Un debate presidencial, sin debate.
En la nocturnidad del día domingo 13 de octubre del 2019 en la provincia
de Santa Fe, Universidad Nacional del Litoral, se desempeñó el primer
debate presidencial obligatorio por ley 27337.
En el mismo se presentaron los seis candidatos a presidente de la nación:
Mauricio Macri por Juntos Por el Cambio.
Alberto Fernández por Frente de Todos.
Nicolás del Caño por Frente de Izquierda.
José Luis Espert por Frente de Despertar.
Juan José Gómez Centurión por el Frente Nos.
Roberto Lavagna por Consenso Federal.
A pesar de las limitaciones del formato, que para muchos tanto en el
debate de los candidatos de la Ciudad como en el propio de la Nación
consideraron poco favorable para el debate de propuestas, el debate del
día de ayer dejó varias cuestiones a destacar de cada uno de los
candidatos.
El debate estuvo marcado por la incongruencia discursiva respecto de la
realidad del Presidente, la elocuencia dura del opositor Alberto Fernández,
la parsimonia de Roberto Lavagna, la irritabilidad de Nicolás del Caño, el
desencajamiento total con el formato de debate de Juan José Gómez
Centurión, y el discurso al estilo stand up de José Luis Espert.
Vamos a hacer un breve análisis de cada uno de los candidatos. Para ello
empezaremos por los menos convocantes en cuanto a su pasado
resultado de las PASO.
El candidato irritable.
Fiel a su estilo Nicolás Del Caño parecería estar convocado a convencer a
los suyos más que convencer a otra facción del electorado que pueda
darle su voto. Esa es la limitación histórica de la izquierda que se “auto
bombea” sin poder llegar a convencer al ciudadano común. Con un
discurso plagado de dogmas y utopías intentó chicanear al Presidente y al
Candidato opositor Fernández sin efecto alguno. Ambos candidatos casi
que no le llevaron apunte alguno a sus interminables críticas. El dato de
color, parecía más preocupado por ser candidato de Ecuador que en
situarse en las problemáticas de la República Argentina. Destinó parte del
tiempo valioso del debate en segundos de silencio por las muertes
causadas por la crisis del Ecuador.
El candidato showman.
José Luis Espert es el candidato que más sabia manejarse en el ambiente
de las cámaras y la televisión. Sin embargo fue el candidato que más
errores cometió de cara a la imagen que debía sentar ante la ciudadnía.
Para empezar sus definiciones sobre la soberanía argentina en la cuestión
Malvinas son bastantes más que cuestionables. Se la perdonaron todos, la
dejaron pasar incluso Centurión quién combatió en la histórica contienda.
Sus discursos fueron demasiado sobradores, y se dirigió a los argentinos
como si fueran sus súbditos, súbditos de un discurso “canchero” que no
atrae el voto confianza de nadie. Espert claramente se conformó con
haber llegado hasta el debate, o hasta las elecciones, una clara
alimentación a su propio ego (esto se denotó del modo en que cerró el
debate).
El candidato desencajado.
Juan José Gómez Centurión tuvo una virtud. Él no tenía intenciones de
quedar bien con su discurso para con nadie, ni se limitó a decir conforme a
las premuras del formato televisivo. Su principal falencia, quedó desfasado
de tiempo ya sea por terminar antes sus intervenciones o en su mayoría
por no lograr culminar antes de la campana indicativa del final del tiempo.
Teniendo en cuenta su interesante resultado electoral (Se mantuvo por encima de Espert y Del Caño) y sus limitaciones propias de un candidato amateur, su desempeño fue digno de un candidato que respetó su honestidad intelectual.
El candidato apagado.
Mucho se esperaba de lo que pudiera decir Roberto Lavagna. De cierto
que su punto fuerte fue su clara eminencia a la hora de manejar
estadísticas y contra restar los dichos del presidente Macri. Por otro lado,
fue incisivo en destacar que la Argentina estaba pasando por el flagelo de
los derechos humanos de los que padecen el hambre. Sin embargo, fuera
de eso tampoco incursionó en propuestas, pero en este punto me pongo
firme en decir que el formato y su tiempo no genera el espacio para ello.
Se esperaba mucho más de Lavagna, pero lo claramente lo apagó la
polarización como posteriormente analizó en una entrevista televisiva.
El candidato elocuente.
Alberto Fernández fue a dejar en claro su decisión de no pasar por
candidato tibio. Desde el momento uno fue a pasarle factura al presidente
por cada una de sus intervenciones cuestionables y los resultados de
gestión. Su punto fuerte, su claridad intelectual y capacidad de oratoria.
Destaco personalmente de él su capacidad de invitar a Daniel Scioli y
contrastar el debate anterior reivindicando al ex Gobernador quien 4 años
después atinó a todos los pronósticos del debate anterior. Alberto
Fernández no dejó lugar a dudas de su cuestionamiento a Macri al tildarlo
de mentiroso ni bien comenzó el debate. Su falencia, según algunos fue su
gran parecido con el discurso Kirchnerista y su lenguaje no verbal con su
dedo señalador. Nimiedades a mi parecer, de las cuales los partidarios de
MM se aferrarán para apuntalar su campaña. A diferencia de otros
analistas que lo calificaron de agresivo, considero particularmente que su
discurso fue solvente y elocuente.
El candidato incongruente.
Mauricio Macri fue el más observado de la noche. Llegó sobre la hora, le
sacaron fotos poco favorables donde se lo ve muy desmejorado mientras
el candidato Fernández se lo observó muy a gusto de comodidad y
sonriente. Se lo observó en todo momento tenso y muy apegado a su
discurso memorístico. Tuvo la inesperada suerte de que los candidatos no
lo atacaron tanto. Sin embargo, no pudo salvarse de la habilidad y oratoria del candidato Fernández. El contraste entre ambos candidatos fue muy
evidente. Su mérito fue no perder la postura y saber atacar el lenguaje no
verbal de Alberto Fernández en el momento justo. Su intervención fue
atinada y contundente. Su principal falencia, fue ser un presidente
investido de candidato con un karma principal: su falta de credibilidad en
sus propias palabras tras el penoso antecedente de debate que cargaba
bajo sus hombros. Siendo el presidente no tuvo nada que mostrar,
cometió bloopers históricos como expresar que “los abuelos reciben sus
recetas en el celular” y destacar los avances en robótica y estadísticas de
una educación en un país donde el 50% de los niños son pobres. Su
opositor lo cruzó letalmente en ambas oportunidades. En esta
oportunidad, claramente Mauricio Macri ha perdido el debate.
Para culminar, el formato del debate es muy cuestionable. Para empezar
la moderadora María Laura Santillán ni siquiera tuvo la prolijidad de
conocer las reglas del debate que le tocó moderar. El formato no da lugar
a que los candidatos debatan propuestas. Hay demasiados consensos
previos entre los candidatos que le quitan la genuinidad al valor discursivo
de lo que se muestra. Los tiempos son demasiados acotados y no hay
espacio que genere lugar para el debate concreto de propuesta por parte
de los candidatos.
En pocas palabras, fue un debate sin debate, una cuestión no menor a
revisar.
Próxima etapa, Facultad de Derecho de Buenos Aires, en una semana.