Tomar a la app Uber por lo que es y dejarlo ser

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Ayer la Fiscalía de la Ciudad de Buenos Aires ordéno bloquear la app Uber, respecto a esta decisión, he decidido expresarme con algunos puntos que, a mi entender, no quedaron claros.

No se termina de entender que la app Uber es un sistema distinto que los taxis o remises. Requerir licencia a los conductores de la app Uber es una imposición que desvirtúa el sistema de la app Uber que es de aprovechamiento eventual de recursos dispersos no utilizados. Nadie va a sacar una licencia, ni un registro especial ni mover un dedo más que bajar la aplicación e inscribirse por la Web para un aprovechamiento eventual; pedir esos inútiles requisitos recaudatorios o limitantes es absurdo. Desalentar es el plan B de los taxistas que por el momento dominan con su sistema corporativo (no republicano) de poder y su violencia.

El sistema debe ser habilitado sin más (a título experimental si se quiere)  en función de la constitución nacional y de la CABA captando la idea de Uber: una aplicación intermediaria de un arreglo privado entre 2 personas (Mercado Libre, PayPal…). Cuando el conductor realice con el sistema una actividad firme rentada será él/ella quien se ocupe de pagar las contribuciones que le corresponden en función de las transacciones automáticamente registradas en el sistema y la tarjeta así como las ganancias que obtenga. Hay muchas relaciones personales que hoy en día no son consideradas ni actividad rentada imponible ni relación de dependencia dependiendo de montos y horas trabajadas, en todo caso la autoridad impositiva debería dejar claro esos parámetros, como hace con el trabajo doméstico. A propósito recuérdese que la actividad «ama de casa» no exige declaración ni contribuciones obligatorias.
Yo le preguntaría a los funcionarios, o a los taxistas si aceptaran hablar en vez de pegar, si nunca han ido con una pareja amiga de amigos a la costa y han compartido la nafta, si han declarado/pagado los impuestos correspondientes a los 500 pesos ingresados a la economía familiar.
Y con el mismo ejemplo nos vamos al seguro. Supongamos que para el viaje anterior se renta un auto uno puede hacerlo con el seguro base o (recomendable) tomar el seguro ampliado por una erogación extra. La app Uber tiene un seguro base , la tarjeta que va en el pago también y como suele ocurrir con los vuelos internacionales la tarjeta te ofrece cobertura médica. Todas estas ofertas pueden ser claramente manejadas a través de la aplicación y para hacerlo rápido con un perfil de usuario (que seguramente Uber ya contempla).

Cabe una revisión de mitos de los taxistas  contra la app Uber

a) No se quedan sin trabajo aún con sus tarifas excesivas en primer lugar porque la app Uber es smartphone-dependiente, los ancianos, los que tengan dificultades visuales, los apurados,etc. seguirán llamando taxis «a mano»
b) La licencia que pagan es porque efectivamente hacen uso monopólico de la calle  «yirando» (sólo ellos pueden levantar gente al paso), cosa que no es gratis para la ciudadanía en materia de demoras del tráfico
c) Los pretendidos controles de los choferes son contrapuestos con la dura realidad que vemos todos los días donde los «profesionales» no solo manejan mal (p.ej. van entre carriles), son irascibles y maleducados muchos de ellos y demasiados ni siquiera saben las calles del centro de BA. Suponer que un test a priori puede evaluar (salvo casos patológicos) capacidades preferenciales es totalmente falso, en cambio el sistema de calificación de Uber es un sistema a posteriori que reviste validez metodológica, es permanente y cuyo algoritmo es pasible de auditoría.
Con Cambiemos nos hemos conectado al mundo después de años de retroceso y aislamiento, impedir la instalación de un sistema  que claramente beneficia al consumidor, la competencia y la innovación, no solo nos perjudica directamente, sino que espantará a los que quieran venir con nuevas ideas e inversiones.
La República debe triunfar sobre los privilegios de las corporaciones sindicales y empresarias.  El futuro debe triunfar sobre ese pasado que ya hemos sufrido por décadas.

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