Sobre ideas e ideales. Cuando el pueblo se levanta.
“El pueblo está en la calle”, “Revolución”, “Fuera Piñera”. Estos son algunos de los
mensajes que encontramos en las redes sociales de jóvenes chilenos descontentos con su
situación actual. “No es por 30 pesos, es por 30 años”. Entonces… ¿Por qué estalla justo
ahora?
Haciendo un recuento de los últimos días en chile: Más de 10 muertos en Santiago en un fin de semana de protestas. Dos mil detenidos. El gobierno de Piñera bajo la lupa internacional por el manejo de las revueltas. Desconfianza de parte de la población en los medios de comunicación… ¿Qué es lo que se está exigiendo? ¿Quiénes lo están exigiendo?
Grupos de jóvenes radicales de izquierda y grupos opositores “populistas”, son especialistas en utilizar el descontento social y hacer que explote durante gobiernos que no representan sus intereses. Aprovechan épocas en las son electos candidatos que no responden a los partidos “populistas”, para reforzar en su imaginación colectiva que sólo sus líderes populares pueden llevar a los pueblos adelante, y manejar un país. Si sus exigencias son por los últimos 30 años, no tiene sentido que una de las consignas sea “fuera piñeda”.
Si bien es cierto que existe una gran desigualdad en chile, y una pobre distribución del
ingreso, con un porcentaje de la población que acapara gran parte de la riqueza del país,
también hay que ver cómo se intenta e intentó mejorar y superar esta situación en chile en los últimos años. La chispa que encendió la hoguera de esta crisis institucional es la
deficiencia del transporte público en Santiago de Chile, cuyo última gran modificación (que es un fracaso rotundo) fue llevada a cabo por la administración anterior con la Red
Metropolitana de Movilidad.
Pero hay temas más trascendentales, como el sistema previsional, que están siendo
atendidos por el gobierno actual. Hay una propuesta de reforma del sistema previsional en el congreso, ingresada en noviembre de 2018 que busca el aumento del ahorro previsional mediante un aporte adicional y mensual del 4% de los sueldos, financiado por los empleadores. El acceso a la educación pública también es un tema que está siendo tratado y mejorado en el gobierno chileno (se logró la gratuidad en la educación superior para el 60% de la población chilena).
Sin embargo, explota el descontento después de que aumente el metro de Santiago, justo
durante la presidencia democrática de un político no perteneciente a las filas del Partido
Socialista. No pasaron ni 5 años del Caso Caval, en el que se acusaba nada menos que al
hijo de Michelle Bachelet, de tráfico de influencias para obtener un crédito hipotecario el día después de que su madre asumiera. ¿Por qué no vimos al “pueblo” en la calle en ese
entonces?
Hay que entender que se trata de grupos en latinoamérica, que buscan perpetuarse indefinidamente en el poder. A los políticos, que quieren poder; y a los militantes, que creen que esos políticos son la única solución, no les interesa la democracia. Dicen que les interesa el bienestar del pueblo, pero tienen una noción distorsionada de lo que es “el pueblo”, quiénes son “el pueblo”.
Porque que hay que entender, que diez, doce o quince mil personas en la calle no son el
pueblo. Porque hay que entender, que en una ciudad como Santiago con cinco millones y
medio de habitantes, puede haber medio millón personas que protesten en la calle,
incendiando estaciones de metro, autobuses y saqueando locales; pero va a haber cinco
millones encerradas en sus casas, cuidando su propiedad o la de los vecinos de la violencia y los delitos de los protestantes. ¿Acaso ellos no son el pueblo?
Existiendo los paros, las huelgas, y otro tipo de manifestaciones, los grupos de militantes
políticos movilizan a la gente a protestas violentas y buscan el enfrentamiento. No les
interesa la democracia, les interesa que se les dé la razón. El problema surge cuando en
sus protestas coartan los derechos de los demás. Pararon el subte de Santiago y las
personas que se movilizan por ese medio en la ciudad ahora están a pie. Cortan las calles, queman los buses, cerraron los colegios. No parece importar el ciudadano de a pie, sólo su protesta. Que les den la razón y ya.
A los descontentos chilenos hay que solucionarlos, pero con medidas democráticas.
Medidas políticas, dentro de las exigencias del estado de Derecho. La violencia sólo genera más violencia. No es el pueblo que se levanta, es un grupo de gente opositor. No están haciendo una revolución, están destruyendo una ciudad.