Territorios y límites marítimos argentinos

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Ha resultado satisfactorio saber que desde 1996 a la fecha el país haya desarrollado, a través de Gobiernos de diverso color, una política de Estado consistente continuada hasta el reciente fallo de la ONU en materia de territorios y límites marítimos. Este logro convoca a la reflexión por sus características.

Resultaría una ilusión formalista pensar que el fallo, que alcanza tanta superficie y tales profundidades, es pasible de sostenerse en el tiempo sin ser alcanzado por instancias superadoras en la medida en que se desarrolle una democracia global. Las riquezas oceánicas pertenecen a la humanidad en su conjunto y corresponde su administración y usufructo internacional. La alternativa es el predominio del más fuerte y la guerra como en tiempos de abierto colonialismo, un juego en el que nadie puede ganar.

El caso de la Antártida prueba la voluntad de las naciones hacia el control internacional de los recursos comunes. Las pretensiones antárticas originales, por cercanía o exploración, se encuentran hace décadas contenidas por la acción internacional llevando al mantenimiento del status quo a través del Tratado Antártico(1), cada vez con mayor número de participantes anticipando la completa internacionalización. Si ésta no se ha hecho efectiva aún es debido a la señalada carencia de participación democrática en Naciones Unidas y los conflictos cruzados y alineaciones en otros campos, así como a la falta de una doctrina global sobre manejo de territorios internacionales(2).

Por otra parte «quien mucho abarca, poco aprieta». La expansión de la frontera no parece una estrategia lúcida salvo, otra vez, en términos formales, declarativos. Una Argentina que no puede evitar que sus fronteras continentales y espacio aéreo sean perforadas a voluntad por narcotraficantes, terroristas, etc … menos puede sostener lo que pretende en el mar. Días atrás hemos visto la huida de un pesquero chino y el presunto hundimiento de otro, medida cierta de nuestra debilidad aún dentro de los rangos previos al reciente fallo.

Se advierte, además, que las lineas se han trazado sin soslayar los territorios con soberanía en disputa sino apoyándose en ellos, por lo que los naturales recaudos del fallo respecto a esos conflictos, quitan sustento a las modificaciones propuestas en la mayor parte de la ampliación(3).

Es una pena que nuestra diplomacia no madure al punto de advertir que no se combate el colonialismo convirtiendo una colonia inglesa en una colonia propia o que las islas deshabitadas cercanas al circulo polar corresponden al mismo esquema internacional que el continente Antártico(4). En la práctica esa inconsistencia termina comprometiendo la solidez de su trabajo técnico.

Más interesante que pintar un mapa amplio del color propio sería incrementar y diversificar la, hoy escasa, explotación de nuestros recursos costeros más inmediatos desarrollando una amplia gama de conocimientos y experiencia emprendedora que nos sirva para avanzar productivamente mar adentro.
Producción, ciencia, innovación y experiencia nos serán útiles bajo cualquier circunstancia más allá de lo nominal. Podremos estar allí antes y mejor posicionados, preparados para proveer tecnología, productos o colaboración a otros interesados en una empresa extraordinaria de la humanidad que recién empieza: la conquista de las profundidades. Esa política de Estado es realmente el desafío que nos espera.
(1) P.E.Balonga – «Falklands, ser o no ser» –  [2012] pag 9 y referencias contenidas, disponible en https://es.scribd.com/doc/117151350/PEBalonga-FalklandsSeronoSer

(2) P.E.Balonga – Ibidem pag 12
(3) a mano alzada, desde el paralelo que cruza el centro del Golfo de San Jorge hacia el sur.
(4) P.E.Balonga –  Ibidem pag 6 y 11 .

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