La no importancia de la superliga
Asociación del Futbol Argentino. Cambio de entrenador, al cual no le pagan. Superliga sí. Superliga no. 14. Tinelli, Verón, Angelici, D’onofrio, Blanco, Pérez, Segura. 38 a 38 cuando eran 75 votantes. El déficit gigantesco de la AFA. Cambio de cheques en cuevas. Messi raja o no raja. 2.400 millones de pesos.
Si la introducción la leyera Lalo Mir sería de lo más cómico y nos parecería ridículo escuchar todo eso. Pero es la cruda realidad de lo que pasa en el fútbol argentino. Pero este hermoso deporte que tanto apasiona a los argentinos, está dejando cada vez de ser un simple juego o una pasión, para pasar a un burdo paquete de imágenes que mueven dinero y poco importa lo demás, el rol social, la asociación civil sin fines de lucro. Los clubes son cada día más deficitarios, pero nunca pasa nada con ello. Siempre hay un salvataje. Porque imaginan el mundo argentino sin fútbol, sería una hecatombe.
Pero el problema es ahora y lo que busco describir es qué pasa con el cambio de gobierno y la televisación de los partidos. El 21 de agosto de 2009, en la primera fecha del Torneo Apertura de aquel año, Fútbol Para Todos dio inició a las televisaciones gratuitas de los partidos con el triunfo 2-0 de Godoy Cruz sobre Gimnasia LP. Este escenario producto de una conveniente pelea del gobierno nacional de aquel entonces con el Grupo Clarín, que derivó en la extracción del servicio de televisación al multimedio, que codificaba y transmitía por cable todos los partidos de la fecha, con el programa “Fútbol de Primera” que tenía la exclusividad del resúmen de goles y nadie podía pasarlos antes que este programa. La expresidente lo había calificado como un “secuestro de goles” en la presentación del programa Fútbol Para Todos, junto a Diego Maradona y Julio Grondona. Luego de 7 años, con el cambio de mando, se puso en tapete la enorme fortuna que desembolsaba el gobierno para sostener el programa, 2.000 millones de pesos anuales.
Y a partir de este cambio, comenzaron a llegar los rumores de cambios en el sistema de transmisión de los partidos. Primero, el gobierno de Mauricio Macri se comprometió a pasar partidos por televisión abierta hasta 2019. Pero sin paz en la AFA, comenzaron las ofertas “informales” de grupos multimedios internacionales que ofrecían hasta 150 millones de dólares por año por la adquisición del paquete de transmisión del fútbol argentino. Pero había que romper el vínculo entre la AFA y el gobierno y el costo no lo quiere pagar nadie. Por ello, los dirigentes “modelo” de la transparencia, fomentaron la idea de la Superliga, con la intención de recaudar más dinero. Dinero que por el momento, pondrá el Estado de sus cuentas, en 2.400 millones de pesos, aproximadamente 160 millones de dólares por año. Más del dinero que ofrecían privados por ahora. Pero esa oferta a los dirigentes les parecía insuficiente.
Mientras tanto, la AFA desembolsó 6000 pesos para saldar una boleta de luz, si no se la cortaban. Y posee gastos por más de 1 millón de pesos mensuales del mantenimiento de la seguridad del predio de Ezeiza. Más gastos de mantenimiento.
Mientras los dirigentes piensan en cómo recaudar más dinero, para seguir gastándolo y seguir con sus clubes con cuentas cada día más deficitarias, pero con “refuerzos” a sus clubes, una reelección en su carrera política dentro de cada uno de sus clubes, el Estado con esa plata podría invertir en hacer 200 jardines de infantes, 50 hospitales totalmente equipados, nuevas autopistas e infinidad de obras útiles. Ese es un enfoque que muchos argentinos consideran a la hora de repensar si el fútbol debe ser “gratis” o no.
Posibles ofertas del gobierno para la Superliga
Un derecho adquirido es el que, por razón de ley, está definitiva e irrevocablemente incorporado a nuestro patrimonio, «antes de los hechos, actos o leyes que se quieren oponer para impedir su plena efectividad o goce». A partir de este razonamiento, se podría inferir que los argentinos adquirimos el derecho de ver los partidos de futbol por televisión abierta. Sin embargo, el dinero tiene que salir de algún lado para financiar esa transmisión. Y los privados son expertos en recaudar el dinero para obtener una ganancia de cada negocio y podrían ofrecer un dinero mayor que el que ofrece el gobierno. Pero se podría perder el derecho adquirido. Y no es mala la idea para algunos de reprivatizar el futbol, mientras que para otros sería una calamidad. Para aquellos que no tienen ni internet ni cable, el acceso sería restringido y se perderían cantidad de televidentes significativa. Hay quienes no pagarían más de su servicio por ver futbol y hay quienes que sí.
Por ello, empresas como Turner o Clarín ofrecen 200 millones de dólares por año de televisación, teniendo la exclusividad de todo. Es decir, la vuelta al viejo sistema. Como pasa en la mayor parte del mundo, que no tuvo la posibilidad de disfrutar del derecho de ver los partidos en la televisión abierta, pero con una inmensa maquinaria de publicidad oficial tendenciosa. Pero el dinero no saldría del Estado. Cosa que muchos argentinos están deseosos de que se pueda dar, cueste lo que cueste. Salga de donde salga, la extorsión de los dirigentes “salvadores” a través del instrumento número 1 de discusión de los argentinos a diario para que surja más dinero puede hacer implosionar el sistema, más que salvarlo. Porque pierde el verdadero fin del fútbol, que es la de un juego, que apasiona, pero que un día alguien puede dejar de financiarlo. Y se acaba todo lo que lo rodea.
Como apasionado del fútbol, pienso una cosa y como economista, otra. Si ocurre eso, es porque debo ver que las sociedades deportivas no son estatales y que el Estado sólo debiera apoyar el trabajo social que hacen los clubes. Pero el deporte profesional, debe autoabastecerse de fondos. Sino, debiera eliminar los sponsors, la publicidad, eliminar el marketing y volver al amateurismo. Porque el negocio fútbol va para un lado, pero el ser social de los clubes parece ir por otro. Y puede existir el trabajo social sin existir una liga profesional. Y de ahí, extraigo que me importa demasiado en que invierte o gasta el dinero el Estado y todo lo que falta hacer para andar gastando 160 millones de dólares en fútbol. Ojo, lo mismo digo con la publicidad oficial enorme y sin sentido que realizan los gobiernos. Y así también, con una gran cantidad de elementos que gasta inútilmente el Estado. Por ello, conviene ver el fondo y negociar el derecho adquirido con los privados. Por ejemplo, impulsando campañas sanitarias mediante fútbol en televisión abierta, pero de menor calidad audiovisual. Y sin gastar tanto dinero. Así se genera un equilibrio.