¿Emisión Monetaria como solución a los problemas económicos?

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“Financiar el déficit con el Banco Central es una herramienta que existe” – Matías Kulfas.
Con estas declaraciones, el posible ministro de economía de Alberto Fernández deja en
claro cual será su filosofía económica a la hora de encarar las cuestiones socioeconómica y deja atrás la creencia de un NeoMenemismo 2.0.

Conocida cómo MMT (por sus siglas en inglés), la Teoría Monetaria Moderna defiende el
uso de la emisión monetaria para combatir el déficit fiscal. Esta teoría describe y analiza las economías modernas en las cuales la moneda nacional es una moneda fiduciaria, o dinero Fiat, emitida por el Estado y de curso legal y forzoso. Uno de los predecesores originales de la TMM fue Georg Friedrich Knapp quien sostuvo que el Estado puede crear billetes sin respaldo en ningún bien y hacerlos intercambiables reconociéndolos como moneda de curso legal, con el criterio de que el dinero de un estado es el que se acepta en las oficinas públicas de pago.

El punto clave de la TMM y lo que defiende Matías Kulffas en representación del Frente
Todos, es que un estado monetariamente soberano es el proveedor monopolista de su
moneda y puede emitir moneda de cualquier denominación en formas físicas o no físicas.
Como tal, tiene una capacidad ilimitada para pagar los bienes que desea comprar, cumplir
con los pagos prometidos en el futuro, y posee una capacidad ilimitada para proporcionar
fondos a los otros sectores, por lo que la insolvencia y la bancarrota de este estado no es
posible, ya que siempre podrá emitir dinero para pagar sus deudas.

Otra de las figuras del partido Kirchnerista en salir a defender esta corriente económica, fue la economista Fernanda Vallejos, quien declaró que cuando un país posee un determinado nivel de soberanía monetaria, como es el caso de Argentina, es posible financiar proyectos de inversión que generen empleos bien pagados y útiles para toda la sociedad (en el sector público, por ejemplo). También sería con este enfoque, posible pagar el déficit público que todo estado no logre cubrir con su recaudación impositiva.

Esta teoría se basa en el concepto técnico de señoraje, el cual refleja la capacidad de emitir moneda de un estado para pagar sus deudas. Lo que esto deja de lado, es que toda emisión monetaria que no esté respaldada por un aumento en la producción de bienes y/o servicios, derivará indefectiblemente en precios.

El pensamiento de Fernanda Vallejos, no es erróneo si se lo lee desde una perspectiva de
quienes no han sabido comprender la teoría planteada por Frederic Say, quien en su tesis
definía que toda oferta crea su propia demanda. La forma correcta de entender esta teoría, sería que para que una persona pueda demandar algo en el mercado, previamente debe haber ofertado un bien o servicio que lo faculte para obtener ganancias y, de esta manera, poder demandar en el mercado de bienes y servicios. De esta manera, una oferta previa, crea su demanda. Sin embargo, los keynesianos no supieron entender este concepto y pregonan por el hecho de que toda crisis económica se debe a una sobre oferta de productos frente a una alta escasez monetaria, por ende, para evitar una recesión, se busca estimular la demanda vía emisión monetaria y teniendo siempre en cuenta, que este dinero, al ser la moneda de curso legal, será siempre demandado aún así sea para pagar impuestos públicos.

Acá entra en juego dos puntos importantes:

1) Es una realidad, al estar definido cuál será el dinero de circulación legal en el
estado, este deberá ser irremediablemente demandado para el pago de impuestos
por ejemplo.

2) Sin embargo, no debemos olvidar que al ser una economía en la cual las
transacciones se realizan a partir de dinero fiduciario, el valor de esta moneda
depende netamente de la confianza que tienen los agentes económicos y no del
valor que el estado quiera darle.

