Science: dos trabajos argentinos en el mismo número
Science, publicada por la Asociación Norteamericana para el Avance de las Ciencias (AAAS, según sus siglas en inglés), es una de las dos revistas científicas más prestigiosas del mundo.
Los papers que semanalmente se imprimen en sus páginas y se distribuyen en formato digital no sólo son leídos por investigadores de todo el planeta, sino que también reciben atención de los medios de interés general.
Firmar uno de estos trabajos es ingresar a un círculo selecto dominado ampliamente por científicos del hemisferio Norte y de habla hispana.
Pero esta semana, por primera vez en sus 136 años de vida, la revista Science incluye dos trabajos argentinos. Ambos producidos por científicos del Conicet y del Instituto Leloir.
Alejandro Schinder, jefe del Laboratorio de Plasticidad Neuronal del Leloir y presidente de la institución, además de autor de uno de los trabajos, no puede ocultar su alegría: «La verdad es que estamos muy contentos», confiesa.
Durante mucho tiempo se creyó que el cerebro no generaba nuevas neuronas. Sin embargo, hoy se sabe que el giro dentado del hipocampo, una región importante para la memoria y el aprendizaje, las sigue fabricando durante toda la vida en un proceso conocido como «neurogénesis adulta».
La investigación que Schinder firma junto con Sung Min Yang, Mariela Trinchero, Silvio Temprana, Karina Büttner y Natalia Beltramone, todos integrantes de su laboratorio y del Conicet, postula un mecanismo que explicaría cómo las neuronas nuevas se «enganchan» a los circuitos preexistente.
Los experimentos, realizados en ratones, mostraron que hay un tipo particular de neuronas «de asociación», llamadas «gabaérgicas», que son las encargadas de esa tarea, y que su activación se vio favorecida cuando los animalitos estaban en un ambiente estimulante.
Lo que comprobaron, mediante distintas técnicas de microscopía avanzada, es que si al ratón lo pasaban dos días de la jaula aburrida a la que estaba llena de estímulos, las neuronas nuevas que nacían en el hipocampo y que estaban más o menos en la mitad de su desarrollo crecían rápidamente y se conectaban con las neuronas preexistentes. En el ratón aburrido, por el contrario, esas neuronas tardaban bastante tiempo en desarrollarse e incluso podían ser eliminadas.
El conocimiento tiene aplicaciones potenciales, pero muy prometedoras, en enfermedades neurodegenerativas, como las de Alzheimer y Parkinson, y abre nuevos caminos de exploración, por ejemplo, en el uso de células madre para la reparación de tejidos nerviosos dañados.
«Así como hay mecanismos que capturan neuronas y las incorporan a las redes neuronales del cerebro, en el Alzheimer y otras enfermedades neurodegenerativas las neuronas se van muriendo y desconectando -explica Schinder en un comunicado del Conicet-. En este contexto, se podría especular acerca del diseño de estrategias que ayuden a los circuitos a capturar neuronas o, al menos, a reducir la velocidad con la que se desconectan.»
El termostato vegetal, la otra publicación de Science
El otro trabajo local que hoy publica Science identificó por primera vez un sensor de temperatura en vegetales.
«Dado que pueden estar en situaciones de stress y que no pueden irse del lugar, las plantas usan información del ambiente para controlar su crecimiento y desarrollo -explica Jorge Casal, investigador del Conicet, vicedirector del Instituto de Investigaciones Fisiológicas y Ecológicas Vinculadas con la Agricultura (Ifeva, Conicet-UBA) y jefe del Laboratorio de Fisiología Molecular de Plantas del Instituto Leloir-. La estrategia que adoptan es modificar sus funciones, la forma en que crecen, para de esa manera reducirlo dentro de ciertos límites. Por ejemplo, si la temperatura es más elevada, las plantas tienden a aumentar el crecimiento del tallo, separan las hojas entre sí para permitir mayor ventilación. Y eso redunda en una menor temperatura.»