El Parlasur, la pluralidad que molesta
No es novedad afirmar que el MERCOSUR está en crisis.
Y si bien es una construcción presidencialista, los parlamentarios del MERCOSUR deben alzar la voz y revalorizar sus bancas para hacer oír lo que piensan los pueblos del sur.
Una de las mayores críticas que se difunden sobre este órgano, es su debilidad teniendo en cuenta sus acotadas competencias. El Parlasur no legisla. Sí tiene la capacidad de producir determinados actos, como las Disposiciones, los Dictámenes, los Proyectos de normas, Anteproyectos de normas, Recomendaciones, Declaraciones, pedidos y realización de Informes. A muchos les parece poco. Sin embargo, tomando en consideración que el proceso integracionista no es un proceso acabado sino en permanente construcción y siempre ha sido a puertas cerradas de los presidentes y las cancillerías, sería preferible optar por él para abrir los canales de diálogo necesarios justamente en la institución que prevé la discrepancia partidaria y la deliberación como mayor mandato.
Para ello es imprescindible que quienes hoy ocupan las bancas del Parlamento del MERCOSUR estén a la altura de las circunstancias y sean verdaderos voceros de la ciudadanía en la construcción regional. El Parlamento del MERCOSUR no debe ser un exilio político temporal desde donde hacer política nacional ni la retaguardia de quienes excluidos de puestos políticos locales buscan cobijo en el MERCOSUR sin conocer de él ni estar interesados en construcción. Debe constituirse como un verdadero ámbito de discusión de diversos proyectos de integración potenciando su mayor virtud, ser el más democrático de los órganos mercosureños.
Paradójicamente el viernes 12 de agosto, la fecha señalada para la próxima sesión del organismo, vence el plazo de cuatro años otorgado a Venezuela para cumplimentar con la correcta adecuación a la Nomenclatura Aduanera Común. Además debe la incorporación a su ordenamiento jurídico del Acuerdo de Residencia del MERCOSUR, el Compromiso con la Promoción y Protección de los Derechos Humanos, y el Acuerdo de Complementación Económica entre otros elementos, que le impiden participar de manera plena en la batería de actividades previstas en el Tratado de Asunción, Protocolos Adicionales. Bien vale destacar que no obstante es la Secretaría quien recoge todos los datos sobre estas incorporaciones necesarias y exitosas de normativa en cuestión, esta información no está disponible al público.
Así las cosas, para quien tenga dudas sobre la pertinencia legislativa de la institución le bastaría con revisar el Protocolo Constitutivo y así confirmar entre sus propósitos el fortalecimiento del ámbito institucional de cooperación interparlamentaria y avanzar en la armonización de las legislaciones nacionales y agilizar la incorporación a los respectivos ordenamientos jurídicos internos de la normativa MERCOSUR que requiera información legislativa.
Por ello el Parlasur tiene ante sí una posibilidad histórica de dar un paso al frente y ocupar el rol que debe tener un Parlamento, si es que sus integrantes desean que finalmente se convierta en uno de ellos, y deliberar de manera colegiada la realidad que atraviesa el MERCOSUR, prevista en su acervo normativo tal como hiciera la propuesta de la Cancillería Argentina, aún en estudio de los países, con el art. 6 de la Decisión CMC 20/02 a modo de vía alternativa antes del jaque mate.
Es imprescindible que los parlamentarios entiendan que son parlamentarios mercosureños y no parlamentarios de los Estados parte del MERCOSUR, y lo que pareciera ser un juego de palabras es mucho más que eso, porque muchos están más preocupados en debatir cuestiones de política interna de algunos de los integrantes del bloque que de discutir políticas regionales que consoliden y potencien al MERCOSUR. Tal vez porque desconocen totalmente los temas que debieran para el cargo que fueron elegidos.
El proceso de integración se encuentra en un momento histórico. Y el Parlasur tiene que ser parte de la construcción de esa historia.
Ya lo dijo Mario Benedetti, el cuento es muy sencillo. Mientras los Ejecutivos de la región con los socios mayoritarios al frente proponen la violación de los acuerdos, enmascarado en palabras del canciller Serra diciendo que ‘Nosotros consideramos razonable que se forme una comisión de embajadores que representen a todos los países del MERCOSUR para dirigir informalmente el bloque hasta fin de año’.
El Parlasur debe recuperar las palabras de Leandro Alem, aquellas que nos recordaban que no es cierto eso que en política se hace lo que se puede y no lo que se quiere. En política, y en el MERCOSUR, se hace lo que se debe. El Parlasur entonces debe cumplir su rol, y eso es muy sencillo.
Debe así contribuir a la legitimación ciudadana del proceso de integración y cooperación entre los países parte a través de la participación activa de los representantes, algunos elegidos de manera directa como Argentina y Paraguay y el resto de los países en designaciones dentro de los respectivos poderes legislativos.
El Parlasur molesta y debe molestar. Molestó a Maduro quien casi manda preso a parlamentarios por reuniones realizadas en el fuero de sus funciones con críticas al régimen y molesta a quienes no creen en la búsqueda de soluciones mancomunadas a problemas comunes. Debe molestar alzando la voz para construir una integración de pueblos, de ciudadanos, que supere el estado actual de situación.
El Parlamento debe hacer política, pero política en serio. Alta política. Política regional buscando y construyendo el sustento donde los presidencialismos fallan y presentan opciones acabadas. El Parlasur tiene que marcar el camino a seguir, tiene que aportar soluciones, vías de acción, construir los consensos donde el matiz presidencialista es fácil que falle y no ser sólo un mero espectador de lujo.
Para eso es preciso dejar a un lado las campañas de marketing y promoción que pretenden saludar inexistencias o los discursos grandilocuentes en los foros que sólo convocan a aplaudidores de turno y ponerse a trabajar de manera urgente en cómo se consigue salir más fuerte de esta encrucijada, para que aquello que cantaba Agarrate Catalina en ‘El sueño americano’, cuando decían ‘Y ni tu presidente, ni tu bandera, | Ni tu querido prócer te salvará | Lo que nos asegura nuestra victoria | Es tu maravillosa comodidad | Estoy para servirte, porque me sirve | Estoy para venderte, ya te compré’ no sea más que una murga en un carnaval, y que entre todos hagamos realidad el cierre de dicho espectáculo, cuando todos juntos y bien fuerte decíamos ‘Si vos no cambias algo, no cambia nada’.