Teniendo en cuenta este último punto, es justo decir que si la demanda de dinero de
circulación legal aumentará, la capacidad de emitir moneda para financiar el déficit, también podría aumentar sin temer que repercuta directamente en precios. Esto es lo que sucede en Estados Unidos gracias a la demanda global de la divisa Dólar.

Por el contrario, sí ante variaciones de la base monetaria, la demanda real de dinero y la
cantidad de bienes producidos en una economía se mantienen inmutables,
irremediablemente tendremos inflación.

Tanto Matías Kulfas cómo Fernanda Vallejos sostienen que el emisor soberano de moneda
fiduciaria nunca puede ser insolvente. Para ellos, los impuestos no se usan para lograr
ingresos para el gobierno, sino más bien para regular la demanda agregada. Pero sí ese
fuese el caso, Venezuela debería ser el país que mejor regula la demanda agregada y no
ser un país totalmente en ruina económica.

En otras palabras, los seguidores de la TMM podrían expresar sucintamente esta relación
en palabras: Déficit presupuestario Público = Ahorro Privado Neto.

Al emitir más moneda, el Ingreso Disponible de la persona aumentaría, ya que se tendría
una mayor cantidad de ingreso, por lo cual, el pago de impuestos afectaría a un porcentaje menor de este y permitiría que el usuario destine mayor parte de su ingreso a consumir, ahorrar o invertir.

Sin embargo, hay algo que se deja completamente de lado y que es válido recordar. Según Ludwing Von Mises, el dinero es un representante del tiempo destinado al trabajo de producción, por ende, todo dinero existente debe tener NECESARIAMENTE una relación de trabajo producción por detrás. Recordemos lo que decía Say, para poder demandar,
primero debo haber ofertado.

GASTAR SIN PRODUCIR, ES ROBAR. Es imposible crear artificialmente dinero sin que
esto repercuta directamente en el valor de la moneda y que termine generando lo que
comúnmente llamamos “Impuesto Inflacionario”.

La idea clave es que, en tanto el dinero es encarnación de valor –o sea, de tiempo de
trabajo social- es imposible crear valor emitiendo dinero. En otros términos, es imposible
sustituir el trabajo como generador de valor, por la emisión monetaria. Pretender hacerlo es mero curanderismo social. Sin embargo ¿Qué podrían hacer Fernanda Vallejos y Matías Kulfas para lograr que un estado pueda emitir indiscriminadamente su moneda y que esta no pierda su valor real de consumo?

Hay muchas políticas de índole intervencionista que se pueden aplicar, teniendo en claro
que todas violan la libertad individual y de mercado. Entre ellas podemos encontrar 4 ejes
fundamentales:

1) Control de la producción por parte del estado.
2) Control de precios de bienes y servicios.
3) Control de capital financiero.
4) Control de cambio para minimizar el impacto de una demanda de divisas que
desplace a la moneda de curso legal.

Este último punto es fundamental para que pueda resultar la TMM, reflejando lo que nos
dice la Ley de Grasham:

“Cuando en un país circulan simultáneamente dos tipos de monedas de curso legal, y una de ellas es considerada por el público como «buena» y la otra como «mala», la moneda mala siempre expulsa del mercado a la buena. En definitiva, cuando es obligatorio aceptar la moneda por su valor facial, y el tipo de cambio se establece por ley, los consumidores prefieren ahorrar la buena y no utilizarla como
medio de pago.”

La fiscalidad y su poder legal para el pago de la deuda establecen el dinero fiduciario como moneda, dándole valor mediante la creación de la demanda en forma de una obligación de pago de impuestos. Si no se aplicara esta imposición de moneda oficial y se decidiera a dolarizar la economía por ejemplo, el estado perdería cualquier posibilidad de señoraje y la TMM no tendría validez alguna.

El enfoque de aplicación de la TMM que plantea Matías Kulfas y Fernanda Vallejos busca
eliminar la respuesta natural del mercado a la inestabilidad política, social y económica de
Argentina, esto es, desdolarizar la economía y que el peso represente el depósito de valor
que actualmente representa el divisa estadounidense.

