Vidigal, la favela atracción de los Juegos

¿Quién no escuchó hablar de las favelas de Brasil y particularmente, las de Río de Janeiro? La mayoría las relaciona con la violencia en las inmediaciones, narcotráfico, pobreza extrema, necesidades básicas insatisfechas, falta de acceso del Estado. Muy similar a muchos territorios de nuestro país. Es cierto que en las favelas  más grandes ubicadas afuera de la ciudad de Río de Janeiro, todavía sus habitantes sufren muchos problemas de desidia y violencia y que hay mucho por hacer para lograr que el narcotráfico no envenene el entramado social; sin embargo, hay una favela particular que fue pacificada, y es habitada por gente trabajadora que poco a poco se abre camino, y cada vez se vuelve más atractiva para la ciudad y para los millones de turistas que la visitan todos los años. Se trata de Vidigal. Desde su cumbre, a unos 1.000 metros sobre el nivel del mar, la postal nada tiene que envidiar a la que disfrutan millones de turistas cada año desde el Cristo Redentor. En primer plano, Leblon e Ipanema; de espaldas, Copacabana; a la izquierda, la hermosa «Lagoa Rodrigo de Freita»; y en el horizonte, Pan de Azúcar. Un hermoso paisaje para cualquiera que disfrute de los paraísos brasileños.

La transformación de Vidigal parece indetenible. Pasó de ser una favela pobre y con muchas necesidades, a un lugar de moda que atrae a extranjeros no sólo para pasar unos días, sino como lugar de residencia, lo que está ocasionando que el valor del metro cuadrado en este morro de la Zona Sur se dispare. Hoteles de lujo y locales de vanguardia han puesto el ojo en Vidigal y abren sus puertas reconvirtiendo el lugar en una de las zonas de mayor atractivo turístico de Río de Janeiro. Pero nada de esto sucedió de la noche a la mañana.

El gobierno de Brasil fijó una meta que era difícil de conseguir a priori, y era a largo plazo. Pero en algunas villas del sur de Río de Janeiro han entrado y logrado la pacificación de la zona con extraordinarios resultados. No solo han reducido al mínimo el nivel de violencia, sino que han detenido a los narcotraficantes mayoritarios y están poniendo el ojo en el menudeo. El gobierno ha realizado una política pública inclusiva sin conclusión en el corto plazo. Ha construido viviendas para alejar a las familias de los narcotraficantes, en las cuales, los propios integrantes se comprometieron a poner el cuerpo para terminar sus propios hogares. Desarrolló un sistema de servicios básicos necesarios, con energía eléctrica, agua potable, sistema de cloacas y pavimentos. Luz en las calles, seguridad permanente de la UPP (Unidad policial pacificadora), calles angostas para no ingresar con automóviles, sino solo en motos y bicicletas – o caminando-. Urbanizaron una favela, dicho en pocas palabras.

Pero eso no es todo.  Existe una política de transformación permanente del espacio público. La creación de escuelas primarias y medias públicas y de hospitales de baja y alta complejidad transformaron la realidad de muchas familias que debían ir a Río de Janeiro para poder obtener educación y salud.

Además, la construcción es continua en la zona, a punto tal, que los barrios se transforman a pasos agigantados y moradores de otras favelas se acercan a disfrutar de los beneficios de un Estado presente.

Los problemas contraídos por la pacificación

Con la presencia de extranjeros y turistas en la colina, los servicios y los bienes sufrieron una suba de precios de carácter inimaginable. Incluso los antiguos residentes están dejando los barrios de la zona sur de en Vidigal, para irse a barrios carenciados, ya que el costo de vida aumentó notablemente. Este proceso de reorganización de las áreas más pobres con la llegada de los residentes con mayor poder adquisitivo, produjo no solo el ingreso de cultura moderna, negocios que solo se conocían de los barrios más pudientes de Río y la construcción de viviendas lujosas, como la que realizara David Beckham hace algunos años por casi 2 millones de reales, sino la pérdida de muchas familias que migraron a vecindades laderas, pero siguen gozando de algunos servicios de Vidigal.

En las calles angostas se puede encontrar pobladores extranjeros de dinero, turistas de placer o de negocios y los viejos moradores. El paisaje de la favela ha cambiado lentamente y lo muestran las fiestas electrónicas en el morro y la burbuja inmobiliaria que ha llevado los valores de las propiedades a las nubes, que alcanzan los 50.000 dólares por 2 ambientes, cifra que era impensable para una zona carenciada en Brasil  y menos para una favela.  Sin embargo, hay que reconocer que la política pública de inclusión social y supresión de la violencia en el barrio ha sido exitosa y se podía replicar en nuestro país

Urbanización de villas en nuestro país

En nuestro país, rara vez se cumple con la urbanización de villas y la aparición del Estado en esos territorios se posterga constantemente. Más de 275.000 personas viven en villas en la Capital Federal, lo que representa un 10% de la población total. Si bien existen al menos cinco leyes que proponen la urbanización de los barrios carenciados porteños, ninguna de ellas avanzó y en los últimos 10 años apenas se abrieron algunas calles. A pesar de la existencia de leyes que indican que se deben urbanizar villas como la 21, 31, 31 bis,  la 24, solo por nombrar algunas, estas no se cumplen y la marginación es continua. En la provincia de Buenos Aires, la situación es similar, aunque la marginalidad es mucho mayor.

El proceso de urbanización no solo permite que familias posean acceso a servicios públicos, asfalto, sino que puedan llevar una vida digna. También otorga seguridad a los barrios de alrededor, ya que la apertura de calles permite ingresar a los barrios a ambulancias y policía. Pero para poder urbanizar, debe realizarse una política de largo plazo que difícilmente se pueda visualizar en un mandato de gobierno.  Y son obras monumentales cuyo costo es elevado y debe financiar el Estado nacional, aunque los municipios pueden atender obras parciales, como el desarrollo de asfalto, escuelas o salas de atención primaria en los accesos, para lograr sacar a los pobladores más allá de la villa. Se deben realizar viviendas bien construidas y pagadas en el largo plazo en esos terrenos como ocurrió en Vidigal o en terrenos cercanos,  para que la inclusión de las familias al sistema urbano sea inmediata. La exclusión y la marginación producen efectos irreparables en esas familias, pero también, al resto de la sociedad. En las villas ingresó el narcotráfico y la violencia y la venta de drogas se esparció por todo el país. Solo el Estado se puede hacer cargo de las reformas necesarias para evitar lo peor, como ocurre en Méjico, por ejemplo. Así lo entendieron en Brasil.

Acerca del Autor