¿Qué pasa con los salarios?
Todos teníamos cierta intuición que el año 2019 no iba a ser sencillo en términos de materia económica atento al nivel de complejidades previsibles propias de un año electoral.
El entendimiento sesgado del Gobierno Nacional de que la “endemia de la inflación” tenia por única causal “un fenómeno monetario” hizo que las medidas tomadas para combatir la misma sean incongruentes con la estricta realidad.
En estos cuatro años, el Gobierno ajustó la economía atendiendo una “ley económica bibliográfica” de oferta y demanda con la convicción de que ajustando el consumo de los argentinos el precio de los bienes y servicios iba a bajar. Así tal cual como en los libros. Cuando la demanda de un producto baja, acomoda a la baja su precio.
Las verdaderas preguntas para entender porque no cedió la inflación es: ¿Bajó el Gobierno los impuestos? ¿Trabajó el Gobierno en pos de reducir la agobiante presión fiscal impositiva que afecta a los que intentan generar actividad económica productiva?
La respuesta es tan corta como contundente, NO.
El Gobierno Nacional optó por bajar el salario.
¿Cómo lo hizo?
A través del desmedro fáctico de las paritarias y las devaluaciones que convirtieron al salario promedio en dólares más alto de la región en uno de los más bajos, así de fácil, ¡De un plumazo!
El salario fue atacado por una estrategia bifurcada.
Por un lado, las actualizaciones paritarias siempre fueron en promedio más bajas que la inflación.
Por el otro, la pérdida del valor adquisitivo acaecido por el tembladeral cambiario que, a través de las recurrentes devaluaciones de estos últimos años, mutiló la capacidad de compra de los salarios.
A pesar de que el «motivo justificante» era combatir la endémica inflación reduciendo el consumo, “como en los libros de receta liberal”, el Gobierno por impericia o negligencia omitió un dato de la economía.
«En la República Argentina se consume el 70 % de lo que se produce».
Si el salario pierde poder de consumo interno, el efecto dominó que desencadenó en los despidos masivos y el aumento a dos dígitos de desempleo era más que predecible y hasta osadamente me atrevo a decir que evitable.
Los argentinos pusimos literalmente el salario en el frezzer y hoy todos pagamos las consecuencias.
La inflación no es un fenómeno puramente monetario, hay mucho más que indagar en los recetarios bibliográficos.
El próximo Gobierno que comande las riendas nacionales si quiere empezar a recuperar el “circulo virtuoso de la economía”, deberá empezar por poner plata en el bolsillo de la gente.
Deberá empezar por el salario de los trabajadores argentinos.