Las intenciones políticas argentinas no suelen ser las mejores

La política argentina, entre dedócratas y desentendidos

Más de un político se sorprendería de escuchar que incentiva el fanatismo mediante la dedocracia.

En marzo de 1980 el dictador Galtieri había espetado que “las urnas están bien guardadas” pero se gestaba en las sombras la Multipartidaria, que convocaba a los dirigentes políticos, a pesar de la prohibición de reunirse por la vigencia del estado de sitio desde el 24 de marzo de 1976.

Los diversos partidos encontraron una necesidad en común: Representarnos (existir).

El pueblo no delibera ni gobierna, sino por medio de sus representantes y autoridades creadas por esta Constitución. Toda fuerza armada o reunión de personas que se atribuya los derechos del pueblo y peticione a nombre de éste, comete delito de sedición” (artículo 22 de la Constitución Nacional).

La representación bien entendida comienza en ejercer los valores asociados a la democracia y la defensa de principios republicanos. De este modo, un gobierno justifica su existencia en la prestación de servicios esenciales para los cuales se los elige por un período determinado y los dirigentes, a su vez, ven justificada su existencia en la representación misma no sólo de personas sino de valores.

Tan mal estamos que reclamamos que sean mediocres, que estén a ras del suelo pero no en el sótano de la patria, que no permanezcan atrincherados en sus cargos ni sean avestruces (la cabeza hundida para no ver, pero bien en alto las posaderas expuestas…).

En un lejano 14 de julio de 1981, la Multipartidaria constituyó una Junta Política Convocante y emitió un comunicado de prensa en el que realizaba una «convocatoria nacional» a todos los sectores políticos, sociales, religiosos, económicos y culturales, declarando que la transición hacia la democracia es su “objetivo que constituye nuestra decisión intransferible e irrevocable”, procurando “la reconciliación nacional”, que “no se podrá alcanzar si no es sobre la base de la verdad«. A fines de septiembre de 1981, denunció la resistencia de los militares a fijar fecha de elecciones, criticó la situación política, económica y social, y decidió constituir grupos de trabajo que elaboraran una Propuesta a la Nación. Las comisiones (Política, Económica, Social, Educación y Cultura, Internacional) consultaron a las organizaciones políticas, sociales, sindicales, empresariales, profesionales, etc.

Con los resultados, la Multipartidaria publicó su informe y propuesta «Antes de que sea tarde«, el 16 de diciembre de 1981. Lo citamos por su enorme valor histórico y además porque en base a un gran acuerdo nacional se logró un detallado programa de gobierno común, asumido por los partidos políticos como acuerdos básicos.

De ese modo (entre otras causas) se terminó con la dictadura de los militares elegidos sólo entre ellos, primero Videla, que designó a dedo a Viola, que eligió a dedo a Galtieri, quien a dedo dio el cargo a Bignone.

Hoy padecemos las designaciones a dedo nuevamente, tanto del oficialismo como de la oposición; los bendecidos por el dedo sagrado creen que ya tienen ganado el puesto, entre el aplauso fanático, el silencio cómplice y la desidia de la gente que perdió las ganas, de tanto encierro.

Es una lectura posible de las elecciones en Río Cuarto, donde la gente no sólo no votó al candidato radical sino que no fue a votar (menos del 50% del padrón).

Como en la posguerra de 1982, podríamos cantar con Porchetto…

Con cuerpo y mente joven, siempre que acates decisiones en un buen rol podrás actuar, en la emergencia nacional la juventud es primordial, che pibe vení votá… Esencia y moral es bueno, pero de golpe no podemos el país así cambiar, conformate con algún puesto, sos joven para entender esto, che pibe vení votá…

Si hay que triunfar siempre te vamos a llamar para guerras o elecciones, pibe no nos abandones.

Es tiempo que busques ejemplos en estos grandes patrones de la vida nacional hay que dejar de estar a un lado, poné cara de preocupado, che pibe vení votá…

Si hay que triunfar siempre te vamos a llamar para guerras o elecciones, pibe no nos abandones.

