Paritarias, el próximo desafío de Mauricio Macri
Llegó esa época del año. El mágico período en el que empresarios, trabajadores y Gobierno intentan predecir cuánto va a tener que ganar una persona en los próximos 12 meses para poder mantener el nivel de consumo del año anterior. Llegó el momento en el que un país que no tiene idea cuánto va a costar el litro de leche dentro de una hora, intenta ponerse de acuerdo acerca de las paritarias.
En general, esta obra tiene escenas que se repiten año tras año: los muchachos de la CGT que ante las paritarias no ceden ni un milímetro, los docentes que amenazan con retrasar el inicio del ciclo escolar, los noticieros pasando la entrevista que le hicieron a la ama de casa en la feria del barrio indignándose por el precio del asado, y por supuesto, el amigo que todos tenemos que cree que vía Facebook va a convencer a todos de que dejen de compar tomates a $ 50 y armar una revolución hasta que bajen los precios.
Febrero en este país es un gran dejavú. Pero como votamos a Cambiemos, este año cambiamos un poquito el argumento. La incorporación más divertida del elenco es la del opositor enojado porque en 60 días de gobierno no se pudieron arreglar los desastres económicos que se acumularon en los cajones por 12 años y por eso demanda paritarias del 40% porque desde el mes que viene le sacan el subsidio a la electricidad.
¿Por qué cuesta tanto llegar a un acuerdo? Si analizamos la discusión y los argumentos de cada parte, es claro ver que el motivo de la negociación es un círculo vicioso.
Tenemos a los gremios, al trabajador, al protegido de Perón. Por supuesto, lo único que quieren es que a fin de mes entre más plata a su hogar. No se detienen a pensar más allá de eso: subsistir y con suerte ahorrar algo en el colchón.
En la otra punta está el empresario que por supuesto quiere mantener su margen de ganancia. El empresario va a las negociaciones pero en el fondo sabe que siempre va a terminar cediendo para que no haya un paro. La realidad es que en el fondo no le interesa porque lo que tiene que hacer para no salir perdiendo es simple: transfiere el aumento de sueldos a lo que vende para seguir ganando lo mismo a fin de mes.
El empresario es brillante: aumenta el precio, genera inflación y encima tiene al trabajador que quedó contento con el aumento comprando sus productos a precios inflados, ergo, perdiendo lo que «ganaron».
En el medio está el gobierno, que aunque no debería meterse lo tiene que hacer porque sino se para el país. Por un lado el Estado no quiere que la gente pierda poder adquisitivo porque el gasto interno representa gran parte del PBI, pero también sabe que un aumento exagerado de sueldos podría generar inflación si no es acompañado de un crecimiento industrial acorde al incremento de la demanda.
Claramente ésto no es 2+2=4. Hay intereses opuestos a granel que amenazan con golpear a la frágil economía argentina por todos lados.
¿Qué hacemos los mortales que no participamos de las negociaciones? La mayoría criticamos a los empresarios porque son unos egoístas que no quieren reducir sus ganancias. Ahora yo les pregunto, ¿ustedes accederían a reducir su sueldo de manera feliz?
Como miembro de una familia dueña de una PYME aprendí que, la sociedad cuando habla de «empresarios», piensa solamente en los que están a la cabeza de multinacionales o cuasi monopolios de industria nacional. Nadie piensa en el trabajador que de a poco fue armando una pequeña empresa. Para dar un ejemplo: todos piensan en Pepsico y los Chizitos, pero nadie piensa en el fabrica los snacks que se venden al por mayor en Liniers. Ese en el que nadie piensa o al que todos meten en la categoría de empresario corporativo desalmado, probablemente trabajó toda su vida para llegar a tener el galpón en el que funcionan cuatro máquinas que son la fuente de trabajo de los diez empleados que contrató.
Si bien no negocia paritarias, en el inconsciente colectivo el dueño de esa fábrica no es trabajador. No tiene una familia que mantener. No sufre para llegar a fin de mes. Nos olvidamos que las multinacionales se cuentan con los dedos de una mano pero las PYMES que están afectadas por estas negociaciones son miles.
Paritarias y empresas familiares
Hace tiempo tuve el placer de ser testigo de un saludable intercambio de opiniones entre un ultra opositor K y una persona sin preferencias políticas marcadas, justamente dueña de una pequeña empresa vinculada al agro que voto a Cambiemos, no por odiar a Cristina sino por estar harto de que le mientan en la cara. El que estaba en contra de todas las medidas que Macri tomó y tomará en los próximos cuatro años le preguntó al otro cuál iba a ser el aumento de sueldo que iba a darle a sus empleados para remediar el golpe de la devaluación y el ajuste macrista. La otra persona, muy centrada, le contestó algo que me pareció maravilloso y me puso muy contenta. Le dijo: «le voy a pagar lo que marque la paritaria, sea el 30% o el 60%, y se lo voy a poder pagar porque voy a tener trabajo».
