Las 10 técnicas de manipulación populista en la era Kirchner
Desde los primeros pasos del hombre ha existido la política, por más que su más famosa definición haya surgido de la boca de Aristóteles, quién decía que es “el arte de lo posible”. Hasta me animaría a decir que el ser humano como tal ya hacía política aun antes de conocer la escritura, si entendemos a la primera como las relaciones interpersonales para lograr un objetivo satisfactorio de cualquier índole.
Sin ningún lugar a dudas, el kirchnerismo será un caso de estudio para las próximas generaciones. En especial, su forma de conservar el poder, desde su primera intendencia -conseguida en 1987- hasta estos días; y quién sabe si aún no, más allá de 2015, con otro apellido.
Para ello, los Kirchner han recurrido no sólo al nepotismo y amiguismo, que evitan las alternancias en el poder, sino también a cambios en la legislación, elecciones con candidatos “testimoniales” y el avance sobre otros poderes.
La idea de este artículo es hacer un repaso sobre las principales técnicas populistas que ha utilizado este gobierno para perpetuarse en el poder, tanto en el ámbito municipal, provincial, como en el nacional, durante sus años de gestión. Su modus operandi no es una novedad, solo se han adoptado parámetros ya existentes de los peores ejemplos en la historia.
Enemigo imaginario
Crear enemigos imaginarios –tanto internos como externos- para intentar colocar a la población en una lucha contra ellos y centrar sus fuerzas en combatirlos en vez de concertarse en las genuinas necesidades del país. Enfocar toda la fuerza allí.
Durante los últimos años, algunos de ellos han sido el Fondo Monetario Internacional (FMI), “el neoliberalismo de los ´90”, el campo (con la Resolución 125 como punto cúlmine), el Grupo Clarín (con la Ley de Medios y la persecución a los hijos de Ernestina de Noble), el Poder Judicial (con la democratización de la justicia). Actualmente, los “Fondos Buitre” (cayendo en default y en rebeldía con la justicia estadounidense) y la lista sigue.
En algunos casos fueron solamente coyunturas conflictivas, pero que el Gobierno ha posicionado como enemigos del Estado, declarándoles la guerra y dejando de lado a los verdaderos enemigos de la población, como es el narcotráfico y la pobreza. En otros casos, directamente fueron construidos por los propios Néstor y Cristina Kirchner.
Negación de los hechos
Negar o desconocer, sistemáticamente, hechos propios que se contradicen con la versión histórica o actual de lo sucedido, a través de sus poderosos medios de comunicación, la propaganda o la cadena nacional. Algunos de esos ejemplos son: La participación de los Kirchner en la privatización de YPF (luego estatizada en el 2012). La fluida relación con Menem y Cavallo en los años ´90, al igual que con el Grupo Clarín, llegando a reconocer que han compartido sendas cenas en la quinta de Olivos con Héctor Magnetto. Permitir la fusión entre Multicanal y Cablevisión. Sus roles durante la dictadura y el uso de la circular 1050. Negar la inseguridad, tildándola de “sensación”, o el ingreso del narcotráfico en el país. Desconocer la pobreza en las provincias del interior y maquillar las cifras del desempleo y la desnutrición. Negar la pobreza y la indigencia en la Argentina. Negar, en sentido amplio, todo lo relativo al crimen del fiscal Nisman. Negar la corrupción evidente de sus funcionarios, entre quienes se encuentra el vicepresidente Amado Boudou como el más destacado en el rubro. Todo ello, haciendo propio un principio esgrimido por el ministro de propaganda nazi Joseph Goebbels: “Una mentira repetida mil veces se convierte en verdad”.
Control de otros poderes
Tal vez sobre este punto hayan versado las principales denuncias de la oposición, desde el año 2003. Pero las mismas comenzaron mucho antes, todavía cuando los Kirchner gobernaban Santa Cruz. En 1995, removieron a Eduardo Sosa de su cargo de Procurador de la provincia, por investigarlos (a pesar de que la Corte Suprema de Justicia de la Nación ordenó restituirlo, hasta el día de hoy no se ha hecho). En el mismo año, Néstor Kirchner modificó la Constitución provincial y amplió el número de miembros del Tribunal Supremo; los jueces archivaron tres causas que investigaban los fondos de la provincia enviados al exterior. Un dato de color: en 1999 Carlos Zanini fue nombrado por el gobernador Néstor Kirchner presidente del Tribunal Superior de Justicia de Santa Cruz. El actual candidato a vicepresidente de Daniel Scioli fue llamado “hombre de los tres poderes”. Más adelante, ya en la presidencia –año 2005-, no podemos dejar de mencionar el caso de Eduardo Borocotó, Diputado Nacional por el PRO que se pasó a las filas del oficialismo al poco tiempo de ser electo y votó en contra del partido que lo eligió; una conducta que hasta hoy levanta muchas sospechas.
