En medio de la crisis venezolana, integrantes de la FANB cuentan cómo sobreviven
Muchos militares se manifestaron a raíz del testimonio del teniente del estado Zulia. Aunque todos tienen puntos de coincidencia que se corresponde a la crítica por los bajos salarios, la corrupción en los superiores o compañeros y trabajos extras que deben hacer para redondear el sueldo, dos en particular llaman la atención. Un coronel que usa su carro como taxi y un sargento mayor de la Guardia del Pueblo que sobrevive gracias a que algunos civiles le prestan ayuda.
“En mi caso le cuento que tengo 20 años de servicio activo. Yo me pregunto cómo hace un Sargento Mayor de primera para vivir con 120 mil bolívares (6 dólares) al mes, porque no sé si lo sabe, pero nosotros cobramos mensual”. Explicó cómo es su salario y todos los ingresos que recibe por parte de la Fuerza Armada. “Un sargento con un año de graduado cobra 120 mil bolívares y eso es para todo el mes. Pero el sueldo no nos da la base”. Le pregunto a cuánto asciende eso con la serie de otros beneficios como bonos y primas. “Ahorita están dando bonos, pero por la vía del Carnet de la Patria. Dieron uno escolar que fue de 300 mil bolívares (15 dólares) y otro de Bs. 50 mil (2.5 dólares)”.
Se quejó de que tiene más de 3 años “que no me dotan de uniforme ni de botas (calzado). Y lo peor es que siempre andan exigiendo que uno ande bien presentable. En mi caso yo los compro, sin meter el gasto para mis hijos en lo relacionado a colegio, alimentación y ropa. No es fácil hoy en día”.
Testimonio de supervivencia
El sargento mayor de la Guardia del Pueblo sigue activo, aunque con mucha decepción, porque parece apegado a la institución a la que le ha dedicado 20 años de su vida. Insisto en que nos cuente cómo hace para cubrir gastos y mantener a su familia. “Trabajo en un departamento que me permite hacer amistades de buena posición y de verdad me ayudan. Ellos nos apoyan con comida, que es lo que requerimos. La mayoría de quienes me apoyan son civiles”.
Se preocupa en aclarar que en su caso no es porque los obliga. “¡Ojo! En mi caso es sin presionarlos ni nada que se parezca, siempre les digo que si me pueden apoyar dentro de sus posibilidades. Y ellos me colaboran, pero ese es mi caso, no así el de otros compañeros”.
Le pido que nos diga cuál es esa experiencia de sus compañeros sargentos. “Algunos sobreviven haciendo escoltas a camiones de alimentos. Hasta donde tengo entendido, las personas que solicitan esas escoltas son amigos de oficiales de alto rango. Ellos les piden el favor de enviarles a hacer una escolta a donde sea requerida, entonces el jefe cuadra con un efectivo que se gana ese dinero extra”.
Explica que eso se hace “casi se podía decir sin ningún problema y de manera legal”. Lo preciso a que me diga cuánto les pagan a esos efectivos por hacer un viaje como escolta. “Tengo entendido que 150 mil bolívares (7.5 dólares) y dependiendo hacia qué lugar deben trasladarse sirviendo de escolta. Es algo así como ir de un estado a otro de Venezuela”.
Uno de los hechos que tiene más indignado a este sargento mayor y con ello refleja su pesimismo con la institución castrense es que “nos están obligando a los sargentos a reclutar a los jóvenes para cumplir la cuota del contingente. Y si uno no trae a un aspirante, porque no quiere o porque no puede, no nos dejan salir de permiso. Imagínese cómo estará la situación que ya casi nadie quiere prestar servicio militar”, dice finalmente el sargento mayor de la Guardia del Pueblo.
El Coronel que ahora es taxista
Anteriormente un oficial de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) se iba de la institución armada después de cumplir su servicio activo, para disfrutar con su familia, viajar o dedicarse a empresas personales. “Hoy es imposible hacer eso”, confiesa un militar retirado.
“Si uno cree que de aquí va a salir a descansar, pues está equivocado porque debe salir a trabajar más que antes y en condiciones de desventaja, porque ya no tiene la energía de la juventud y además la crisis del país es insoportable. Uno está lleno de achaques y de deudas”.
Otro oficial retirado no deja de expresar su situación. “Ya usted sabe que yo soy coronel y conoce muy bien los sueldos del personal militar. Ahora hago varias cosas para ayudarme económicamente y tratar de cubrir algunos gastos”.
Entre las cosas a las que ha debido dedicarse está ser chofer. “Tengo un mes dando servicio de transporte, es decir servicio de taxi a personas conocidas y referidas”. Pero también confiesa: «Tengo un catálogo de Tupperware (venta de recipientes plásticos para la cocina, el baño y el hogar en general). Esta semana comencé a visitar restaurantes y bodegones para ofrecer café en grano y molido. Yo tengo 65 años, completé 30 años de servicio en la Fuerza Armada y en el año 2008 pasé a retiro”.
El militar que destapó el escándalo
“Es horrible”. Esa es la primera expresión de un teniente del Ejército cuando le pregunto cómo hace para lidiar con la crisis económica. “Yo trabajé en nómina hasta hace como seis años. Y si bien es cierto que los militares siempre hemos recibido salarios pésimos, jamás había sido como ahora”.