En esta larga cuerda floja sin arnés, en que vemos interrumpida la relación de equidad entre los tres poderes del Estado, que nos sostienen como República, en que nos sentimos desesperados ante una enfermedad desconocida y azorados por la Infectadura, tendríamos que optar por la democracia, escuchando a los ciudadanos a los que siempre se les pide compromiso a cambio de nada (el militante es voluntario, como el che pibe) y no por candidatos a dedo.

Un ejemplo de distorsión

La historia electoral reciente de Córdoba puede ilustrarnos acerca de ese ser desconocido para algunos políticos: El votante. Los cordobeses hemos votado en mayo y en octubre de 2019, adelantando las elecciones de gobernador e intendente de la capital. Los dirigentes de Cambiemos Córdoba tienen prohibido postularse a dos cargos electivos en el mismo año, los radicales, acorde a su Carta Orgánica, no pueden tener cargos partidarios y electivos simultáneamente.

Hecha la ley, hicieron la trampa: Por sus ambiciones personales desarmaron Cambiemos Córdoba para candidatearse como figurita repetida en cuanta campaña electoral haya, sus caras en los carteles parecían una epifanía eterna y agotadora. Los correligionarios esquivaron la interna y se presentaron por la lista 3 el presidente del radicalismo cordobés (Mestre) y el presidente del interbloque JxC, diputado Mario Negri, por separado. No sacaron ni el voto cautivo radical cordobés, perdieron la intendencia y recibieron un voto castigo como un grito que no logran escuchar. Tampoco fue escuchado en la segunda ciudad más importante de la Docta, Río Cuarto. La oposición fue con ocho candidatos diferentes a disputar la intendencia… ¿Qué podía salir mal?

Por las PASO, Ley N.º 26.571 del año 2009, en lugar de las sanas internas partidarias, se puede armar la lista de candidatos por “consenso” de dirigentes (una mesa pequeña, donde no se sientan los afiliados sino las autoridades vigentes, portadores de apellido y algún aportante que entra por la ventana porque se paga la campaña). En la sábana se anotan los mismos, porque son los que se sientan en la mesita, en el Pro desde que fue fundado en Córdoba con las mismas personas (dirigentes exUCD de Germán Kammerath) y con los cargos en duplicidad de funciones (partidarias más electivas).

Hoy vemos las consecuencias, ante la dedocracia se erige el voto castigo o se vota por fanatismo. Por eso en las presidenciales, el cordobés votó diferente, pero en las provinciales votó castigo y ahora Schiaretti gobierna la provincia, su capital y la segunda ciudad (otras intendencias también). Su partido, alternando entre él y De la Sota, lleva más de 20 años en el poder. El actual intendente de la capital fue antes intendente de San Francisco por dos años, Diputado por dos, vicegobernador por dos, presentándose en cada elección para ganar un cargo y dejarlo en manos del adjunto.

Gustavo Santos es el flamante candidato a Gobernador por el Pro, para las elecciones de 2023. Señalado por el dedo de Macri (el mismo que ungió a Pato Bullrich), lo ubicaron rápidamente en la presidencia de la Fundación Pensar Córdoba desde donde cierra la puerta a dos intendentes con amplia experiencia en la gestión, ambos reelectos, hablamos de Pedro Dellarrosa (Marcos Juárez) y Eduardo “Gato” Romero (Villa Allende), quienes calentaban motores para la interna que se posterga una y otra vez.

De pasado radical (con Angeloz y con Martí), Santos entró a la Municipalidad junto a Kammerath, pasó al Delasotismo a cargo de la cartera de Turismo, continuó con Schiaretti y fue bendecido con el cargo de Ministro a nivel nacional por el macrismo.

¿Generará aceptación o rechazo este tránsito poco lento de un partido al opuesto, del ganador de ocasión al que le suceda? Entre los equipos de trabajo de los intendentes Pro seguramente no, entre los afiliados, nuevamente ninguneados, tampoco. Entre los cordobeses, los votantes… ¿Aceptarán una nueva imposición “a dedo” o buscarán una alternativa democrática?

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