En ANSES sólo quedan títulos públicos

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El Gobierno K dejó un ANSES con sólo papeles públicos del mismo tesoro y sólo disponible las acciones y títulos privados que no llegan al 12 %. Por eso no queda otra cuestión que recurrir al blanqueo o a proveerse de otros fondos y a vender las acciones y títulos privados.

El ANSES  que dejó el Gobierno K consumió sus propios recursos y hoy no alcanza a recaudar para el pago de las jubilaciones y pensiones de todo el año. Es por eso que hoy una jubilación mínima es de U$s 350, cuando en diciembre de 2001 era de U$s 500 y en la década del 90 un promedio de U$s 300 dólares, la diferencia es que hoy el 78% cobra la mínima y en los 90 eran el 22%, por eso hoy podemos decir «MENEM Y LOS K LO HICIERON», y miren cómo se identifican y la realidad es que con los montos que hoy se perciben se pueden adquirir menos bienes que los que se adquirían en esas épocas, que el anterior Gobierno pretendió olvidar pero al cual se identifican y además quedan en desventaja.

El haber incentivado la economía emitiendo y volcando dinero al mercado en épocas de vacas flacas ha sido uno de los orgullos de los que más se jactan los ideólogos del modelo K. Incluso, ya forma parte del «relato» enfatizar que el ex Gobierno está en total desacuerdo con lo hecho por otros países que, en tiempos de crisis,ajustan sus gastos y agravan la magnitud de la recesión.

La «fórmula» que se aplicó a nivel local para atacar los problemas es recurrir a la caja del Estado para inyectar dinero en la economía, en una suerte de «keynesianismo criollo», ya que muestra algunas particularidades.

Desde planes sociales y asignaciones, pasando por el pago de todo tipo de deudas, la construcción de viviendas, la entrega de notebooks a estudiantes, el sostén de empresas como Aerolíneas Argentinas, de firmas energéticas casi en estado de default y hasta el oxígeno financiero a la estatizada YPF encuentran a la Anses como «facilitadora» de recursos.

¿Por qué? Porque el Gobierno K no contó con otra fuente de financiamiento, no tuvo acceso a los mercados de crédito y tampoco ha mostrado interés en amigarse con ellos. En definitiva, pasaron los años y la plata de la soja se usó para un montón de cosas, menos para resolver, por ejemplo, la deuda con el Club de París.

Así las cosas, la caja de las ex AFJP que supuestamente debería ser administrada con vistas a engrosar los fondos de quienes hoy son asalariados- no sólo no está focalizada a tal fin sino que además, algo peor, ya no puede afrontar la totalidad de los miles de juicios efectuados por quienes -habiendo aportado- se retiraron del mercado laboral y no reciben sus haberes.

Desde que a Amado Boudou se le ocurrió la idea de que el Gobierno tenía que adueñarse de esos fondos (algo que luego lo catapultaría a la Vicepresidencia de la Nación), este stock de inversiones se convirtió en la «joya de la corona» kirchnerista.

En aquellos días turbulentos de 2008, la reestatización del sistema jubilatorio resultó ser una bendición para las exhaustas arcas públicas.

Por un lado, el Gobierno se hizo de la administración de un capital de u$s30.000.000.000, que fueron «capturados» a las ex administradoras. Por otro, de un flujo de caja anual de unos u$s 4.500.000.000, que provienen del aporte mensual de millones de personas en actividad.

Lado B de ANSES, la «joya de la corona»

El primer uso que se le dio a la «recuperada» caja de la ANSES fue el de financiar procesos productivos, en momentos en los que la crisis de 2009 ponía en peligro la conservación de los puestos de trabajo en muchas empresas (tal como sucedió con el emblemático préstamo de u$s 70.000.000 otorgado a General Motors).

Luego, ya en plena campaña electoral, Cristina recordaría esta situación en muchos de sus discursos, como un ejemplo de Estado activo ante un escenario mundial adverso. Tal argumento ayudó a su victoria en las urnas.

Claro que había un «lado B» de la historia que permanecía en las sombras. Y era que no sólo las empresas privadas fueron merecedoras de la «vocación benefactora» de la ANSES. En realidad, el principal beneficiado fue el Gobierno. Desde la «captura» de esa caja no hizo más que llevarse dinero constante y sonante a cambio de títulos (pagarés) de deuda pública (más allá de haberse «liberado» del pago de unos u$s3.500.000.000 por bonos estatales que antes estaban en manos de las AFJP).

Cómo estaban distribuidos los fondos de ANSES a fines del año pasado

Se destaca que casi el 75% de los mismos se componen de títulos públicos:

Así las cosas, comenzaron a escucharse cada vez con mayor frecuencia, voces preocupadas por la salud del sistema jubilatorio argentino.

Y tales preocupaciones no hacen más que acrecentarse luego de cada uno de los anuncios «rimbombantes» -que ya son parte integrante del «relato» oficial- y que tenían a la caja de la ANSES como protagonista.

Uno de los más  notorios fue el plan de construcción de viviendas PROCREAR, por el cual se esperaba erigir unas 100.000 casas, con créditos a tasas subsidiadas. El ex titular de la ANSES, Diego Bossio, indicó que el plan suponía inyectar en la economía unos $ 20.000.000.000.

El objetivo del plan era loable… pero hay un problema, se trata de dinero que antes era destinado a gastos corrientes. De manera que, si se usa para otros fines, entonces será inevitable que se genere un nuevo costo fiscal.

La preocupante situación argentina, ya que cada vez hay menos asalariados que aportan en relación con la gran cantidad de gente que no trabaja y la cantidad de gente no registrada que llega al 38% del sistema.