A medida que los años fueron pasando, la presión sobre los otros poderes fue en aumento. En la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner fueron muchos los casos en los que se removieron jueces y fiscales, empezando por el caso del procurador Esteban Righi, a raíz de las denuncias contra Boudou, o el caso del fiscal José María Campagnoli, lo que provocó un gran descontento social que derivó en marchas populares en su apoyo (el procedimiento de su destitución –oh, casualidad- se llevó a cabo durante el mundial de 2014). Las votaciones de Menem a favor de los Kirchner en el Senado. El proyecto de “democratización de la justicia”, los embates contra el juez Carlos Fayt para que renuncie. La persecución a la jueza María José Sarmiento, que intervino en la remoción de Martín Redrado del Banco Central. El sobreseimiento de Norberto Oyarbide por enriquecimiento ilícito y el hecho de cajonear denuncias contra el Gobierno merecen un párrafo aparte. Las vergonzosas votaciones del Consejo de la Magistratura. Las presiones al juez Claudio Bonadio. La dudosa muerte del fiscal Nisman, que investigaba al Gobierno. Y la lista sigue.
La suma de carpetazos, presiones, amenazas, sobornos y campañas sucias es muy amplia. Los cambios de conductas y posturas de ciertos actores políticos fueron numerosas veces ilógicas. Muchos de estos casos quedarán en la triste historia nacional.
Sostenimiento inviable de la economía
Es sabido que la economía atraviesa la peor crisis desde el 2001, pero para algunos analistas es peor aún. Hay recesión. Una inflación anual superior al 30%, distorsionada por el INDEC. Un país que no produce ni crece. El lanzamiento de programas como “Precios Cuidados”, “PRO.CRE.AR”, “PRO.CRE.AUTO”, el blanqueo de capitales y otros, no hacen más que evidenciar esta situación y maquillar la real y cotidiana. A ello se le suma el despilfarro de las reservas del Banco Central, el “cepo” al dólar y la brecha cambiaria; la devaluación real de la moneda; los subsidios irrisorios al transporte y los servicios públicos; una emisión monetaria récord: cuatro de cada diez billetes que se imprimen son de cien pesos, los cajeros automáticos ya no tienen cambio menor a cincuenta pesos; el aumento de productos, como la yerba mate, en más de 2000%; las limitaciones a las importaciones y exportaciones; el déficit de las arcas públicas y la presión tributaria más alta de la historia.
Es claro que dichas políticas (implementadas a lo largo de toda la era Kirchner) no son sostenibles en el tiempo. Pero este gobierno –como otros gobiernos populistas- sabe que solucionar estos problemas será responsabilidad de la próxima administración. Lo grave es que quien gobierna no pague costo político alguno por sus errores de gestión.
El fraude electoral
Tal vez este sea el tema que ha cobrado mayor relevancia en los últimos meses, a raíz de lo ocurrido en las elecciones PASO del 9 de agosto y sobre todo en las de Tucumán, el 23 de agosto, pero no es una novedad.
El fraude comienza mucho antes del día de la elección, con una lluvia de encuestas falsas financiadas por el oficialismo, que dan como ganadores a los candidatos de esa fuerza política. Los periodistas adictos al Gobierno de Cristina Kirchner hacen fila para anunciarlas y despotricar contra el principal competidor. Asimismo, es una época fértil para las campañas sucias, como ocurrió en los casos de Enrique Olivera (cuentas no declaradas), Francisco de Narváez (tráfico de efedrina), Mauricio Macri (escuchas ilegales), y la lista sigue.
Durante el día de la votación las formas de hacer fraude son mútiples:
– La “urna embarazada”: llenan de votos la urna antes de colocar la faja de seguridad, luego de impedirles a los fiscales de la oposición presenciar el acto o donde los partidos de la oposición no cuentan con fiscales.
– Colocar a autoridades de mesa afines, haciendo que las sorteadas no se presenten el día de la votación y enviando militantes a primera hora para que asuman el cargo.
– Amenazar y amedrentar a los fiscales de otros partidos, llegando a utilizar armas de fuego en algunos casos.
– El robo constante de boletas y la adulteración de las mismas para luego impugnarlas.
– Retirar a las fuerzas de seguridad y delegados de la Justicia Electoral de los centros de votación.
– Adulterar los padrones y hacer votar a ciudadanos con domicilio en otro partido, provincia o inclusive de otro país. Como, asimismo, hacer votar a ciudadanos ya fallecidos.
– El “voto cadena”: entregando al votante un sobre cerrado, con la boleta dentro.
– Ofrecer dinero o alimentos a cambio de votos, jugando con las necesidades básicas de la gente.