Sin embargo, caemos en el mismo error de siempre. Una moneda fiduciaria depende
netamente de la confianza que los agentes económicos le brindan a esta. El estado puede
hacer lo imposible por evitar el aumento de demanda de una moneda externa a la legal, y
por ende aumentar artificialmente el valor de demanda de la moneda establecida por ley,
pero el mercado siempre encontrará una forma para resguardar su valor, el mercado negro
es un resultante de esto

Creer que un Estado soberano en términos monetarios no necesita pedir dinero prestado
porque lo puede crear, es no entender la dinámica de los mercados internacionales y la
demanda/valorización de divisas. Hoy un Bolívar vale menos que nada o tomemos un
ejemplo con nuestra moneda y traten de ir a otro país y pagar con el peso argentino.
Kulfas se refugia en que el endeudamiento, aunque en puridad se produce con respecto a
otro agente económico que debe aceptar ese compromiso, normalmente será posible
porque supondrá un ingreso futuro para ese acreedor. Sin embargo ¿Qué sucedería sí un
estado entra en default? El compromiso adquirido por el acreedor quedaría nulo y la
relación económica acabaría por completo, dejando a una de las partes sin su beneficio de
intercambio.

Tal como dice Himan Minsky (1986) “los déficits producen los superávits, pero los primeros
no pueden ser eternos en el caso del sector privado; sin embargo, sí pueden serlo en el
caso del sector público, que no sólo emite la moneda que se utiliza generalmente sino que
además tiene la autoridad para lograr que se utilice (a través, fundamentalmente, de los
impuestos). De ahí que el “motor” de la actividad económica sea el déficit público, no el
privado”. Lo que se está dejando completamente de lado en esta afirmación, es que es solo
el sector privado el responsable capaz de crear riqueza real. Todo dinero creado de forma
artificial por el estado, sin respaldo de una previa producción, carece de valor.

La visión clásica del monetarismo, es que la “demanda efectiva” (incluyendo los déficits
públicos) no puede preceder a la producción. Siempre hay demanda en la sociedad para las
necesidades humanas. Pero sólo puede ser satisfecha cuando los seres humanos trabajan
para producir cosas y servicios a partir de la naturaleza. La producción precede a la
demanda en ese sentido y la utilidad marginal del bien producido determina el valor de esa
producción.

Ningún agente económico privado tiene el poder que tiene el sector público para forzar la
utilización de su dinero. Esta es la teoría de Georg Friedrich Knapp (1924).

Mediante esta acusación, Alfred Mitchell-Innes estaría haciendo responsable al ciudadano
promedio por los efectos ocasionados emisión monetaria de una moneda impuesta por el
estado. En cuanto al control de capital financiero, la perspectiva de la TMM argentina se basa en permitir el libre ingreso de inversores extranjeros, pero no su libre salida, ya que eso podría generar una debacle financiera. Eliminar la libre salida de capitales financieros sería la única forma de lograr que no hubiese una fuga tremenda de dólares, sin embargo, se violaría uno de los aspectos principales de aquellos países que pertenecen al pack de países emergentes, el cual es la libre circulación de capital. Y, además ¿Quién querría invertir en un país donde no se le brinda protección jurídica ni libertad total de manipulación de sus activos?

Son varias las razones que demuestran la invalidez de la TMM en cuestiones prácticas,lLa
pregunta final que podríamos hacernos sería: Si según los defensores de la TMM, el estado siempre puede imprimir dinero para pagar educación, sanidad, pensiones e impulsar el consumo en base a la emisión monetaria ¿Para qué nos hace pagar impuestos?

BIBLIOGRAFÍA:
“Contra La Modern Monetary Theory” – J R Rallo.
“La acción humana” – Ludwing Von Mises.
“La teoría del dinero y el crédito” – Ludwing Von Mises.
“El dinero” – Carl Menger.
“Dinero, crédito bancario y ciclos económicos” – Jesús Huerta de Soto.

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