La historia, la gran protagonista olvidada
Hace pocos días vi un video bastante didáctico, donde se explicaba brevemente el por qué del conflicto que ocurre en Siria. La explicación, que se basaba en hechos de la historia que se remontan al inicio de la civilización, tuvo mucho éxito y el video se volvió viral.
Ahora bien, el análisis de tipo histórico que realiza el autor se centra en una premisa: “Cuando quieras entender el presente, pregúntate: ¿y el pasado?”. Algo que muchos analistas, periodistas, e intelectuales de la actualidad han olvidado en sus crónicas del conflicto, que ya lleva más de 4 años en Medio Oriente.
Lo curioso del asunto es que éste no es el primero ni el único evento en el cual las razones históricas se pasan por alto al momento de realizar un análisis.
No afirmo que las razones de la historia son la causa de los conflictos armados, sino que son las que nos indican por qué una determinada crisis se da en un lugar y en un tiempo en particular. ¿Por qué se dio en 2011 y no antes o después? ¿Por qué persiste en el tiempo, ya que han transcurrido más de cuatro años desde el inicio del conflicto? ¿Por qué en Siria y no en alguno de sus países limítrofes, o en otra región del mundo? Sin lugar a dudas, la historia puede ayudarnos a comprender algunas de las múltiples causas por las cuales algunos hechos se dan en espacios y tiempos determinados, con determinadas características.
Por otra parte, se debe destacar que todo fenómeno social con una historia (ya sea el estallido de una guerra, el proceso de independencia de un país, un golpe de Estado, o un llamado al cese del fuego) es multicausal; es decir, depende de la conjunción de múltiples factores y de la toma de decisiones de varios actores (entre los que se encuentran con mayor peso los actores de veto), para su advenimiento.
Es notable que, por lo general, la mayor parte de los sucesos que se dan en el presente sólo son analizados bajo una perspectiva cortoplacista. Tal es el caso de la situación migratoria que atraviesa Europa, desde hace ya unas décadas; el surgimiento de nuevos actores transnacionales en el escenario mundial; y tantos otros fenómenos que son vistos de manera aislada, por fuera de los contextos que los vieron surgir.
El caso de la crisis migratoria en Europa, que llegó a su punto culmine en los últimos meses con un gran número de muertes (entre las que se recuerda la de Aylan Kurdi, el niño sirio cuyo cuerpo fue encontrado en las playas de Turquía), es uno de los más emblemáticos de la actualidad. La mayor parte de los análisis que salieron a la luz se centraron más en la gravedad de la guerra en Siria, que en las causas de la historia que desencadenaron ese conflicto.
Sobre el conflicto en Siria, parte del mismo -como la Guerra del Congo, por ejemplo- se debe a la intervención europea en sus territorios. Cualquier estudioso de la historia contemporánea nombra, entre los muchos efectos del proceso de descolonización, las crisis económicas, políticas y sociales que atravesaron los nuevos países en el período de entreguerras y posteriormente a la Segunda Guerra Mundial.
El establecimiento de fronteras arbitrarias que encerraban grupos étnicos, religiosos y culturales distintos, en la época de la colonia, llevó, en muchos casos, al caos y a los conflictos internos, luego de la expulsión de los colonizadores.
Muchos de esos problemas persisten en la actualidad, pero no son vistos de manera integral por los responsables. Y, ahora, la intervención de otros actores, como los EE.UU. y la Federación Rusa, complejiza aún más la situación.
No tengo dudas de que cada país es responsable de su propio destino. Pero también es importante comprender que uno no juega solo en el tablero mundial, que las decisiones tomadas en el pasado (tanto por uno como por otros jugadores) afectan al presente, y que tanto las decisiones pasadas como las presentes tendrán incidencia en el futuro.