Las victorias del presidente en su primer mes de gobierno
Hace pocos días se cumplió el primer mes de Gobierno de Cambiemos al frente del Poder Ejecutivo nacional. Si bien es un tanto prematuro, creo posible hacer un breve repaso de las medidas más importantes tomadas hasta la fecha y evaluar su pertinencia. Más allá del breve tiempo transcurrido desde la asunción del nuevo presidente hasta el día de hoy, se han tomado hasta la fecha decisiones políticas sustanciales (especialmente en política económica) que merecen ser evaluadas.
Hay que decir que la salida del cepo cambiario fue todo un éxito. Este éxito sorprendió a propios y extraños. Pero no todos piensan igual en este tema. Entre aquellos que elogian la forma con que se salió del cepo, se encuentran el economista Mario Blejer y el banquero Gustavo Marangoni, dos de los asesores económicos del ex candidato a presidente Daniel Scioli durante la campaña electoral pasada. Marangoni reconoció hace pocos días que sus pronósticos -negativos- acerca de las consecuencias de una salida prematura del cepo no se cumplieron. La realidad desmintió a la “teoría”. La devaluación resultó ser mucho más moderada de lo que inicialmente se pensó, y la corrida bancaria, finalmente, no se produjo. Los días posteriores a la salida del cepo fueron días soprendentemente tranquilos y la calma llegó para quedarse. La inflación pareció al principio descontrolarse, pero los primeros datos de enero indican su desaceleración y su vuelta a los niveles de septiembre y octubre. Ahora el ministro artífice de la salida exitosa del cepo, Alfonso Prat Gay, pronostica una inflación del 20-25% para 2016.
Entre las medidas más resonantes, aparecen también la modificación de las políticas y normativas que regulan el comercio exterior. En relación a las importaciones, se modificó el sistema de permisos que rigen para los artículos que entran al país. Se promovieron licencias automáticas para allanar la burocracia que afectaba (paradójicamente) a la industria nacional y el crecimiento del país. En los hechos, un 20% de la industria permence protegida, mientras se aplica una liberalización al 80% de los bienes restantes (bienes que, a diferencia de los primeros, gozan de las licencias automáticas). Como se puede ver, este sistema no deja librada la suerte de los empresarios argentinos al mercado, ya que se decide proteger aquellas industrias que -por su falta de competitividad en términos de costos y/o calidad- puedan verse perjudicadas por una apertura irrestricta de la economía.
Con respecto a las exportaciones, el cambio de sistema también conducirá a una mayor flexibilización y simplificación para realizar operaciones. Se pone fin al sistema que regía hasta la fecha, por el cual, quién deseaba exportar, debía contar con determinados permisos -bastante onerosos-; se transita el camino hacia el sistema vigente hasta el 2008, que funcionaba sin restricciones.
Por otro lado, se eliminaron las retenciones a las exportaciones de granos que desincentivaban fuertemente las exportaciones. Para la soja (y sus derivados), las retenciones bajarán un 5% por año. Las exportaciones son un pilar fundamental para el desarrollo de los países en la era de la globalización, en conjunto con las inversiones extranjeras.
Otra gran noticia es la suba del mínimo no imponible del impuesto a las ganancias, que se comenzará a aplicar a aquellos trabajadores que cobren por encima de los $30.000. El Gobierno busca atar esta suba a la inflación, de modo de negociar con los gremios en mejores condiciones las paritarias¹.
Los reproches del kirchnerismo hacia el presidente
Un párrafo aparte me merecen las críticas del kirchnerismo para con el actual Gobierno. En líneas generales, son poco acertadas. Normalmente se basan en prejuicios o preconceptos sobre lo que podría llegar a hacer en un futuro. Cuando las críticas se orientan hacia las políticas puestas en marcha, esas críticas suelen ser poco consistentes. En realidad, al kirchnerismo en general (hay excepciones) jamás le importaron la lógica de los argumentos, la coherencia, y tampoco estuvieron demasiado dispuestos a entablar una verdadera discusión que admita la posibilidad del error y la superación (¿para qué el diálogo si no?). Así sucedió en su momento en temas como el INDEC, el campo, la cifra de pobres, el estado del sistema ferroviario, las sospechas de corrupción (situación que hubiese requerido el apartamiento de funcionarios sospechados) y con tantos otros asuntos, muy graves, para poder ser ignorados y no pagar ningún costo en el intento.
