La otra cara de la economía
La economía es una rueda de la que todos formamos parte ya sea trabajando o como consumidores o vendedores. Ahora, si la actividad se ve afectada, si nosotros que movemos la rueda nos vemos afectados. ¿Qué pasa? Ante un shock negativo, la actividad sufre.
Desde el 2011 a Argentina le cuesta crecer. Nos tambaleamos entre un año bueno (años impares), otro malo (pares) y así, tomando una “forma de serrucho”, para ilustrar. El 2017 lo podemos recordar como el último año “positivo económicamente”. Cada vez nos cuesta más volvernos a parar y de no actuar podríamos plancharnos cada vez más. La gestión de Macri tuvo un comienzo donde el escenario internacional era benigno y contábamos con herramientas, como lo es el acceso a mercado de capitales, (no nos frenaba una restricción de divisas) a las cuales hoy en día no podemos acceder y difícilmente podamos en un futuro. El anuncio en el cambio en las metas de inflación, el famoso “28D” 2017, fue el punto cúlmine para dar inicio a la crisis económica y, con baja de tasas de interés, contradicciones, se generaron dudas que llevaron al quiebre en la confianza. La caída del 2018 se pronunció hacia el 2019 y seguimos. Si bien el inicio fue bueno, no se supo cómo “mantener viva la planta”. Podríamos decir que la “secamos” llevándonos a una debacle económica, cada vez más pronunciada. No pudimos reducir el déficit, la confianza no pudo recomponerse, la inflación tomó ritmo y la pobreza e indigencia volvieron a estar a la orden del día. Si bien eran los objetivos sobre los cuales se intentó trabajar, se logró poco o nada. Así llegamos a fines del 2019 con una economía frágil, endeudados y con escasez de divisas, de modo que fue necesario reimplantar el cepo. El panorama se repitió y parece que Argentina no deja de estar condena a vivir en un “loop”.
En este contexto, en medio de una Argentina sumamente endeudada y con una situación económica muy precaria, irrumpe el coronavirus para trastocar el plan económico del gobierno de Alberto Fernández.
El pasado jueves, el Ministro de Economía Martín Guzmán brindó una charla para la Universidad de Columbia donde desarrolló la posición del gobierno frente al COVID-19, su impacto en la economía, el groso social y por último, sobre la deuda externa. Fueron destacados los principios para combatir la pandemia siendo estos:
- Proteger tanto la vida como la salud de las personas, como la prioridad principal.
- Proteger a aquellos que son, o que pueden volverse vulnerables al virus, al shock económico o ambos.
- Preservar el capital organizacional integrado en las empresas en curso
Es así como, en materia económica frente al COVID-19, se implementaron medidas tales como la extensión del seguro de desempleo, transferencias de dinero como el IFE (dentro de la cual el 64% de los potenciales beneficiarios es pobre y el 17,9% es indigente) y subsidios en los salarios de hasta el 50%, disminución de las “cargas sociales” y créditos a tasa 0% para monotributistas de categorías superiores a la “B” y autónomos que representan alrededor del 80% del total. Según planteó el Ministro, el Programa de Asistencia al Trabajo y la Producción (ATP) y el IFE evitó una caída transitoria de “2.1 millones de personas en la pobreza y 2.7 millones en la indigencia”, y el refuerzo a la seguridad social.
Se destaca la efectividad de la cuarentena obligatoria como principal herramienta para combatir el virus. Sin embargo, cuanto más tiempo pasamos parados, más difícil se torna para las familias subsistir. La economía se está quebrando: despidos, cierres, reducciones de salario son nuestra realidad, así como para las empresas mantener sueldos cuando no poseen ingresos y bajo un contexto que trae golpeado al sector productivo, donde mantenerse en pie es difícil dada la fuerte presión impositiva y los altos costos de producción. Bajo la crisis, el gobierno tiene como principio evitar que se desplome protegiendo los puestos de trabajo existentes afectados que son de gran valor para la reactivación económica.
El paquete de medidas nos lleva a un déficit primario de 6 puntos de PIB, esto por solo llevar a cabo las medidas. La crisis por la pandemia golpea en la oferta, a la producción de bienes y servicios. No es menos ver que Argentina se encuentra sumamente restringida: No tenemos acceso al mercado de capitales, no podemos pedir prestado ni contamos con dinero líquido para volcar y sostener a la población. Tampoco contamos con ahorros. El cepo nos limita y a su vez, alimenta un mercado paralelo. Nuestra única herramienta es la emisión en un país que no cree en su moneda. En nuestro país no se demandan pesos y la moneda lleva perdidos 13 ceros desde el fin de la convertibilidad, por lo que emitir es un riesgo que trae un impacto inflacionario, aunque factible.
En este punto hay que tener presente que el IFE, si bien es positivo, carece de inmediatez y no es momento para que la gente “espere”. Banelco, Red Link así como la aplicación BAPRO se demoran en la entrega de códigos para la extracción de dinero en cajeros. Que quede presente que ellos son los encargados de otorgar los códigos y no ANSES. Este cruce solo complica la situación cuando debería garantizarse un trámite simple, rápido y que cualquiera sea capaz de realizar sin necesidad de tener que encontrarse con problemas de tal tipo. Es momento no solo de tomar medidas, sino medidas que tengan un horizonte a largo plazo para que, terminada la cuarentena pueda rearticularse la actividad y salir eficazmente de la crisis que atraviesa nuestro país, punto en el que se estarían observando fallas, o al menos falta de pronta reacción por parte del gobierno.