El fondo de la ANSES viene cayendo, si es que se lo mide en términos reales y no nominales. En efecto, hoy alcanzaría para pagar 5 meses de jubilaciones, mientras que en el momento de la reestatización ese índice era de 18 meses.

En la medida en que la suba de precios esté por encima de las tasas de interés, la inversión del organismo verá perder su valor en términos reales dado que -con el correr del tiempo- el recupero que haga de los créditos no compensará los aumentos salariales que lo obliguen a incrementar sus erogaciones futuras.

En una proyección a cuatro años el capital invertido perdio un 75% de su valor real.

Al plan de viviendas le siguió otro «mega anuncio», como fue el nuevo «polo audiovisual» en la isla Demarchi, que será administrado, como era de prever, por la ANSES.

Al respecto, Diego Bossio, ex titular de la entidad, afirmó: «con la creación del Polo, a través de ANSES profundizamos la política de fortalecer el sistema previsional. Muchas veces se habla de las inversiones que realiza la ANSES; en este caso, es el organismo quien recibe estos valiosos terrenos para su administración».

Pese al argumento oficial de que los capitales serán privados, la iniciativa volvió a despertar suspicacias respecto de cuál sería el costo final para el Estado de esta idea. El anuncio, con gráficos que nadie entiende ni sabe de dónde salieron los datos, careció de una información clave: ¿cuáles son los flujos de ingresos, egresos y tasa de rentabilidad que generará ese proyecto? Nadie lo supo decir.

Como si ésto fuese poco, se sumó otra instancia que tuvo a la ANSES como protagonista: la colocación de deuda de la «recuperada» YPF, que tuvo al organismo de seguridad social -una vez más- como financista principal.

La petrolera salió a buscar fondos al mercado por $ 1.500.000.000. Lo cierto es que el organismo estatal terminó adquiriendo casi el 70% ($ 1.000.000.000) de ese total. Tal situación terminó relativizando la euforia K sobre el «éxito» de la salida de YPF al mercado de créditos, ya que la mayor parte del dinero involucrado termina siendo una transferencia intraestatal.

Y, más allá de la inevitable polémica respecto de la salud financiera de YPF (y las dudas sobre su futuro tras su epopeya nacionalista), la pregunta que queda flotando es: ¿hasta dónde se puede seguir recurriendo a la ANSES como fuente casi excluyente de financiamiento del Estado y de las iniciativas que proponía el «relato»?

Y la respuesta que dan los analistas es preocupante: estos fondos están más cerca de ser una ficción contable que de constituir una verdadera caja.

El fondo no existe, es un conjunto de bonos públicos. El 75% que a su vencimiento se va renovando y nunca se realizan y tiene muy poco dinero líquido, el anterior Gobierno inventó una fantasía y todos discutimos alrededor de eso.

Para este analista, los recursos no son genuinos, porque como el sistema jubilatorio es deficitario, en definitiva el dinero que la ANSES le prestaba al Gobierno es el mismo que previamente éste le había transferido.

El sistema de seguridad social tendría un déficit de $ 130.000.000.000.

En la teoría, el sistema deja un superávit de $11.000.000.000, más otra cifra igual que surge como rentabilidad del Fondo de Garantía de Sustentabilidad. Por eso le compra bonos al Gobierno, pero en realidad lo que está haciendo es devolverle la plata que el Tesoro le había dado previamente

En cuanto al stock,  la mayoría son títulos públicos, según el último informe difundido (con cifras a abril), hay también observaciones que relativizan su potencial.

Para empezar, porque el dinero verdaderamente disponible es una parte ínfima. Ocurre que la mayor proporción de sus activos no pueden ser vendidos:

En el caso de los títulos públicos, porque la estrategia del Estado fue renovarlos al vencimiento, para evitar una erogación que dificultaría su posición financiera.

En cuanto a las acciones de empresas privadas (heredadas de las AFJP), porque al Gobierno K le da poder el tener representantes en los directorios. La controversia con Techint (donde Axel Kicillof era director), es un ejemplo elocuente. Además ya vendió el 50% de las acciones que se recibieron.

En relación con plazos fijos y dinero disponible, éstos conforman menos de un 12% del total. Pero este dinero está prestado al Estado, por lo tanto no está disponible.

Ell único dinero realmente disponible -de este fondo de más de $200.000.000.000- son los aproximadamente $11.000.000.000 anuales que deja como rentabilidad. Y que se compone del pago de intereses de títulos públicos, dividendos de las acciones privadas e intereses de plazos fijos.

El gran problema de este fondo es la inflación. Si se destina al subsidio de créditos irá desapareciendo cada vez más. El Gobierno va a ir teniendo un márgen cada vez más acotado para echar mano de esta caja.

Mientras todo esto sucede y los «mega proyectos» siguen apuntalando el relato K, hay un costo que es muy claro: la pérdida  de los fondos del sistema jubilatorio.

El Gobierno K siguió aumentando el gasto público, generando déficit, emisión monetaria e inflación. Además de eso, financiando proyectos con tasas por debajo de las de mercado. En realidad no parecio preocuparles las jubilaciones futuras. Las actuales y todos los juicios por reajustes que suman más de 25.000.000 en este tema se dan las mismas circunstancias de lo que hizo la revolución mal llamada LIBERTADORA que vació las cajas de jubilaciones y lo ocurrido en la década del 80. De esta forma quedó el ANSES de la mano del Gobierno K, y que hoy la ex presidenta en su carta a los medios dice que esta nueva reforma jubilatoria y blanqueo de capitales podría vaciar el ANSES, cuando la realidad es que su Gobierno ya lo vació y por eso se debe recurrir a este proyecto de ley y conseguir otros recursos, ya que se malgastaron los propios.

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