Casi siempre, cuando le pregunto a un militar, sea oficial superior o tropa profesional, cuánto es su salario, tratan de no decirlo. Este teniente, que presta servicio en una instalación castrense del estado Zulia, no es la excepción. “Al igual que los médicos, abogados, enfermeros, policías, bomberos, entre otros, nosotros, los militares, también entramos en el grupo de los pésimos salarios”.
Lo insto a que relate qué puede cubrir de la cesta básica con el monto que recibe mensualmente en la Fuerza Armada. “La verdad, no es mucho lo que puedo hacer con el sueldo; un litro de aceite cuesta 50 mil bolívares (2,5 dólares), un kilo de arroz, Bs. 38 mil (1,9 dólares), y una mantequilla de 500 gramos, Bs. 40 mil (2 dólares). Ahí está mi sueldo de treinta días”.
Sobre otros beneficios destaca que “la caja de alimentos CLAP ya casi no llega. Los Servicios odontológicos no los cubre Seguros Horizonte, empresa que nadie quiere y no cubre casi nada por la inflación”.
En los cuarteles la comida cada día es solo para llenarse y no para alimentarse. Le pido al teniente que nos diga cómo es un día de desayuno, almuerzo y cena en el comando donde presta servicio. “El desayuno es requesón, lenteja, arepa y una chicha de pasta (espagueti). Al almuerzo, es pasta o arroz con pollo, yuca o plátano, jugo artificial de sobre o mango y sopa de lentejas. Y en la cena, a veces es igual que al desayuno, y otras, es pasta con pollo y chicha de pasta”.
“Tengo que hacer de todo”
Es obvio que ningún militar se mantiene con el salario que recibe de la Fuerza Armada, y tampoco este teniente del Ejército, a quien no puedo identificar porque está prohibido declarar sin orden del ministro de la Defensa o del Comandante en Jefe de la Fuerza Armada. Le pido que explique cómo hace para mantener a su familia.
“Tengo que hacer de todo, porque el sueldo da vergüenza. Entre las cosas que realizo está comprar y vender cualquier artículo que sea de alta rotación y que esté al alcance del consumidor. Yo compro y vendo pan. También ofrezco a la venta aceite y cauchos, que un empresario me da la oportunidad de vender. Por otra parte, me ayudo haciendo trabajos contables. Sé que no es legal hacerlo, porque como funcionario no debo firmar, pero igual lo hago porque necesito el dinero”.
Un militar, tradicionalmente, estaba obligado a cumplir de manera exclusiva funciones para la institución castrense. Le pregunto al teniente si los trabajos que él hace fuera de su función esencial como oficial no le acarrea problemas con sus superiores, y responde: «Eso depende del comando y del jefe. Hay comandantes que están conscientes de que la situación del país está cada vez peor y que los sueldos no alcanzan, por lo que debemos buscar alternativas para poder mantener a nuestras familias. Otros no lo son tanto”.
Refleja cierto pesimismo ante la situación que se vive en Venezuela. “Esto es cada vez peor, y lo más triste del caso es que no hay un proyecto a corto plazo, por parte del Gobierno, que permita desahogar la economía del país. En 1998 teníamos una producción petrolera certificada por la OPEP de 3,5 millones de barriles diarios, y hoy escasamente llegamos a los 700 mil barriles diarios con una inflación acumulada, de enero a septiembre de 2019, de 2.674%, de manera que un militar que en enero ganaba 100 mil bolívares, ahorita en septiembre debería estar ganando dos millones 674 mil bolívares”.
Cuenta que hay dependencias administrativas que “trabajan un día sí, otro día no, como ocurre con el Hospital Militar de Maracaibo, donde, por cierto, ya no queda nadie en esa unidad. Otros jefes trabajan todos los días 24/7, y los oficiales o sargentos terminan yéndose porque no les alcanza el sueldo”.
La otra opción
Aquel militar que no tiene inventiva para idearse una salida con algún trabajo digno opta por hacer acciones delictivas a escondidas. “Muchos se dedican al bachaqueo (contrabando) de gasolina, por lo menos un viaje por día. Todos los días los ves dando lástima para echar gasolina, que ahora le cuesta más a los militares, porque desde que sacaron al general Lapadula Sira, la mayoría de las estaciones de combustible están en manos del gobernador Omar Prieto, con la policía regional, y es así como tiene más poder él que los comandantes de la región de Defensa Integral (REDI) y de las Zonas Operativas (ZODI)”.
Insisto en preguntarle qué tan rentable es ese contrabando. “La última vez que pregunté, hace una semana, estaba el punto de gasolina (pimpina de 20 litros) a Bs. 30 mil. Hay militares que tienen vehículos grandes, tipo caprice o camionetas bronco, que pueden dejar hasta 4 o 5 puntos por viaje, de manera que estamos hablando de Bs. 120 a 150 mil en efectivo por viaje. Es el sueldo de un mes”.
Explica que algunos militares hacen dos y hasta tres viajes en un día. “Cargan gasolina y la llevan a las caletas que están en Sinamaica (capital del Municipio Guajira, estado Zulia y que está a hora y media de Maracaibo) y de ahí los que la compran la llevan a la línea de la frontera, por las trochas. En Sinamaica pagan en moneda colombiana, entre 25 mil a 30 mil pesos. Ahí en Sinamaica lanzas un fósforo y explota el pueblo, porque hay combustible almacenado en todas partes”.
Finalmente, sentencia: “Aquí no va quedar militar alguno con estas políticas del gobierno”.