Por qué la Alianza y Cambiemos no son lo mismo

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A mediados de mayo de 2003, en un artículo publicado en el diario La Nación, José Claudio Escribano sostuvo que “[…] la Argentina ha resuelto darse gobierno por un año.” Según el periodista, Néstor Kirchner no podría siquiera completar la mitad de su período presidencial, como producto del ínfimo caudal de votos que lo sostenía.

El tiempo se encargó de desmentir la enunciación de Escribano, y todos vimos al político santacruceño convertirse en un mandatario verdaderamente fuerte, artífice de una etapa que ya dejó profundas huellas.

Irónicamente, ahora es Cristina Kirchner quien plantea un argumento bastante parecido: en caso de ganar la segunda vuelta, Mauricio Macri deberá dimitir antes de finalizar el cuatrienio previsto por la Constitución. Habiendo vivido como propias las dudas cernidas sobre la capacidad de gestión de su marido, ¿por qué la jefa de Estado echa mano a una actitud tan maliciosa? ¿Realmente asistimos con Cambiemos a la versión aggiornada de la Alianza?

La primera pregunta se presenta difícil de responder debido a que no nos es posible adentrarnos en la mente de otra persona, pero basta un breve análisis para contestar de forma negativa al segundo interrogante.

Si Fernando de la Rúa y Carlos “Chacho” Álvarez nunca lograron forjar un sólido vínculo entre sí, Gabriela Michetti viene mostrando numerosos gestos de lealtad hacia su mentor político, a quien acompaña desde la fundación del PRO, el partido más importante que integra el frente Cambiemos.

Además, De la Rúa sólo comandaba una facción dentro del radicalismo, ya que la mayor parte del centenario partido se encontraba bajo las órdenes de Raúl Alfonsín, generándose así profundas divisiones entre los intendentes, gobernadores y legisladores oficialistas. Macri, por su parte, es el máximo referente de un equipo -como le gusta decir- cuyo diseño verticalista garantiza la disciplina parlamentaria y dificulta el surgimiento de figuras rivales al líder.

Otro aspecto a destacar es que los candidatos de Cambiemos, en contraposición a quienes integraron el binomio aliancista, poseen una importante y probada experiencia en lo que hace al campo de las decisiones ejecutivas, sobre todo considerando que el jefe de Gobierno porteño permanece en el cargo desde diciembre de 2007.

A diferencia del FREPASO, carente de una estructura nacional, el PRO se encuentra consolidado en la Ciudad de Buenos Aires, e incluso pudo alzarse con la codiciada gobernación bonaerense, así como gran número de las intendencias del Conurbano, lo cual le brinda mayor capacidad de negociación ante la Unión Cívica Radical.

Consecuentemente, la interpretación cíclica que el oficialismo hace de los procesos históricos no sólo representa un comportamiento erróneo, sino también conlleva serios riesgos. No sea cuestión que, de tanto escuchar «Macri es De la Rúa», alguien se pregunte «Entonces… ¿Cristina es Menem?».

 

 

 

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