Emergencia climática: media sanción a un proyecto
El Senado, por 48 votos, aprobó y giró hacia la Cámara de Diputados un proyecto de ley que establece presupuestos mínimos para atenuar la emergencia climática a través de una serie de modificaciones ambientales.
La iniciativa fue impulsada por los senadores Fernando «Pino» Solanas y Lucila Crexell y contó con el respaldo de la agrupación «Jóvenes por el Clima Argentina»
«La amenaza de un futuro con multiplicación de catástrofes climáticas seguirá en aumento», indicó Solanas. Tras la aprobación del proyecto, consideró que existe «un consenso amplio en todo el mundo acerca de la necesidad de modificar nuestras conductas ante este fenómeno».
Por su parte, Bruno Rodríguez, miembro de «Jóvenes por el Clima Argentina», explicó que defendieron la iniciativa «en la Comisión de Ambiente, para que el Senado declarase la emergencia».
«Se presentaron las conclusiones del último panel del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC, por sus siglas en inglés). También se contemplaron distintas consecuencias del cambio climático en Argentina: inundaciones que afectan a los sectores más vulnerables, sequías, soberanía de nuestros recursos, experiencias que viven los pueblos originarios contra los proyectos mineros o la deforestación indiscriminada», agregó Rodríguez.
Esteban Bullrich y Silvia Elías de Pérez fueron dos de los senadores oficialistas que respaldaron el proyecto. «Este consenso habla del compromiso de toda la clase política con el cambio climático», sostuvo el ex ministro de Educación.
La iniciativa argentina por la emergencia climática
El proyecto propone crear un gabinete nacional de cambio climático, que será presidido por el jefe de Gabinete de ministros. Su función será articular -entre las distintas áreas de gobierno- este proyecto mediante la implementación de un «plan nacional de adaptación y mitigación al cambio climático».
Dicho gabinete estará integrado por los titulares de todos los ministerios. El Gabinete nacional deberá convocar a un asesor externo, que oficie de manera consultiva, de manera obligatoria. «La crisis climática es un tema de derechos humanos y justicia social. Costó, pero esperamos hasta que se habilitó el debate en el Parlamento y fue aprobado por la totalidad de los senadores», relató Rodríguez, referente de Jóvenes por el Clima Argentina.
El senador neuquino Guillermo Pereyra planteó una modificación en el proyecto para incluir dentro del gabinete al sector de la producción y el trabajo. El legislador ligado a la industria energética sostuvo que los sindicatos también deben ser parte del grupo que tomará las decisiones.
«Es un paso de políticas públicas de emergencia y lo que tenemos que hacer. Hay otro proyecto presentado que busca defender otras iniciativas, que son leyes más ambiciosas en materia de cambio climático. Queremos que se criminalice a las empresas que incumplen la Ley de Bosques (26.331). Aprobar leyes que sean muy radicales en torno a la transición energética de nuestro país, para poder tener 100% energías renovables. También es fundamental brindarles a los estudiantes, en todos los niveles, educación ambiental», completó Rodríguez acerca del proyecto en emergencia climática.
La situación de la emergencia climática de acá a 30 años:
En 2050, cuando el 70% de los habitantes del mundo sean urbanos, la quinta parte de las ciudades tendrán «condiciones climáticas nunca vistas», según un estudio de la universidad de ciencia y tecnología ETH Zurich, de Suiza. El trabajo analizó 520 metrópolis con más de 1 millón de habitantes, entre ellas varias capitales emblemáticas como Londres (que conocerá la temperatura de Barcelona) o Washington DC (que será como Nashville pero sin música country y con más amplitud térmica y pluvial).
Los investigadores analizaron las condiciones climáticas actuales de esas ciudades, como lluvias y variaciones en las estaciones, y proyectaron qué sucedería si la temperatura global aumentara otro 0,5ºC, y se acercase así al objetivo menor que se fijó en 2015 en el Acuerdo de París, 1,5ºC. El resultado reveló que «el 22% de las ciudades tendrán condiciones climáticas que actualmente no se dan en ninguna de las más importantes». En general los cambios se percibirán en el 77% de los centros urbanos.
En síntesis, se vivirá con más calor, aridez más intensa y lluvias y fenómenos como ciclones y monzones más pronunciados. «Es un cambio en las condiciones climáticas que probablemente aumente el peligro de inundación y sequía extrema», dijo a Reuters Jean Francis Bastin, coautor del informe. «Son condiciones desconocidas».
El cálculo no apunta al peor escenario. «Queríamos conocer la estimación más conservadora de cómo sería en 2050 el clima de las 520 ciudades principales», dijo a National Geographic Tom Crowther, otro coautor del estudio publicado en PLOS ONE. «Encontramos cambios enormes».
Milán se sentirá como Dallas; Hamburgo, como San Marino; Estocolmo, como Budapest; México, como Gaborone; Caracas, como Beirut; Río de Janeiro como La Habana; Buenos Aires, como Sydney; San Francisco, como Lisboa; Nueva York, como Virginia Beach: esos y otros ejemplos se muestran en el mapa interactivo que creó el Crowther Lab, de ETH Zurich.
En trazo grueso, las ciudades del hemisferio norte tendrán un clima como el que hoy tienen los centros urbanos ubicados 1.000 kilómetros hacia el sur, es decir, hacia la línea del Ecuador. «En Europa los veranos y los inviernos se volverán considerablemente más cálidos hacia 2050, con aumentos promedio de 3,5ºC y 4,7ºC respectivamente, en comparación con 2000″, detalló NatGeo.
Pero en detalle, existen 115 ciudades —el 22% de las estudiadas— que tendrán condiciones impredecibles. En esos lugares los cambios presentarán «climas novedosos». Muchas de ellas están en los trópicos como Kuala Lumpur, Jakarta o Singapur, y los cambios principales no serán tanto del rango de la temperatura sino de las precipitaciones extremas y más frecuentes, combinadas con sequías más severas e intensas.
«Queremos ayudar a que la gente visualice el impacto del cambio climático en sus propias ciudades y dentro de su tiempo de vida», agregó Bastin. Sin embargo, al utilizar una medida conservadora, es posible que ofrezcan una visión moderada. Las emisiones de carbono reales son mucho más altas, y podrían impactar en un aumento de la temperatura no de hasta 1,5ºC, sino de hasta 3ºC o 4ºC.
Con un aumento global en promedio de 2,4ºC, no sólo morirán los corales: en las naciones más pobres se verán afectados los servicios básicos —agua, entre ellos— y aumentarán los desastres climáticos, con el resultado de una mayor marginalización de los ciudadanos. En Medio Oriente el mayor calor y la sequedad más intensa tendrán consecuencias en la producción de alimentos, también.
Crowther calificó como «horribles» las implicancias del estudio para la mayor parte de las ciudades analizadas. Y Bastin advirtió a Reuters: «Sin duda necesitamos cambiar muy rápidamente el modo en el que habitamos el planeta».