La Casa Blanca vaticina una relación difícil con Alberto Fernández

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Desde Washington – La expectativa del oficialismo de una remontada épica en octubre, que lo clasifique para el balotaje en noviembre, tiene escaso eco en los Estados Unidos. No es del todo imposible, estiman los expertos, pero es una «cuesta empinada» para el gobierno de Mauricio Macri.

Tampoco el optimismo opositor es compartido en esta capital. Lo más probable, coinciden en Washington, es que un triunfo de Alberto Fernández abra a partir de diciembre un período turbulento, de tironeos políticos internos en el peronismo, indefinición económica en medio de la crisis y, en lo que respecta a la relación bilateral, una etapa de enfriamiento que puede colocar al país muy lejos de las prioridades de la Casa Blanca.

Según esa mirada, no le hizo ningún favor al candidato de Cristina kirchner describir al régimen de Nicolás Maduro apenas como «autoritario». Vista desde la capital norteamericana, esa caracterización, interpretada como una concesión ideológica a la militancia kirchnerista, borra con el codo los esfuerzos que Alberto Fernández había hecho durante los días previos por calmar los temores del mercado.

El posible retorno del populismo en Argentina desata los peores fantasmas en Estados Unidos. Y más cuando la discusión se traslada al tema de Venezuela, un frente en el que los funcionarios de Donald Trump trazan una línea divisoria nítida entre aliados y adversarios. Para el gobierno norteamericano Maduro encabeza una dictadura criminal sin atenuantes.

«Las relaciones con la administración de Trump no van a ser iguales que con Macri, pero tampoco existen razones para pensar que no van a ser buenas», señaló Mark Jones, especialista en América latina de la Universidad de Rice. «Mucho va a depender de las políticas que adopte Alberto Fernández en áreas sensibles para el gobierno estadounidense, como Venezuela y Cuba, y de quién nombre como canciller», agregó.

«Alberto Fernández es prisionero de las tensiones internas del peronismo, y eso pareciera limitar su capacidad de articular políticas claras y un potencial equipo», opinó por su parte Benjamin Gedan, experto del Wilson Center, de Washington. «A todas luces, es un pragmático que no replicaría los excesos de la última administración peronista. Pero si no se distancia de La Cámpora o de Nicolás Maduro es difícil concederle el beneficio de la duda», observó.

El gobierno de Trump va a estar atento a las señales del kirchnerismo, coincidieron los analistas en la capital norteamericana. «Es difícil imaginar una relación fuerte entre la Casa Blanca y la Casa Rosada si Alberto Fernández restablece los vínculos con el régimen de Maduro o de alguna manera debilita los esfuerzos del Grupo de Lima para promover una transición política en Venezuela», dijo Gedan.

Juan Carlos Hidalgo, analista para América latina del Instituto Cato, también de esta ciudad, abonó esta misma idea. En la Casa Blanca, comentó, «ya deberían estar incorporando a sus cálculos la salida de la Argentina del Grupo de Lima, como ocurrió con México».

«Es probable que si es elegido, Alberto Fernández intente enviar señales conciliadoras y de buena voluntad de trabajar junto a Trump, pero creo que va a haber un enfriamiento marcado», dijo Hidalgo. Macri, agregó el experto, «se posicionó como una figura cercana, y como Trump tiene una mirada en blanco y negro no creo que haga muchos esfuerzos por tener una buena relación con el kirchnerismo».

Las multitudinarias concentraciones en apoyo a Macri del fin de semana insuflaron nuevos brios a la campaña del oficialismo. Modificaron el humor entre los funcionarios. Pero no necesariamente esto se traducirá en más votos en octubre, sostuvieron los analistas consultados. «Pese a las marchas, que fueron impresionantes, Macri enfrenta una cuesta empinada», señaló Gedan.

No sólo las condiciones objetivas de la derrota en las PASO siguen presentes, sino que a esto se agregan nuevos desafíos. El Presidente «debe superar la performance profundamente decepcionante de las primarias y sus consecuencias económicas devastadoras, que incluyen un agravamiento de la inflación y una percepción renovada de caos económico», dijo el analista del Wilson Center.

«Los argentinos están comprensiblemente exhaustos después de años de precios en alza y salarios reales en baja. Y aunque la oposición ofrece pocas ideas nuevas, es natural que los votantes elijan el cambio en momentos en que atraviesan circunstancias económicas difíciles», agregó.

Para Mark Jones, las chances de Macri de ganar en octubre son «cero», y las posibilidades de que Alberto Fernández obtenga menos del 45% de los votos son «casi cero, pero no es algo imposible». Equivale, graficó el experto de la Universidad de Rice, «a la posibilidad de que un arquero le haga un gol a River desde el otro lado de la cancha: no pasa mucho, pero hace 23 años Chilavert lo hizo».

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