Lo cierto es que el kirchnerismo con sus críticas despiadadas no hace más que reconocer (en forma implícita) la endeblez de su “modelo” y su poco apego a la democracia. Si el país (como dicen) se “cae a pedazos”, entonces la responsabilidad es del Gobierno pasado, no del actual; se supone que un “modelo” fuerte y consistente debiera poder resistir durante algún tiempo más. En poco más de un mes, comienzan a verse los costos de no haber consensuado lo suficiente un “modelo” que ya desde el vamos tenía fecha de vencimiento².
Sin embargo, me parece que la crítica más importante que se le puede hacer al kirchnerismo tiene que ver con su mirada miope y egoísta acerca de la política y la sociedad. Y en este punto es pertinente recordar una frase que el ex presidente de Francia (sólo candidato a presidente por entonces), Giscard d´Estaing, le dirigió a su competidor socialista, François Mitterrand, durante el primer debate presidencial de la historia de Francia (1974). La frase decía: “Señor Mitterrand, usted no tiene el monopolio del corazón”. En la visión que tiene el kirchnerismo de la Argentina, de un lado del espectro politico se encuentra el peronismo (el Frente para la Victoria, más concretamente), o sea, el pueblo, la nación, la patria y, del otro lado, el antipueblo, el gorilismo, la oligarquía y el capital. Lo cierto es que, quienes no somos peronistas, no necesariamente le deseamos el mal al pueblo (sea lo que sea). Podemos compartir determinados fines con ellos (como mejorar la situación de los pobres en Argentina, mejorar la distribución del ingreso y apuntalar el crecimiento económico del país), recurriendo a otros medios para conseguirlos. No es una novedad, pero por momentos pareciera que hay que aclararlo y repetirlo.
Dicho todo esto, creo que el Gobierno liderado por el presidente Mauricio Macri está en condiciones de traer el progreso a la Argentina. Las condiciones externas no son tan favorables como hace unos años, pero el tren aun no ha pasado
No obstante, para transitar este camino es necesario no perder de vista una cuestión fundamental: el actual Gobierno tiene la obligación de tomar nota de los efectos políticos de las medidas llevadas a cabo. Si bien la salida del cepo, la reformas en el plano del comercio exterior y el diálogo entablado con diferentes sectores de la oposición suscitan entusiasmo y optimismo, lo cierto es que su contrario, el “decretismo” en temas donde no existe consenso, obstaculizan el ejercicio del Gobierno y relativizan sus éxitos. El Gobierno debería, de ahora en más, concentrarse en elaborar acuerdos amplios y permanentes en el Congreso, con la mision de transitar con la mayor calma posible estos dos primeros años. Tendrá que evitar las peleas innecesarias, las rispideces con la oposición y el decisionismo en temas que no lo ameritan. Y, por último, deberá tener cuidado con que la oposición, actualmente partida, no termine uniéndose en pos de enfrentar a un enemigo en común. Una nueva movilización podría estar a la vuelta de la esquina. La experiencia reciente de los países lationoamericanos con “Gobiernos minoritarios” es elocuente en todos estos aspectos³.
¹Así se explicaría, según los especialistas, una inflación en torno al 25%.
²Del mismo modo que lo tuvo aquel implementado por el mismo partido en la década del´90, un “modelo” pro-mercado costoso, rígido y muy imperfecto, que contrasta con aquellos llevados adelante por otros países latinoamericanos durante la misma época.