belgrano, por la herencia de Juan B. Justo, Alem y Estrada. Por la continuacón del espíritu revolucionario contra la corona, contra cualquier corona y frente a cualquier ladrón de emociones, que reafirma lo propio, lo personal.

Por el Bioliberalismo, salud!

‘Tengo un sentido muy fuerte sobre mi propia sexualidad. Me encanta el cuerpo desnudo del ser humano y tengo una confianza enorme en mi cuerpo. A los 18 años, trabajé como stripper en algunos clubs’...

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