¿Por qué hay crisis en el sector inmobiliario?
No es novedad que el cepo, la devaluación y la recesión están impactando duramente en el rubro inmobiliario. La pérdida de referencia de los valores del metro cuadrado por zona, sumado a la reticencia de los propietarios para ajustar los valores de sus propiedades hacen que cada operación dependa, como nunca antes, de la capacidad y voluntad de negociación entre las partes. En momentos de más estabilidad el valor por metro cuadrado fue siempre el parámetro que daba un encuadre claro y confiable a la toma de decisiones tanto de vendedores como de compradores.
Para los que estamos en el rubro inmobiliario es de vital importancia hacer entender a los propietarios que si no actualizan los precios de sus propiedades será prácticamente imposible venderlas. Es notable que una propiedad publicada a un valor no coincidente con el que los compradores presuponen como ajustado a la “realidad” ni siquiera recibe consultas. Éstos especulan más que nunca; visitan más propiedades y ofertan más agresivamente. Algunos propietarios entendieron que hoy esas son las reglas del juego y “acomodaron” el valor de sus propiedades por lo que durante el año pasado bajaron los precios en dólares entre 7% y 15%. Una baja que, considerando la situación actual que se vive en la Argentina, parece insuficiente. Toda esta situación derivó en que el 2013 fuera el año con menor cantidad de escrituras efectuadas de los últimos 34 años.
A mi modo de ver las cosas, semejante caída de las operaciones se debe tanto a un problema de precios como a la actitud de los propietarios. Tal vez ante este escenario sea bueno pensar la razón por la cual uno quiere vender su propiedad y recien ahi preguntarse si es un buen momento. En estos días si se vende para luego comprar, vender más barato se compensa con el hecho de que también se compra más barato. Más aún, se achica asimismo la brecha entre los precios. Por eso esta crisis, como toda crisis, trae con ella oportunidades y si la idea es invertir resulta que éste es un buen momento para hacerlo dado que buscando se encuentran grandes oportunidades.
Para enfrentar la crisis y ayudar a destrabar la situación, el gobierno creó varias “herramientas” pero ciertamente ninguna tuvo efectos positivos. Las reglamentaciones impuestas al crédito PROCREAR, hicieron que éste solo fuera aplicable a muy pocas propiedades. A ello se sumaron la mala difusión y los bajos montos ofrecidos (hasta $600.000 pesos y $700.000 para la zona sur del país). El resultado: insignificante.
Por otra parte, los cedines (que son certificados que posee alguien que ha depositado dólares en el Banco Central en una operación de «blanqueo»de los mismos y que de este modo pueden ahora ser usados para comprar una propiedad) tampoco dieron buenos resultados. Fueron pocas las operaciones que se realizaron mediante el uso de este instrumento aunque todas ellas demostraron ser de fácil desarrollo. En estos días hay bastante expectativa ya que se esta haciendo un relanzamiento que promete dinamizar la actividad.
En tiempos de crisis es preciso que todos reveamos la forma como entendemos los negocios y, si es necesario, cedamos en nuestras posturas. En este caso las inmobiliarias deberían dejar de lado la rigidez en cuanto a, por ejemplo, el valor de las comisiones y convertirse en puentes que faciliten la intermediación atendiendo y entendiendo la “sensibilidad” de las partes. Las inmobiliarias cumplen un rol fundamental que no solo consiste en vincular la oferta con la demanda, asesorar a unos y otros, mediar para llegar al mejor de los acuerdos sino, también asegurar transacciones que respeten el marco legal y garanticen la tranquilidad de todos. No por nada la mayor parte de la gente que quiere poner en venta sus propiedades sigue acudiendo a la experiencia de las inmobiliarias en vez de venderlas por su cuenta. Y lo mismo puede decirse de los compradores.
Teniendo en cuenta lo especial de este momento, es importante que quienes estamos en el negocio inmobiliario tomemos las riendas y trabajemos en conjunto ofreciendo, por un lado, tasaciones fidedignas que eviten generar más confusión con respecto a los valores. Por el otro, comisiones ajustables si la operación lo requiere. Podemos agilizar el negocio si todos hacemos el esfuerzo de acomodarnos a la realidad bajando unos sus pretensiones y los otros esforzándose para acercarse al número que destrabe la venta. Solo de esa forma podremos salir adelante lo menos golpeados posible de esta situación lamentable para todos.