Las torpezas y complicidades en el caso Nisman
En el año 2014, el ex fiscal de la Nación, Natalio Alberto Nisman, formalizó una denuncia contra la la ex presidente, Cristina Fernández de Kirchner, y quien fuera su canciller, Héctor Timerman, por negociar impunidad y encubrir a los sospechados y prófugos iraníes que habrían pergeñado y concretado el atentado a la AMIA el 18 de julio de 1994.
No sólo eso. El fiscal había solicitado la indagatoria de los denunciados y un embargo por 200 millones de pesos.
Asimismo, incluyó en su acusación al líder de La Cámpora, Andrés Larroque, al líder piquetero Luis D´Elía y al referente de Quebracho, Fernando Esteche.
Según la presentación de Nisman, el encubrimiento y la colaboración en dejar de perseguir a los sospechados del atentado se concretaría a través de la firma del pacto realizado con Teherán, del que resultó el llamado “Memorándum de entendimiento”. Por medio de este acuerdo, se dejarían de gestionar las llamadas “circulares rojas” que emite Interpol para la captura de los cuatro iraníes imputados en el atentado de la AMIA.
Habiendo Nisman dado a conocer públicamente lo que antecede, el 18 de enero del 2015 se haya muerto al fiscal en su departamento de Puerto Madero. Al día de hoy, su muerte no ha sido esclarecida, lo que es lógico, dado el descuido con que se hicieron las cosas en la escena del hecho, sobre todo de parte de la encargada de investigar la causa de su deceso, la Dra. Viviana Fein. Por otra parte, se constató la irrupción injustificada en dicha escena del secretario de Seguridad de la Nación, Sergio Berni.
Es de público conocimiento que el lugar donde muere el fiscal fue descuidado más allá de la mera negligencia, casi en un acto que podríamos calificar de doloso e intencional.
A la escena llegaron efectivos y el propio Sergio Berni, que no tenía competencia ni injerencia para estar allí, y si bien se cursó una denuncia en su contra por incumplimiento de los deberes de funcionario público y encubrimiento, la misma fue desestimada, dado que se lo consideró facultado a participar del operativo.
Sin embargo, debo disentir al respecto. Berni excusó su intervención en que debía fiscalizar que se cumplieran todos los protocolos de análisis de una escena de muerte, pero posteriormente se supo que la misma había sido completamente contaminada. Es por este motivo que la denuncia contra el secretario bien podría reabrirse de haber sido archivada por falta de pruebas.
La incompetencia de Fein en el caso Nisman
Capítulo aparte merece la actuación de la fiscal Viviana Fein, quien tiene una amplia trayectoria en el fuero penal; sin embargo, cometió falencias que nadie que haya visto una serie norteamericana policial hubiera cometido. Ingresó en la escena obviando por completo los protocolos más básicos. Nadie, ni siquiera ella misma, utilizó cubre-calzados, guantes ni pinzas. Se manipuló el arma hallada y hasta se la limpió en el baño donde fue hallado el fiscal. Se movió el cuerpo, se pisó la sangre y se utilizó un departamento pequeño -que debe ser considerado como toda la escena a estudiar, y no sólo el baño donde se encontró al fiscal- para realizar diversas gestiones; tal es así que la propia fiscal Fein se sentó en un sillón en el hogar de Nisman, el cual bien podría haber sido utilizado por su homicida; pero la fiscal fue aún más allá, rompiendo formas procesales que merecen ser acatadas, como designar a un perito sin cumplimentar los requisitos que la normativa aplicable impone.
Coherentemente con su forma de llevar y “dirigir” la investigación -pero sin motivo alguno-, se opuso a pruebas contundentes que la querella (encabezada por la ex esposa del Fiscal, la jueza Sandra Arroyo Salgado) había solicitado; por ejemplo, pruebas con luminol sobre la bacha del baño y pruebas de disparo con las mismas balas que ocasionaron la muerte del fiscal.
Escandaloso resulta enumerar la cantidad de falencias que la fiscal cometió en la escena del crimen (me permito llamarla así, dado que, en lo personal, no me caben dudas de que el fiscal Natalio Alberto Nisman fue cruelmente asesinado) y, con todas éstas, la penosa imposibilidad fáctica de armar el rompecabezas que esclarecería la muerte del fiscal. Sin embargo, tras comprobarse la falta de idoneidad y de resultados, y con un evidente fracaso en su desempeño, la investigación pasó hace pocos meses a manos de la jueza actuante Fabiana Palmaghini, de quien anhelamos no sólo un desenvolvimiento prolijo sino criterioso de la investigación, al punto que no implique simular que el fiscal Nisman asumió una posición que le permitió dispararse a sí mismo, con su mano derecha, en la parte trasera derecha de su cráneo para caer luego hacia atrás y quedar con el arma bajo su hombro izquierdo produciéndose, así, su propia muerte.
Pero cabe destacar que el caso amerita, por todo lo dicho, no sólo la continuidad en la investigación del delito de homicidio contra el fiscal Nisman, sino también de los delitos de encubrimiento, incumplimiento de los deberes de funcionario público y abuso de autoridad por parte de quien fuera secretario de Seguridad, Sergio Berni, y la fiscal Viviana Fein, puesto que son los otros delitos que no debemos olvidar.