Las propuestas de Cambiemos en Ciencia y Tecnología
El campo de la ciencia ha sido escenario de los primeros embates de la campaña sucia contra una posible presidencia del ingeniero Macri. Se hicieron sentir a pocos días de la elección en este ámbito y, desde él, se intentó llegar a la totalidad de la sociedad civil. Se trató de un “revival” del vanguardismo que se ofreció como punta de lanza para rescatar al sciolismo de la derrota en el balotaje, forzándolo a cumplir su “destino progresista» cuando el pensamiento general de la tropa del bonaerense, desgarrada o no, era una retirada entre honrosa y apresurada. La ventaja del vanguardismo es la misma del «arbolito datero» en el hipódromo: es socio en las ganancias, sin compromiso en las pérdidas; igual que el Estado recaudador.
Que universidades y laboratorios sean el lugar social de partida para esa campaña conlleva, aún para estos cultores de los años ´70 o el año ´45, un reconocimiento de la actualidad. Aún los promotores de una economía cerrada y un país aislado, resultan permeables a la globalización y sus paradigmas: advierten que el capital social del investigador es sustantivo en la sociedad de la información y hacen, por ende, su aparición en escena desde el campo de la ciencia, reivindicando la necesidad de la ciencia y los científicos, tecnólogos e innovadores para el desarrollo productivo del país. Es de lamentar, no obstante, que las acciones emprendidas operen sobre el miedo y la falsa información, en lugar de hacerlo sobre un debate político serio; la forma y virulencia de esta irrupción afectan, insoslayablemente, el prestigio de racionalidad y credibilidad de los investigadores.
El tañir desesperado de la campana populista en la ciencia produjo por contraparte un efecto positivo también en el espacio opositor. No sólo por las réplicas de los científicos republicanos, que las hubo y de manera contundente, sino especialmente porque llevó a la oposición a una respuesta explícita y detallada de sus planteos para dejar en claro, por enésima vez, que la destrucción y la revancha quedarán sepultadas el 22 de noviembre con el triunfo electoral del ingeniero Macri en el balotaje, para dar comienzo a una política de diálogo y construcción.
El documento presentado desde Cambiemos [1,2] tiene aspectos muy destacables, como la transversalidad (CpS-3 #pCA-7) y la presencia científica en los diversos ámbitos (ministeriales) de gestión pública. La comunicación fluida del Estado con su propio sistema científico y tecnológico, es indispensable para promover las mejores, más modernas y eficientes soluciones.
Las propuestas ponen énfasis en el incremento de la inversión en el área científica y tecnológica [3] y el reconocimiento y la remuneración adecuada a los investigadores valoriza, además, la creación del Ministerio de Ciencia, Técnica e Innovación, contrariando en un todo los temores que se han echado a rodar.
En términos generales, se advierte que el programa que se plantea está centrado en la oferta.
Sin embargo, el desarrollo, el verdadero retorno de los resultados a la sociedad, que se reclama (#pCa-5), ocurre a través de la demanda. Sin problemas no hay soluciones y es, cuando menos, ineficiente que sean los científicos y técnicos quienes busquen los problemas que exigen soluciones en el ámbito de la producción. Disparar el sistema de demanda generará nuevas demandas, producto de las soluciones previas, creando un círculo virtuoso; esta necesidad está parcialmente contemplada en CpS-8, para el ámbito privado, y en CpS-3, para el público. No obstante, los instrumentos de promoción por sí solos no bastan: se requieren vías de comunicación y participación bidireccionales, que quiebren la distancia entre el sistema científico y el sistema productivo.
La recuperación del sistema científico, mayor cantidad y mejor calidad de los graduados en ciencias y tecnología (CpS-5), es un problema compartido con el ámbito educativo. Una sociedad científicamente iletrada [4], donde la racionalidad y la crítica metódica son escasas, no sólo no puede generar, sino que tampoco podrá consumir (provechosamente, al menos) los bienes y servicios que posibilita la sociedad de la información. Subyace un problema sobre el que se debe actuar, desde la educación general básica.
El sistema científico argentino tiene una organización compleja y redundante, resultado de años de parches y tironeos que no han fraguado en un consenso superador. Múltiples factores -el nacionalismo autista, el translacionismo academicista sin parámetros, el estudiantilismo reformista, ideologismos diversos, los vaivenes económicos, etc., sin descontar los egos de ciertos “Sheldon Cooper´s» [5]- han conspirado contra esa voluntad de acuerdo, a pesar de los reiterados intentos realizados desde la restauración de la democracia.
La investigación de la más alta calidad, en el ámbito público (en contraposición con CpS-6), se realiza en las universidades y, en parte, en algunos organismos específicos (CNEA, INTI, INTA); el CONICET, juntamente con otros organismos como la ANPCyT, complementa el sostén de los recursos humanos y medios del sistema. Es en las universidades donde se forman y desarrollan los hombres y mujeres de ciencia y es donde, con este desarrollo, se forman nuevos científicos; a la vez, la formación profesional en un ámbito marcado por la ciencia, a través de doctores de la especialidad o profesores investigadores con dedicación exclusiva, es una vía natural para que estos profesionales luego recurran a esos científicos, u otros, en busca de soluciones novedosas para el ámbito en que se inserten.
Atraviesan al sistema de ciencia, tecnología e innovación diferentes tensiones, muchas veces comunes con la labor de investigación en el mundo. El requerimiento social de responsabilidad y buen uso de los recursos mediado por los gestores políticos, en primera aproximación se contrapone con la necesidad de búsqueda de la verdad sin cortapisas, sin urgencias (publicar o perecer, obtener subvenciones o perecer), y con estabilidad laboral y tranquilidad económica para los trabajadores que tienen la investigación como medio de vida (sólo la última contemplada, CpS-4). La necesidad de pensamiento crítico se ve muchas veces boicoteada por un facilismo engañoso y un seguidismo simbiótico entre quienes han de enseñar y quienes han de aprender, sea en el grado como en el posgrado; contradanza entre la mano de obra, la acumulación y la transferencia de capital cultural científico. El equilibrio adecuado entre ciencia básica y ciencia aplicada, el balance entre ciencias duras y blandas, etc., presentes siempre, aquí y afuera.
Por encima del temor y de la amenaza antidemocrática de “resistencia” ante el veredicto de las urnas, confiemos en que el cambio es posible, que la convivencia y el diálogo son posibles.
El documento “Ciencia para la sociedad” sienta bases valiosas para ese cambio y para los debates pertinentes a los que aquí se ha tratado de aportar algunas facetas en breve reseña.
Gran parte del cambio, en materia de desarrollo y producción, depende de un sistema científico y tecnológico equilibrado, organizado, leal con sus miembros, abierto a las expectativas externas a él, potente y creciente. No podemos desaprovechar esta oportunidad. Cambiemos.
Referencias
[1] ver http://cambiemos.com/propuestas/pobreza-cero/ciencia .
[2] notación: las #propuestasCambiemos #pCa-n, los ítems del documento “Ciencia para la Sociedad” CpS-n .
[3] sin trucos inflacionarios sino en términos del PBI.
[4] patéticamente evidente en el “Papelón de las Papeleras” con costos graves en materia económica y política para la región. Se expresa día a día en prejuicios en materia ecológica o minera, en la persistencia de mitos como el de los pueblos originarios y en modas como las de la no vacunación.
[5] personaje central de la serie televisiva “The Big Bang Theory”, ingeniosa sátira sobre los científicos y su vida social.