En el momento en que sucedió ésto, Macri llevaba menos de dos semanas al frente del país y esta persona dueña de una empresa y responsable de la economía de más de diez familias, estaba convencida de dos cosas: de que iba a tener trabajo, pero más importante aún, de que la paritaria que se fije con la ayuda del gobierno no iba a ser un disparate, sino algo acorde al nivel de ingresos que iba a tener su fábrica.
No nos confundamos: que en Argentina existan las paritarias, no es un orgullo nacional, no es un logro pro defensa del trabajador. Es un elemento que debería recordarnos que somos un Estado inestable, que acá no se puede proyectar, que nunca hubo políticas a largo plazo que nos den tranquilidad y confianza.
Al escuchar decir al gobierno que la inflación para este año se estima en un 20% y 25%, muchos lo toman como una manera encubierta de poner techo a las paritarias. Yo lo veo como un pedido de confianza. Por primera vez en más de una década tenemos autoridades que dan la cara, que contestan las preguntas de los periodistas, que aumentan la electricidad y te dicen que el servicio va a seguir siendo horrible por unos años más, que aceptan que se equivocaron en la forma de manejar un operativo policíal, ¿no se merecen un poco de fe como la que tenía el dueño de esta PYME o al menos que tengamos ganas de que al país le vaya bien?
El mecanismo inflacionario en Argentina no está controlado principalmente por la fluctuación de la tasa de cambio o por una demanda desfasada de la oferta. La inflación en este país la creamos nosotros cuando, por miedo a que revivan fantasmas del pasado, nos queremos cubrir pidiendo aumentos de sueldo mayores al índice de inflación proyectado. La inflación la crean los que ponen los precios pensando en cubrirse ante lo que suponen que va a pasar dentro de un mes, cuando la realidad es que nadie tiene ni la menor idea porque este país es un caos.
El nuevo gobierno en estos dos meses de gestión ha demostrado que no va a dilatar la toma de decisiones que nos lleven al orden, aún cuando esas medidas le cuesten puntos de popularidad en las encuestas. Creo que por primera vez en la historia tenemos gobernantes que gobiernan hoy y no pensando en conseguir la reelección en cuatro años.
Cuando me pidieron que escriba sobre las paritarias, primero iba a hablar sobre cuál me parecía que debería ser el porcentaje de las mismas, explicando desde lo que sé, cómo se supone que debería calcularse ese número por el que todos salen a matar. Podría haberle dado cualquier tono a este humilde artículo pero elegí lo que creía más creativo: intentar que los que todavía no se dieron cuenta de que la montaña rusa económica en la que estamos acostumbrados a vivir, es culpa de todos.
En los últimos doce años te dijeron que por $ 6 comías, que la inflación era un invento de los medios y que acá había menos pobres que en Alemania. Ahora hay gobernantes que te están diciendo todos los días que la inflación va a ser del 25%, que los balances del Estado están en rojo y que el valor del dólar hace mucho superó las dos cifras. A mí entender, los primeros te faltaron el respeto diciéndote implícitamente que no tenes capacidad de razonamiento, y los que vinieron ahora te dicen las cosas malas que pasan porque creen que sos un ciudadano responsable y vas a poder manejar la verdad.
Es normal tener miedo. Desde el regreso de la democracia estuvimos gobernados por una seguidilla de peronistas y radicales que dedicaron su vida a aprender a moverse en los tejes y manejes propios de la política. Ahora llegó este grupo de personas que no dedicaron su vida a la política, sino a formarse profesionalmente para hoy poder estar tomando decisiones que afectan la vida de todos con argumentos firmes. Cuando prendes la televisión no ves a un ministro hablando de la dictadura, ves a un profesional a cargo de un Ministerio que te habla de planes para el futuro sin hacer referencia a ninguna figura política del pasado que pueda despertarte algún sentimiento que te distraiga de los hechos, de los números.
Es algo nuevo. ¿No se merecen una oportunidad? ¿No nos debemos nosotros como sociedad la oportunidad de confiar en algo nuevo sin ser acosados por los que ya no están pero que nos dejaron vacíos de esperanza?
En diciembre votamos distinto. Ahora es hora de que empecemos a actuar distinto.