– Amenazar a los empleados públicos con perder su puesto laboral, sobre todo en las provincias donde el empleo público supera el 50% de la población.
– Impedir la presencia de fiscales durante el acto de escrutinio.
– Introducción de nuevos votos en las urnas antes del recuento definitivo, violando las fajas de seguridad, ya sea finalizado el escrutinio de la mesa o durante el traslado posterior de las urnas.
– Adulteración de los telegramas.
– Carga errónea de los datos en el centro de cómputos.
– Complicidad con la Justicia Electoral, para que no dé lugar a que se abran todas las urnas si hay denuncias de irregularidades.
Las mencionadas técnicas no funcionan por separado, pero logrando combinarlas se puede cambiar el resultado de una elección. La única explicación de semejante apego del oficialismo a un sistema de votación arcaico es el fin buscado: ganar como sea.
Control sobre medios de comunicación
Sin lugar a dudas, los medios de comunicación -a los que se suman las redes sociales, en el siglo XXI- son llamados “el cuarto poder” y el kirchnerismo lo ha entendido a la perfección. Desde su pasado en la provincia de Santa Cruz, hasta el día de hoy, el Gobierno -ya sea en forma directa o a través de operadores- ha explotado al máximo esta herramienta.
En forma directa, los Kirchner, han usado y abusado de la cadena nacional, ya sea para hacer anuncios superfluos -exaltando la imagen presidencial- como para promocionar a un candidato, llegando al extremo de haberla utilizado en 37 oportunidades en 9 meses del año 2015, contrariamente a lo que establece la Constitución.
Pero los medios nacionales, como el mencionado o la Televisión Pública -a través del programa 678, como buque insignia, y sus canales satélites, como Paka-Paka o Encuentro-, no fueron los únicos que ha encontrado para ello. Desde el año 2009, el Gobierno utiliza Fútbol Para Todos para propaganda en beneficio propio y hasta para descalificar a políticos de la oposición en las tandas publicitarias de los partidos.
En forma indirecta, el kirchnerismo se ha hecho de muchos medios ajenos, a través de operadores afines, logrando penetrar el contenido de los mismos. Hoy, el canal privado que se lleva el premio a “felpudo del año”, sin lugar a dudas es C5N; no sólo por hacer un burdo proselitismo, sino porque ataca a todo quien no lleva la remera de La Cámpora puesta. Lo siguen el canal de noticias 360 y las producciones de Diego Gvirtz, como “TVR” y “Duro de Domar”, y Rudy Ulloa, en su tierra natal. En los últimos años, ha construido una gran telaraña de medios oficialistas en todo el país, tanto televisivos como radiales y periódicos, que defienden al Gobierno a rajatabla. Todo ello, sin contar a su ejército militante en las redes sociales.
Sin embargo, el kirchnerismo también ha dejado lugar para los actores, artistas, deportistas y músicos que “juegan” solos: Diego Maradona, León Gieco, Fito Páez, Ignacio Copani, Florencia Peña, Andrea del Boca, Pablo Echarri, Gastón Pauls, Nacha Guevara y la lista sigue muy larga. Sólo hace falta buscar en Google la conducta de cada uno y su relación con el Gobierno. Por lo menos por ahora, gracias a Internet, tenemos esa libertad de saber quien es quien.
La inclinación política es respetable, pero si hay facturas jugosas de por medio esa convicción se desvirtúa. El que piensa distinto aparece como desertor y enemigo de un régimen.
Revisionismo histórico
Sin dudas, este es uno de los puntos más importantes para un gobierno populista. George Orwell fue claro: “Quien controla el presente controla el pasado y quien controla el pasado controlará el futuro”. Este Gobierno comenzó una serie de cuestionamientos a algunos próceres de la historia argentina, valiéndose de historiadores que comulgan con el modelo, y están reescribiendo la historia. Sus hechos más notorios fueron los cuestionamientos anacrónicos a Julio Argentino Roca y al mismísimo Cristóbal Colón, de quien llegaron a retirar el monumento -en medio de un escándalo- del parque trasero de la Casa Rosada, como corolario.
El kirchnerismo contó con la ayuda de historiadores afines pero también de “filósofos” sindicalizados bajo el grupo “Carta Abierta”, una especie de guía espiritual que acompaña todas sus decisiones, cruzadas y posturas políticas. Horacio Verbitsky, Ricardo Forster y Horacio González forman parte de este dream team de “La Verdad”.
Un párrafo aparte llevaría describir la tergiversación de lo que pasó en la década del 70´, desde ya sin dejar de mencionar los crímenes de lesa humanidad que se cometieron, de ambos bandos.
