Gonzalo Blasco es un ejemplo empresario de apuesta patriótica

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Gonzalo Blasco, productor agropecuario, hizo una simple propuesta a sus empleados: si Macri llega al ballotage les daría $5.000 a cada uno. No les pidió que voten a Macri, no les preguntó a quién piensan a votar, sencillamente como una liberalidad, como un festejo, como una apuesta. A raíz de esto, hordas enardecidas de kirchneristas aparecieron por las redes gritando “clientelismo” y “compra de voto” haciendo gala de si hipocresía, de su ignorancia y de su mala leche. Sencillamente no hay ni una cosa ni la otra.

El clientelismo es una práctica transaccional donde una persona le promete o entrega a la otra un beneficio material o algún otro tipo de favor a cambio de una conducta determinada por parte del cliente o beneficiario. En criollo: hace esto y te doy aquello. En Argentina estamos plagados de estos ejemplos: en Chubut, el kirchnerista Mariano Arcioni prometió un aumento de sueldos en caso de ganar las elecciones y al ganar no pudo cumplir dicha promesa y llevó a la provincia a un estado de crisis. En ese caso, Arcioni pretendía ser (como muchos populistas) un donante de sangre ajena. Usar el dinero de los contribuyentes para comprar los votos, sólo que la restricción fiscal no le permitió honrar la deuda. Clientelismo berreta.

Otros ejemplos lamentables de clientelismo se observan en el norte argentino, en lugares como Santiago del Estero, Catamarca, La Rioja o Formosa (por nombrar algunos) donde un número significativo de personas es empleada pública y el peso del empleo público. En varias provincias norteñas por cada 3 empleados que existen, 2 son empleados públicos. A esta dependencia estructural e improductiva por “la política” se le suma que se les baja línea para “votar bien” y se los controla para que asistan a votar el día de las elecciones. Práctica común es que los fiscales de mesa controlen qué empleados públicos tienen que votar en su mesa y, en caso de no haber concurrido, hacerles llegar un recordatorio para que vayan a votar. Esa presión y abuso de posición de poder condiciona el voto de muchas personas y es una práctica clientelar.

Lo que les duele a los kirchneristas es que haya gente dispuesta a hacer un esfuerzo extra, compartir lo que genera con el sudor de su frente y con su práctica empresaria para que, en caso de que se den las condiciones que entiende mejor para su negocio (y en consecuencia también para la fuente de trabajo de sus empleados) celebren de forma conjunta.

Compra de votos era darle DNI argentino a personas de otros países junto con distintos beneficios previsionales y económicos para que sin ser residentes cruzaran la frontera para votar por los candidatos kirchneristas. Prometer un asado para tus amigos por un resultado o un bono para tus empleados no lo es. Es sencillamente lo mismo que decir que si tu equipo sale campeón de la Libertadores le das un bono a todos tus empleados.

Tampoco los vimos escandalizarse cuando en Formosa se hizo público el abuso que sufrían los wichis donde se los llevaba a votar con el voto en el DNI que los mismos políticos peronistas les habían tramitado y que variaban su recompensa de dinero en efectivo contra cada voto positivo a extorsiones o quita de bienes personales en caso de no querer cumplir.

Hacer con tu plata lo que querés es una libertad garantizada por la Constitución Nacional. Hacerlo para apostar por un país en donde se cumplan las reglas de juego, donde los que gobiernan no amenacen con robarte tus bienes es un acto de patriotismo en defensa propia y de la Nación. Necesitamos que florezcan mil patriotas como Gonzalo Blasco.

Desde Republicanos vamos a promover que muchos sigan su ejemplo y hagan su apuesta patriótica, sea con un asado para los amigos, un bono para los empleados o lo que tengan a disposición para celebrar en caso de que la República no sucumba ante el populismo.

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