El hecho de colocar las figuras de Néstor y Cristina Kirchner o hablar mal del campo en los libros escolares de primaria fue, definitivamente, la sepultura del código moral del modelo, haciendo recordar la peor época del peronismo y los libros de los pasados regímenes autoritarios. La incursión en la educación del pueblo es la última puerta que se debe abrir para ingresar en un Estado totalitario y demagogo.
División de la población
Como dije anteriormente, el populismo siempre busca enemigos, aún imaginarios, ante la falta de enemigos reales. Si una cosa han hecho bien los Kirchner es, definitivamente, dividir a la población. De un lado están ellos y del otro lado está el resto, sean del partido o ideología que fueren. Redujeron todo a un absurdo e irreal binomio, amenazando que son “ellos o el caos” y que “van por todo”, lo que se suele llamar un falso dilema, porque es ciertamente inexistente: todos somos argentinos.
Hace años que no se veían cenas familiares divididas por una discusión política, o cambiar de canal para no confrontar con el otro. Hay programas y canales que una parte de la población no mira y viceversa. Han Dividido a la población en ricos y pobres, defendiendo a la última clase social a pesar de pertenecer a la primera. Han desconocer a la clase media. Han utilizado el pretexto de la pobreza como consecuencia del accionar de una parte de la sociedad, poniendo de su lado a la otra parte. Han logrado su cometido, en estos 12 años: “Divide et impera”.
Creación de líderes mesiánicos (Kirchner como insignia)
Si hay algo que se ha multiplicado en este país, además de las personas en situación de pobreza, son los nombramientos a calles, rutas, monumentos, edificios, represas, centros culturales y cualquier otra obra pública imaginable con el apellido Kirchner. Inclusive, recientemente se anunció que un edificio público en el conurbano llevará el nombre de la actual presidente en ejercicio, algo pocas veces visto -salvo en países totalitarios-, que nos remite al año 1952, cuando la Provincia de La Pampa pasó a llamarse “Eva Perón”. Esto, además de marcar un narcisismo raras veces visto y crear fanatismo, refleja el hambre que se tiene de poder y de quedar en la historia a toda costa, a cualquier precio. Es una mala herencia que le dejaremos a las futuras generaciones.
Mantenimiento de una sólida clase baja
Sin querer que este punto pueda sonar demagógico, basándome en cualquier estudio de una universidad u ONG privada -no adicta al Gobierno de Cristina Kirchner-, los pobres superan los 14 millones en la Argentina. Habiendo hecho tantas trampas con las mediciones del INDEC, hasta alterando los índices de desnutrición, no puedo asegurar cuánto ha aumentado la pobreza en el país, pero lo que sin lugar a dudas puedo asegurar es que la misma no ha disminuido porque el Gobierno no se preocupó por hacerlo. Jamás fue una prioridad ni una política de Estado, en estos años. Además, para el Ministro Kicillof, medir la pobreza «es estigmatizante».
Una persona que se alimenta insuficientemente en su etapa de crecimiento, probablemente sufra inconvenientes en su aprendizaje y hasta retraso mental. La cantidad de jóvenes que no estudian ni trabajan, es incalculable; la cantidad de jóvenes que no terminaron la escuela y la cantidad de los que, a pesar de haberla finalizado, no comprenden lo que leen, son escandalosas. Se ha instalado la cultura del plan social y la asignación, por delante de tener un empleo digno. La cultura de vivir del fruto del trabajo de uno se ha esfumado.
Si una persona no tiene satisfechas sus necesidades básicas, no puede pensar en otra cosa. Si tiene hambre ¿cómo podemos pretender que estudie, que vote libremente y que no sea simplemente obligada a cambiar ese derecho por una comida para sus hijos? Este Gobierno populista ha usado y abusado de los pobres, y no les ha ofrecido un futuro mejor, para mantener el statu quo en forma indefinida.
Mariano Moreno decía: “Si los pueblos no se ilustran, si no se vulgarizan sus derechos, si cada hombre no conoce lo que vale, lo que puede y lo que se le debe, nuevas ilusiones sucederán a las antiguas y, después de vacilar algún tiempo entre mil incertidumbres, será tal vez nuestra suerte mudar de tiranos sin destruir la tiranía”.
Lamentablemente, los mencionados tópicos y ejemplos son de un Gobierno sin rumbo alguno. No es de extrañar que nuestro país se asocie con iguales como Venezuela, Cuba, Irán, Angola, Rusia o China; éstos dos últimos, en vías de desarrollo pero sin respeto por los derechos individuales. Hoy, gracias a la conducta nefasta de quienes nos gobiernan, padecemos las consecuencias de estar aislados del mundo, con una falta de dólares atípica, con una sociedad dividida y con la esperanza de salir cuanto antes de esta vorágine insalubre para cualquier sociedad. Estamos ante una disputa, ya no política sino social, moral y cultural, que condicionará nuestro futuro.